El 11 de octubre el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer su nuevo informe titulado Perspectivas de la economía mundial[i]. Reconociendo que la economía va hacia una leve recuperación, no descarta “reveses” y sentencia, a pesar de la reactivación mencionada, un desplome del 4,4% en el PIB mundial. En ese marco los pronósticos para Argentina no son los mejores, el organismo multilateral proyecta una caída anual del 11,8%.
Al igual que el pronóstico del ministro de economía Martín Guzmán, el Fondo empieza coincidir con que el promedio de la caída del PBI local va a rondar los doce puntos. Es una previsión casi exacta si se miran los demás indicadores que se han desplomado durante el año. De esta forma para el FMI, el país se ubica entre los 24 países más afectados por la recesión económica que se produce este año.
Sin embargo, los países más afectados por la vigente crisis económica comparada con la de 1930, particularmente Latinoamérica y el Caribe, se encuentran bajo el tutelaje del propio FMI. Lejos de evitar que este deterioro económico recaiga sobre quienes generaron la propia crisis, el organismo reitera sus recetas de ajuste fiscal contribuyendo a la decadencia material que está padeciendo esta parte del mundo.
Las venas abiertas de Latinoamérica
Antes de que se comenzara a desarrollar la pandemia del Covid-19, la región ya estaba presentando una contracción. Según un estudio de la Cepal[ii], el crecimiento económico ya venía promediando menos de un punto anual, desde 2014 al 2019 y no se mostraban indicios de recuperación. Con la aparición del coronavirus la perspectiva es aún más complicada, el mismo informe señala que haya una “caída de la tasa de crecimiento del 9,1% acompañada de aumentos significativos de la tasa de pobreza, que alcanzará un 37,3%; un incremento de la tasa de desocupación, que se prevé en torno al 13,5%, y un recrudecimiento considerable de la desigualdad”.
Los buenos augurios no están para nada en el corto plazo de la economía regional, tal vez los reveces a los que se refiere el FMI se los puede sintetizar en la previsión que realiza la Cepal “A pesar de las medidas fiscales y monetarias que han implementado muchos países de la región, la demanda agregada —en particular el consumo y la inversión— se ha reducido de manera significativa durante 2020. La caída de la actividad económica no solo refleja los efectos de los choques de la oferta y la demanda, sino que se enmarca en un contexto en que la productividad es baja y su tasa de crecimiento se encuentra estancada o es negativa, lo que tampoco contribuye a potenciar el crecimiento económico de mediano plazo y a poder avanzar hacia una reactivación y reconstrucción inclusiva y sostenible”.
Las deudas, una bomba de tiempo
Al mismo tiempo que la región sigue profundizando su crisis, presentando ejemplos como el de Argentina con 40% de pobreza y Venezuela con un salario mínimo de U$S 1 impidiendo prácticamente la reproducción de la vida material de los trabajadores, como correlato aumentan las deudas públicas de estos países.
Este drama se magnifica cuando las economías son totalmente dependientes de su matriz reprimarizada, que percibe ingresos únicamente por la exportación de commodities y un mundo que se cierra cada vez más producto de la paralización del mercado. Como Michael Roberts indica en su artículo Debt disaster with no escape[iii], esto genera un drama mayor ya que “gran parte de la deuda está denominada en dólares estadounidenses y, a medida que esa moneda hegemónica aumentara de valor como “refugio seguro”, la carga del reembolso aumentará para las economías dominadas del “sur”. En el caso de la región es preocupante, retomando los datos del informe de la Cepal se puede ver un diagnóstico en el que los países centrales de conjunto han aumentado su deuda pública bruta en más de 9 puntos. Tan sólo en un año la deuda total pasó del 46% del PIB regional al 55,3%.
Sin posibilidad alguna para saldar sus deudas estos países se están quedando fuera de destino para las inversiones privadas. Roberts remarca que a su vez esto provoca el siguiente fenómeno, “Como resultado, las monedas de los principales mercados emergentes se han hundido en relación con el dólar y otras monedas “duras”, lo que dificulta aún más el pago de las deudas”.
Salir del Fondo y declarar un default soberano
Como venimos advirtiendo, los responsables de crear el monstruo se asustan del mismo. Este es el rol del FMI que se lamenta de profunda crisis que golpea a Argentina en particular y Latinoamérica en general. Los discursos humanistas de Gerogieva, la referente del organismo, es sólo eso. Mientras tanto la ortodoxia monetarista del fono no ha cambiado, los dólares prestados los reclama y sin importar si es por medio de un ajuste fiscal que refieran a reformas previsionales, laborales e impositivas, en los mismos países por los que se lamentan los índices de pobreza.
Por lo tanto, para todos los países que se encuentran dentro de este organismo no hay otra salida más que romper con el mismo y declarar un default soberano. Tener las riendas de las economías es necesario para cambiar el rumbo de una crisis que puede llevar a grandes franjas de la población regional a vivir en condiciones de plena miseria. Las revueltas de Ecuador del año pasado, rechazando los planes de austeridad auspiciados por el Fondo, son el camino a seguir para en la calle conseguir los cambios que los gobiernos capitalistas no tienen pensado hacer en sus escritorios.
Notas
[i]Un largo, desigual e incierto camino cuesta arriba https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=14361
[ii] Estudio Económico de América Latina y el Caribe Principales condicionantes de las políticas fiscal y monetaria en la era pospandemia de COVID-19. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/46070/89/S2000371_es.pdf
[iii] Debt disaster with no escape https://thenextrecession.wordpress.com/2020/10/12/debt-disaster-with-no-escape/