viernes, 15 noviembre 2024 - 22:19

Enfermería de CABA. El 10 de mayo cara a cara con el Ministro Quirós

La pelea de nuestro colectivo, el más masivo y postergado del equipo de salud, empieza a mover las estructuras del poder en la ciudad más rica del país. Ahora, la Justicia Porteña tiene que resolver si definitivamente hace lugar al amparo por equiparación salarial y laboral que presentamos, y que tuvo dictamen favorable en primera instancia. El Jefe de Gobierno y candidato a presidente Larreta, más su Ministro –también candidato- Fernán Quirós, apelaron el fallo. Ahora, la Sala II de la Cámara de Apelaciones tiene que resolver. El próximo 10 de mayo, estamos convocados a una audiencia de partes junto al Ministro Quirós para intentar resolver el reclamo. Esta enfermería empoderada con la ALE no da tregua.

La semana pasada volvimos a protagonizar dos jornadas de protesta muy fuertes: una emotiva Marcha de Antorchas, y un sacrificado acampe frente a la sede de la Justicia Porteña. Queríamos expresar nuestro planteo de ser escuchadas/os como primera línea a la cual le están negando derechos absolutamente ganados. Nuestro sector vivió un antes y un después a nivel local en CABA en el año 2018, cuando se aprobó una Carrera Profesional de la Salud (Ley N° 6035) que regula las condiciones salariales, laborales y profesionales de 24 colectivos del equipo de salud, pero se dejó explícita y conscientemente afuera al sector más masivo y esencial del equipo de salud: a miles de enfermeras y enfermeros. Ese hecho profundizó una exclusión que venía de arrastre de 2002, con una vieja ordenanza municipal (N° 41455) que ya excluía a la enfermería del rango de profesionales de la salud. Esos puntos de quiebre sirvieron para tener noción definitiva de que, si no nos empoderábamos y organizábamos, no teníamos representación ninguna. Eso hicimos, y por eso nuestro sindicato crece, se consolida y contribuye junto a otras organizaciones, a poner en agenda la discriminación que sufrimos miles.

El pueblo sí nos reconoce, el poder político nos ningunea

Por otro lado, nos tocó afrontar en una situación increíble un drama humano y social a escala nunca vista, como fue la pandemia de COVID reciente. Cuando el mundo era incertidumbre, pánico, desorientación, mientras los laboratorios pensaban en hacer negocio más que en salvar vidas con las vacunas, nosotras y nosotros estuvimos ahí, efectivamente en la “primera línea”. Murieron centenares de enfermeras y enfermeros cuidando a nuestro pueblo. No tuvimos ni licencias, ni vacaciones, ni reconocimiento laboral alguno durante los años de pandemia. Claro, socialmente fuimos aplaudidas/os, pero el poder político siguió postergando a nuestro colectivo.

A veces no se termina de entender lo que significa nuestro rol hasta que te toca ser cuidado por alguna de nosotras. Como un actor argentino, Facundo Arana, internado gravemente, que dijo algo así como (lo escribo de memoria) “durante mi internación, entendí que, entre la muerte y yo, se interponía una enfermera, siempre”. Hermosa definición, hermosa.

O cuando un cantante, creo que español también en la circunstancia de estar internado, agradeció diciendo “es increíble como siempre están dispuestas, como si para ellas no hubiera cansancio, ni sueño. No paran de curar, de auxiliar, de querer”. Lindísimo también. En condiciones extremas, se valora lo imprescindible de nuestra función social.
Sin embargo, lo que necesitamos, como trabajadoras, como profesionales con formación de grado y pos-grado (en muchos casos), equivalente a otros profesionales de la salud en CABA, es el reconocimiento salarial, laboral y profesional que significaría duplicar nuestros salarios de forma inmediata como así también acceder a todos los derechos que nos corresponden.

No nos van a doblegar

La mayoría de nuestro enorme colectivo de más de 10.000 trabajadoras/es somos mujeres. Muchas a cargo de hogares. Por estar excluidas de la Ley N° 6035, nuestros salarios no llegan ni al 50 % de los ingresos de otros profesionales del equipo de salud. No tenemos licencias para capacitación en servicio, somos víctimas de evaluaciones de desempeño que hacen profesionales de otras áreas con parámetros que se usan para el personal administrativo y se utilizan muchas veces como herramienta de represalia o disciplinamiento. Los bajos salarios se compensan con pluriempleo. Casi sin tener vida propia, afectando los afectos y la familia. Con la salud que se nos va deteriorando. Y a la vez, aunque dejamos todo por nuestro pueblo al que cuidamos, el servicio público de salud va decayendo. Quiero en esta nota, reivindicar especialmente a mis compañeras de los CeSAC, los centros de salud instalados en los barrios más populares. Sufren regularmente inseguridad laboral y más que ninguna se juegan la vida en zonas liberadas donde nadie nos cuida. Sin embargo, ahí está la enfermería porque se la necesita. A ese personal, compañeras de los CeSAC además, vienen de recortarles sus salarios. ¡Increíble, pero cierto! Ellas están movilizadas y autoorganizadas, y desde nuestro sindicato estamos respaldando a fondo su reclamo hasta el final.

Cobramos salarios por debajo de la canasta de pobreza. Nos discriminan. Sobran razones y motivos para seguir en pie de lucha.

El próximo 10 de mayo antes de nuestro Día Internacional el 12 del mismo mes, vamos a volver a estar en las calles. Frente a la Justicia Porteña. Vamos a plantarnos para exigir la reparación que nos merecemos en el camino de la inclusión legal definitiva en la Carrera Profesional.

Estamos haciendo historia y más temprano que tarde, vamos a ganar. El poder que nos posterga no termina de entender que se metió con la generación equivocada.

Andrea Ramírez, presidenta de la Asociación de Licenciadas/os en Enfermería (ALE)

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