Coincidimos Chubut o, Arriba Chubut, es la –nueva- nominación del espacio político que junta al peronismo provincial en sus distintas versiones, del kirchnerismo al arcionismo, y los distintos referentes locales territoriales. Juntos, vienen gobernando y cogobernando en la provincia, administrando beneficios propios, ampliando la pobreza para el pueblo trabajador y conservando los privilegios de los mismos sectores poderosos de siempre, del petróleo, el aluminio (energía envasada) y los que concentran la propiedad de la tierra. En lo que va del siglo XXI esta trenza política es la artífice de la profundización del viejo modelo extractivista, que siempre mira para afuera y perpetúa la dependencia, mientras saquea recursos estratégicos y persigue la meta de instalar la megaminería metalífera. Para este programa político han contado con el apoyo y complicidad de la UCR y del PRO, sin olvidar al aparato judicial que hace las suyas legalizando el saqueo y el mal gobierno, y persiguiendo a lxs que luchan y resisten este curso.
Luego de disputas tácticas en el plano de la política energética entre referentes del PJ cordillerano ( impulsores de la ley de “renta hídrica”) y el lugarteniente peronista de la corporación Aluar en Madryn, Ricardo Sastre, actual vicegobernador de la provincia que vetara esta misma ley de “renta hídrica” unos meses atrás. Arreglan cuentas y, mientas se pone la banda de candidato, nuevamente al ejecutivo provincial, el gobernador Mariano Arcioni envía un nuevo proyecto legislativo con el pomposo nombre de “Soberanía energética”. Proyecto de unidad, que recibe el apoyo entusiasta del senador kirchnerista, Oscar Parrilli, invitado en estos días a Esquel por el Sindicato de Luz y Fuerza para sazonar alianzas y proyectos comunes.
La soberanía energética que necesitamos
Hoy Chubut presenta un escenario energético de fuertes contrastes y en ello, una enorme dosis de injusticia social y territorial. Por un lado, se cuenta con abundante energía producida, con enormes represamientos de los ríos Futaleufú, Chubut y otros. Energía eólica, más reciente y franco en ascenso, además del yacimiento hidrocarburífero más importante del país, proveniente de la cuenca del Golfo San Jorge. Como pone de relieve el mismo proyecto legislativo referido, una producción energética 10 veces mayor al que consume la provincia. Pero nada de esa riqueza provincial atiende las necesidades humanas elementales de la escasa población provincial, de apenas 600 mil habitantes. Por el contrario, vía interconectado eléctrico patagónico y las exportaciones energéticas, aluminio incluido, todo se va, nada queda, sólo migajas. El 85% del territorio se abastece de generadores térmicos, sí, motores a gasoil que funcionan día y noche, que no garantizan este derecho básico a las poblaciones que se pasan enormes temporadas a oscuras, cuando lo más común es que éstos se rompen y no son reparados. Con motores que se funden, y generan la peor ecuación ambiental. Eso es parte del Chubut profundo. El resto de las ciudades de la provincia está en esta materia está en manos de “cooperativas eléctricas” y otros servicios, que, atomizadas, y recurrentes déficits financieros, asaltan a la población con tarifas altísimas y que cada vez generan mayor repudio social como resulta visible en la rebelión de usuarios estafados en Comodoro Rivadavia. Pero no es un dato de Comodoro Rivadavia, lo mismo es en Trelew, en Esquel, etc. Cooperativas, concesionarias municipales de este servicio público básico, que no son más que empresas en manos de aparatos partidarios y burocracias enquistadas en el sindicato de Luz y Fuerza, sin ninguna democracia y control social, que lucran con poblaciones cautivas y tarifas de estafa.
Rechazamos el proyecto legislativo denominado de Soberanía Energética del nefasto gobierno de Arcioni
Absolutamente nada bueno puede venir del gobierno de Mariano Arcioni, socio de la alianza gobernante “Frente de Todos” y su política de ajuste antipopular y servil “pagador” del fraudulento endeudamiento externo. Con una serie de formulaciones claramente demagógicas, el Proyecto Soberanía Energética, alude a transición energética y nuevos paradigmas, a un rol del Estado como precursor de la equidad social y territorial, el control y la participación ciudadana sobre los recursos electro-energéticos, presentes y futuros. Nada de eso vine sucediendo, y no por designio natural, es la política de los sectores dominantes. La hidroeléctrica Futaleufú es el paradigma, produce el 7% de la energía eléctrica del país. Construida por el Estado en los años 70, promesa de desarrollo provincial y regional, hoy, una privatizada más, en lógica de enclave extractivista y en manos de los dueños de Aluar (del emporio de Madanes Quintanilla), completamente disociada de los desarrollos regionales.
Este proyecto se inscribe en la misma lógica. ¿Qué propone el proyecto gubernamental? Más de lo mismo, en el más común de los elencos de las políticas públicas neo-liberales: a) un mercado mayorista regional de Chubut, y b) una Empresa Provincial de energía Chubut, una Sociedad Anónima. Con una inicial mayoría accionaria del Estado (51% acciones clase A). Cuyo 34% de las acciones (clase C) se venderán en oferta pública a privados, la Bolsa de Comercio de Bs. As.; el 15% (clase B) inicialmente destinada a instituciones como municipios, comunas, entes autárquicos del Estado, o ser convertidas en acciones clase C. En nuestro país, ya sabemos cómo termina esto. Con la enajenación completa y en las antípodas de la soberanía sobre nuestros bienes comunes y recursos. Con un acuerdo legislativo de 2/3, según el proyecto, las acciones de capital social (clase A), también pueden ser transformadas en acciones clase C. Fin de la historia, el rumbo es claro, enajenación y despojo económico y territorial. Lo dicen ellos: fortalecer seguridad jurídica a las inversiones electro-energéticas y facilitar el acceso a financiamiento de inversiones “atrayendo capitales para el aprovechamiento pleno de los potenciales productivos con los que cuenta nuestro extenso territorio”. Lo subrayamos porque así lo expresan, energía eléctrica proveniente de fuentes hídricas, eólicas, mareomotriz, fotovoltaico, señala el mismo proyecto: “geotermia y sus vectores energéticos, sus potenciales combinaciones o nuevas fuentes que se desarrollen en el futuro con afectación directa al uso del suelo, mar y recursos naturales, renovables o no”.
Sin olvidar que, ante la proximidad de la caducidad de los contratos de concesión/privatización de represas hidroeléctricas, de los años 90, el proyecto sólo habla de “renegociar” concesiones, y no de recuperar recursos para el Estado.
Desde el MST – FIT Unidad, lo decimos del modo más franco, no le creemos nada, y ya se hacen oír las voces críticas a este proyecto de parte de las organizaciones populares en la provincia. Nada de lo que promueva el gobierno de las patronales y corporaciones extractivistas en Chubut, como lo es el de Arcioni, puede ser de beneficio alguno para el pueblo trabajador, y mucho menos, de resguardo de la sostenibilidad ambiental.
Con la zanahoria de la resolución de las asimetrías regionales, la equidad social y ofrecer “tarifas de energía eléctricas asequibles para el conjunto de los ciudadanos”. Este gobierno y sus socios vienen con el garrote de profundizar el saqueo de bienes comunes, mercantilizados como recursos energéticos.
Lo que sí hace falta es una empresa de energía 100% estatal con control obrero y de usuarios y sus organizaciones sociales y gremiales, con el fin de proveer energía suficiente para atender las necesidades vitales de las mayorías. Para un desarrollo social que provea en el orden regional e integrado nacionalmente, prácticas y pautas productivas y distributivas democráticas y sustentables ambientalmente. Para una industrialización que provea lo necesario para la vida, no para la acumulación de capital en manos privadas, sino, bienes de uso. Finalmente, hoy más que nunca, cambio climático de por medio, en clave de transición energética hacia energías limpias renovables. Programa que sólo puede llevarse adelante con un pueblo movilizado y un gobierno de los y las que nunca han gobernado, una gobierno de la clase obrera y el pueblo.