La pandemia nos puso a prueba. Del equipo de salud, somos el eslabón más postergado. Por eso, nuestra tarea estratégica como sector es empoderarnos para movilizar fuertes cambios estructurales en el sistema de salud. Distintos proyectos en debate. Nuestro aporte.
No termina de haber cifras oficiales, pero de los datos que manejamos surge que llevamos 10.000 enfermeras/os contagiados y más de 200 muertos en lo que va de la pandemia en el país. No está de más recordar que tuvimos que exigir Elementos de Protección Personal (EPP) en el arranque de esta situación dramática, e incluso judicializamos el planteo en CABA porque el gobierno de Larreta los negaba en hospitales al igual que los empresarios dueños de sanatorios. Para recibir la vacunación tuvimos que denunciar el faltante y las demoras en varios hospitales, y solo así se fue subsanando. Es decir, en la primera línea, expuestos a los contagios, tuvimos que protestar para tener lo elemental. Pero esto fue solo una parte: la realidad de la enfermería en el país es que mayoritariamente está por debajo de la canasta de $ 60.000 mensuales. Y ni hablar de los contratos precarios durante años y años. Incluso en la ciudad más rica de Argentina sucede todo eso. Y el fundamental de todos los reclamos que sintetiza los demás es la falta de reconocimiento salarial, profesional y laboral para la enfermería.
Modelo médico hegemónico, burocracia sindical y poder político
Pueden cambiar un poco los nombres propios en tal o cual provincia, municipio del Conurbano o la provincia de Buenos Aires. El gobernador tal, el intendente cual, el gobierno nacional en los pocos hospitales que quedaron bajo su órbita después del menemismo; pero en todos los casos se repite un esquema: el marketing electoral nos menciona como “esenciales”, pero las políticas públicas concretas nos tratan como descartables. En CABA, el régimen de poder tiene actores concretos:
– La casta privilegiada de la Asociación de Médicos Municipales (AMM), que monopoliza la gestión de los hospitales y es oficialista del gobierno de turno.
– La burocracia sindical de SUTECBA que pacta con AMM y el gobierno de Cambiemos para bloquear el reconocimiento de la enfermería.
– Por supuesto, Larreta y su ministro Quirós, que ahorran presupuesto con la precarización de todo ese colectivo y, de paso, favorecen al empresariado de la salud privada regulando a la baja el costo de la mano de obra para clínicas y sanatorios.
Este circuito siniestro, tiene réplicas en cada lugar del país donde pongamos la lupa: sea la Patagonia, La Matanza, el interior de la provincia de Buenos Aires o las regiones del NOA y Noreste de la Argentina. En todos lados una cosa es segura: la enfermería, como parte del equipo de salud, es de lo más postergado. Lo nuevo y potente es que no nos callamos más.
Proyectos que restan para los desafíos de nuestro colectivo
Nuestra visión es que la enfermería atraviesa una etapa histórica y refundacional desde el punto de vista de su conciencia y organización gremial. Lógicamente, reivindicamos el legado de las y los compañeros que hicieron mucho por esta profesión. No lo desconocemos, para nada. Pero evidentemente hay una nueva generación que está luchando por hacer su propio camino hacia la conquista de todos los derechos que los factores del poder político, gremial y empresarial nos niegan. En ese contexto, se proponen distintos proyectos sindicales e incluso políticos. De nuestra parte, discutimos con algunos de ellos, que consideramos que no suman, sino que más bien restan para los desafíos que tenemos:
– El modelo de “pocos, pero buenos”: esta concepción la levanta un sector minoritario en CABA, se denomina “Inter-hospitalaria” (aunque no tiene nada que ver con el proceso del mismo nombre en Neuquén). El nombre, no se condice con su forma actual, ya que no representan ni movilizan base real de hospitales, ni coordinan ninguno de ellos. La lógica con la que actúan es la de llevar adelante acciones pequeñas y aisladas del conjunto del colectivo, sin respetar los tiempos y ritmos del proceso de organización desde abajo, y en general finalmente se terminan “enojando” con la poca “conciencia” de los compañeros que mayoritariamente no los respaldan. Se oponen a todo y atacan especialmente a la ALE (nuestro sindicato independiente), pero actúan con sectores en un bloque unificado con la lista Verde de ATE y el SITRE (un pequeña estructura ligada a sectores del viejo peronismo) que son profundamente burocráticos.
– El modelo de ATE y otros sellos parecidos: la enfermería está siendo parte de un movimiento que repudia todo lo viejo, sindical y políticamente hablando. El oficialismo de ATE, en todo el país, atado al gobierno nacional y sus expresiones en cada lugar, es parte de esa experiencia que las y los trabajadores estamos superando. En Neuquén, por ejemplo, actuaron contra la autoorganización del equipo de salud, llegando incluso a exigir la intervención judicial para reprimir los piquetes. En CABA, después de aplaudir el acuerdo paritario de SUTECBA con Larreta; el 12 de mayo pasado en nuestro Día Internacional, llamó a una pequeña e intrascendente movilización (junto a SITRE y la “Inter”) a la Jefatura de Gobierno, en lugar de sumarse y aportar a la imponente Marcha de Antorchas de ALE que terminó en Plaza de Mayo. Así, trataron de dividir –sin lograrlo- y evitar que el reclamo tocara al gobierno nacional. Por otro lado, cultivan el personalismo de algunos “caudillos” (varones, sobre todo, en un colectivo mayoritariamente de mujeres) que se prestan a denuncias amarillistas en medio de la pandemia para tener algo de espacio en los medios. Al mismo tiempo, se promocionan como “candidatos” para la interna del PJ en la Ciudad (“un enfermero a la Legislatura”). De organizar seriamente a la enfermería por la base, ni hablar. El SITRE, como proyecto además de no tener fuerza en ningún hospital, está ligado al viejo peronismo y, por lo tanto, de allí nada nuevo ni bueno puede salir.
En este punto, somos categóricas: estos proyectos, sumados a los sindicatos municipales en muchos lugares del conurbano y la provincia de Buenos Aires, son parte de lo viejo.
Sindicalismo de nuevo tipo: la apuesta de ALE como herramienta
Es lógico que la enfermería, como la mayoría de la clase trabajadora, esté harta de las conducciones sindicales que conoce. No solo es lógico, sino muy positivo. Esa razón lleva a autoorganizarse, autoconvocarse y actuar de forma independiente de todas las estructuras tradicionales. Es una sana reacción anti-burocrática, en defensa propia. Nuestra experiencia, a la vez, nos llevó a sacar la conclusión que hacía falta un nuevo modelo sindical. Por eso, esta etapa de construcción de ALE como sindicato de la enfermería, sintetiza tres vertientes distintas que se retroalimentan y enriquecen:
– Una camada de compañeras de largo recorrido en defensa, muchas veces solitaria, de la profesión contra las injusticias del modelo médico hegemónico.
– El activismo de la nueva enfermería autoconvocada que viene encabezando la organización por hospital y que se fue sumando al proyecto de ALE.
– Algunas de nosotras, que luchando por un modelo sindical combativo, democrático e independiente de todos los gobiernos, encontramos nuestro lugar para aportar.
Todo al servicio del reconocimiento de la enfermería con salarios de piso igual a la canasta familiar, capacitación permanente en servicio y equivalencia de derechos con todos los profesionales de la salud. Y acá en CABA, con la inclusión en la Ley 6035. Con un paciente trabajo de base, hospital por hospital y la democracia sindical como una bandera irrenunciable. Defendiendo la pluralidad ideológica y el libre choque de ideas; para unir al equipo de salud, con una concepción inter-disciplinaria. Para luchar por otro modelo de salud pública, como derecho social del pueblo, con presupuesto y vacunas como prioridades, no el FMI y los laboratorios. Con estos parámetros estamos poniendo piedra sobre piedra para empoderar a nuestro colectivo.
Andrea Ramírez y Carolina Cáceres, referentes de ALE y Alternativa Salud (CABA)