¿Qué pasó?
En la semana del martes 16 al viernes 19 de septiembre se llevaron a cabo las elecciones para el Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales y Artes (CECSEA); Centro de Estudiantes de Ciencia y Tecnología (CECyT) y Centro de Estudiantes de Economía y Administración (CEEA), en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Los resultados finales de las elecciones de este año en el CECSEA no mostraron muchos cambios cualitativos con aquellos que habían dejado las del 2023. La alianza del peronismo y otras fuerzas afines, bajo el nombre de “La Juana Azurduy” (La Cámpora – JUP – MUI/PC – CEPA/PCR), se consolidó nuevamente como la ganadora y renovó por otro periodo bianual la presidencia del Centro, sacando un porcentaje del 44,3%. Estamos hablando de un Centro que día a día se ve más vacío de contenido y de luchas y más alineado a las políticas de administración del ajuste que impone el rectorado. No obstante, su conducción logra aún aparecer como un supuesto “escudo” más útil frente a los avances del neoliberalismo contra la educación. Sin embargo, dentro del peronismo no imperó la concordia y el acuerdo, ya que hubo una escisión que se presentó de forma autónoma bajo el nombre de “La Huella”. Este grupo autodenominado “apartidario” e independiente (vaya si existe tal cosa), en realidad es un reciclado de peronistas, que incluye también a libertarios. Logró sacarle un porcentaje de votos al peronismo oficial que lo posicionaron en las elecciones de Ciencia y Tecnología, y le alcanzaron para obtener ajustadamente una secretaría en el CECSEA con un 7,6 por ciento.

Por otro lado, se vio un leve avance de la Unión Cívica Radical presentándose como siempre, con el nombre de “Franja Morada” sacando un resultado alejado del ganador con un 25,6%. Este avance no fue tan grande, ya que solo suma tres puntos en relación al 2023, a pesar de haber volcado a la elección un aparato monstruoso de militantes de otras universidades. Sin embargo, no deja de ser un crecimiento que, de una forma u otra, refleja que la política clientelar que vienen desarrollando este último año en el CEEA estaría resonando en el departamento de Sociales. Lo que empalma con un sector del electorado más despolitizado y ajeno a las tradiciones de lucha del movimiento estudiantil.
¿Y la izquierda?
La izquierda por su parte, a diferencia del 2023, fue separada. Por un lado, nos presentamos la lista del Frente de Izquierda Unidad, bajo el nombre de “Estudiantes al frente y de izquierda” (PTS – MST – IS); y por el otro, la del Nuevo Mas bajo el nombre de “Ya Basta. La izquierda en la UNQ”. Esta división repercutió en un leve retroceso de la izquierda de conjunto de casi 4 puntos con respecto a la lista unificada de 2023, llevando a que la lista del FITU sacase un 14,8% obteniendo una de las dos secretarías que poníamos en juego y manteniendo un Consejero Departamental, mientras que la del Nuevo MAS obtuvo un módico 7,4%, terminando en último lugar y perdiendo la secretaría que había conquistado en las elecciones pasadas. Con respecto al espacio de representación en la UNQ de conjunto, se retrocedió perdiendo un Consejero Superior y las dos secretarías antes mencionadas. Bastaba con mantener la unidad de ambas listas para sostener todas estas representaciones. Este estancamiento de la izquierda, más allá de que la elección del FITU fue largamente superior a la del Ya Basta, es producto de la falta de unidad, pero no sólo en las elecciones, sino a lo largo de todo el año en que no existe un trabajo común entre las distintas agrupaciones. Desde el MST, nos cansamos de presentar propuestas para acordar una lista en común tanto a los compañeros del PTS como del Nuevo MAS que sistemáticamente rechazaban. Priorizan más la competencia entre sus agrupaciones que la necesidad de construir un alternativa real de recambio en la conducción de los Centros de Estudiantes frente al radicalismo y el peronismo. Sobre todo el “Ya Basta” que exige más de lo que realmente su representación política puede ofrecer en la UNQ y tiene una visión distorsionada de su propio peso real. Nuevamente el sectarismo imperó, evitando una posible unidad que al menos hubiera permitido mantener los espacios conquistados en el 2023. Todo esto deja en un lugar vulnerable al estudiantado de la UNQ, que viene sufriendo los azotes ajustadores tanto del gobierno de Milei, como de la gestión de Alfonso. Esto se va a ver reflejado en el Consejo Superior a partir del 2026, donde al haber solamente consejeros peronistas y radicales, que actúan de forma muy tibia y siempre acompañan a la política que marca el status quo universitario, la representación estudiantil va a quedar debilitada.
¿Qué hacer?
Con el mapa ya definido, la izquierda debe organizarse de forma más concreta y en unidad y dejar de lado sus mezquindades políticas para lo que viene. Ante un panorama donde el gobierno busca ajustar aún más a los sectores populares y a las universidades, y que se va a profundizar durante el 2026, es importante impulsar la organización del movimiento estudiantil desde cada curso para enfrentar estas políticas. La lucha debe continuar y no debemos retroceder ni un paso más frente al enemigo ajustador.
Nicolás Rizzo