El 28 de enero se conoció la trágica noticia del fallecimiento de Natalia Ailén, una joven del barrio de Lugano que con 24 años luchó por su vida tras sufrir reiterados episodios de violencia de género. Su muerte ocurrió luego de perder a su bebé de siete meses de gestación, a raíz de las agresiones físicas perpetradas por su pareja, Javier Mamani, y otros integrantes de la fraternidad morenada “Gran Central Oruro”.
Una relación marcada por la violencia
Natalia conoció a Javier Mamani en 2019. Con 20 años de diferencia de edad, él pertenecía a otra fraternidad folklórica. En 2021, comenzaron una relación y, con el tiempo, ella se integró a la fraternidad morenada a la que Mamani pertenecía. Sin embargo, lo que empezó como un vínculo amoroso pronto se convirtió en una relación plagada de violencia física, verbal y psicológica.
A pesar de los maltratos y engaños constantes, en 2024 Natalia volvió a convivir con Mamani al quedar embarazada. Pero lejos de encontrar contención, comenzó a sufrir amenazas, acoso e incluso agresiones físicas por parte de Vanessa Palma, amante de Mamani, y de otros miembros de la fraternidad.
La situación escaló hasta el punto de que cuatro integrantes de la fraternidad ingresaron a su casa para golpearla y robar sus pertenencias. Natalia intentó buscar protección, pero Mamani se negó a presentar una denuncia, perpetuando la impunidad de sus agresores.

Un embarazo atravesado por la violencia
Natalia documentó en sus redes sociales los episodios de violencia que sufría. Relató cómo Mamani la agredía en su hogar, en festivales y en distintas ocasiones ante la indiferencia de otros miembros de la fraternidad.
Los golpes continuos le provocaron hematomas, vómitos y un deterioro progresivo de su salud. Finalmente, fue internada en el Hospital Durand, donde los médicos debieron practicarle una cesárea de emergencia. Su bebé no sobrevivió. Natalia quedó en un estado crítico, atravesando 16 operaciones desde noviembre hasta enero. El 28 de enero, su cuerpo no resistió más.

Complicidad, encubrimiento y violencia sistemática
Más allá de los agresores directos, la junta directiva de la fraternidad también tuvo un rol encubridor. Según los testimonios, el fundador de la fraternidad presionó a Natalia para que no denunciara a su hija, involucrada en los hechos de violencia.
Este encubrimiento no es un hecho aislado. En muchas fraternidades folklóricas se ocultan situaciones de violencia bajo la excusa de “separar lo personal de la fraternidad”, permitiendo que estas agresiones queden impunes. La lógica patriarcal imperante en estos espacios protege a los agresores, silencia a las víctimas y perpetúa la violencia.
Un Estado ausente y un debate urgente
Este caso es una muestra más de la violencia de género sistemática y de la falta de respuestas del Estado. Natalia no recibió la protección necesaria, lo que la dejó expuesta a una situación de extremo peligro.
Frente a esto, resulta alarmante la propuesta del gobierno de Javier Milei de eliminar el agravante de femicidio del Código Penal. Natalia no murió en un hecho aislado, sino como consecuencia de un sistema de violencia sostenido por la impunidad y la complicidad social.
En 2024 se registraron 267 femicidios, un asesinato de mujer cada 33 horas por parte de su compañero o excompañero varón.
El agravante de femicidio en el Código Penal, incluido en 2012, no establece que la vida de las mujeres valga más, sino que reconoce la motivación patriarcal detrás del crimen y el vínculo con el agresor. Existen múltiples figuras en el derecho penal que agravan delitos según su contexto, por lo que eliminar esta figura no solo es machista, sino jurídicamente injustificable que solo favorece a los agresores, quitando una herramienta legal fundamental para combatir esta problemática. Hoy exigimos justicia por Natalia Ailén y por todas las víctimas de violencia de género.
Mientras esperamos la convocatoria a una movilización, seguimos acompañando a la familia y amigos de Natalia en su pedido de justicia. Su memoria debe convertirse en una bandera de lucha para que ninguna mujer más tenga que atravesar lo que ella sufrió.
Malena Valdez,
Presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela de Enfermería Cecilia Grierson (sede Caballito y Lugano)