El título de estas líneas podría parecer algo tendencioso, pero no. Los resultados de no aplicar medidas concretas para enfrentar la nueva ola de contagios de Covid-19 en la provincia, nos está llevando a las puertas de una catástrofe sanitaria. Gustavo Bordet, sin importar que hace días Entre Ríos viene rompiendo los récords en números de contagios -hoy se registraron casi 1100 casos-, no ha decidido políticas sanitarias ni sociales que reduzcan la circulación y se frene con las muertes evitables. El fallecimiento en el barrio La Bianca, perteneciente a la ciudad de Concordia, es el súmmum de las consecuencias de un sistema donde a los gobernantes les importa proteger más las ganancias empresariales que las vidas de las personas.
En los últimos 7 días contabilizamos más de 5.000 casos, un promedio de algo más de 700 diarios, cuando los expertos en materia de salud que asesoran al gobierno nacional, indican que para evitar colapsos en los hospitales no hay que registrar más de 150 casos. También vale agregar que al día 18 del corriente mes en la provincia sólo el 12% de la población se ha vacunado con una dosis y tan solo el 4,5% tiene la vacunación completa contra el Covid-19. Números que no son sólo números, sino resultados de políticas que luego se cobran vidas.
Trump, Bolsonaro y Larreta, son algunos ejemplos claros de gobernantes negacionistas que se han abstenido de tomar las medidas necesarias para aplacar el flagelo de esta pandemia que azota al mundo hace más de un año. Pero ¿qué decir de Bordet? Desde el 2020 a la fecha él, como muchos de los intendentes que conforman su frente político, y funcionarios opositores pertenecientes a Juntos por el Cambio, se niegan a aplicar mayores restricciones que colaboren con la situación alarmante de la ocupación de camas UTI que ya llegó al 80% en la provincia. Esperar a la saturación hospitalaria y estar al borde del colapso sanitario para expresar que hay que unificar y fortalecer medidas con nación es cínico.
Excusas no faltan, sobran
“No se puede volver a fase uno porque la economía quiebra”. Una de las tantas frases que Bordet imita a Fernández sin darse cuenta que el barco ya colisionó. El 60% de los chicos del país son pobres; una familia, según la canasta básica que ayer publicó INDEC, necesita casi $63.000 para no ser pobre, cuando el mínimo para los estatales entrerrianos, hace poco “aumentado” por el gobernador, es de $39.356. Por lo tanto, el argumento esbozado por el mandatario no es más que el tutelaje a la producción diaria que garantiza las ganancias de los empresarios locales en desmedro de la salud de quienes todos los días ocupan su puesto de trabajo.
Y es mentira que dinero no hay. Existe y mucho, pero en pocas manos. Tan sólo echar un vistazo a los montos que se erogaron para abonar la deuda externa provincial, muestra cuáles son las prioridades para este gobierno peronista. O los ingresos por la venta de soja al mundo, que solo derrama agrotóxicos y nada de progreso.
Otro cántico es: “No se puede suspender la presencialidad porque se pierde el año escolar”. Falso, y nuevamente falso. Las clases durante todo el 2020 fueron de manera remota, aumentando la actividad laboral de los docentes sin incrementar la plantilla de los mismos. Señor gobernador, las clases no se van a perder si se adopta una virtualidad plena, se van a perder si no se destinan los recursos necesarios para garantizar el acceso a las tecnologías necesarias tanto para estudiantes como para docentes. Mientras tanto, mantener la presencialidad es una decisión criminal que atenta contra la salud de la comunidad educativa.
Una propuesta diferente ante la falsa grieta
Mientras surfeamos la segunda ola entre la tibieza oficial y el negacionismo de la oposición, desde la izquierda tenemos la responsabilidad de expresar una voz desde y por los y las trabajadoras. Es urgente volver a una fase uno con derechos garantizados.
En términos sanitarios es urgente la unificación del sistema de salud, con mayor presupuesto para infraestructura, más personal y aumento salarial, que ningún esencial gane por debajo de la canasta familiar. Así mismo esta pandemia se combate con vacunas y más vacunas, expropiar laboratorios y liberar las patentes es urgente para poder vacunar a todos y todas.
Esto tiene que ir acompañado con asistencia social y económica, vivimos en un país con casi el 45% de pobreza, quedarnos en casa solo es posible si se garantiza el plato de comida, hay que garantizar un IFE de 45 mil pesos, aumento salarial de emergencia para que los sectores no esenciales puedan cumplir el aislamiento.
Y frente al no se puede, no hay plata, nosotras les respondemos con la realidad. Plata hay, el problema es que se la está llevando el FMI y sectores económico y empresariales evasores. Hay declarar un default soberano, nacionalizar la banca y el comercio exterior y aplicar un real impuesto a las grandes fortunas. Hay sectores que consideran la pandemia terreno fértil para aumentar sus ganancias a costa de nuestra salud y nuestras vidas, no se lo podemos permitir.
Sabemos que estas medidas solo las conquistaremos luchando, por eso es urgente, en defensa propia fortalecer la lucha de la primera línea, de docentes y de cada trabajador que se enfrenta al ajuste de los gobiernos. Nosotros y nosotras construimos una alternativa política para representar esos intereses, los de las mayorías sociales, por eso el MST en el FIT-Unidad está al servicio de cada lucha y de fortalecer una alternativa que permita que por una vez seamos los y las trabajadoras seamos quienes gobernamos.