Acaba de concluir la primera elección estudiantil en la Universidad de Buenos Aires bajo el gobierno de Javier Milei. Presentamos un análisis preliminar de los resultados en el contexto político en que se desarrollaron.
Vivimos en un entorno de creciente polarización política y social, tanto en Argentina como a nivel global, y esta polarización también ha impactado el ámbito educativo, profundizandose en estas elecciones estudiantiles. No obstante, el escenario electoral no fue el habitual. Desde el inicio de su gestión, Milei ha atacado directamente a la educación universitaria, implementando políticas de ajuste que han afectado severamente al sector. La respuesta de la comunidad educativa no tardó en manifestarse, con la marcha más masiva de nuestra historia el 23A como momento clave. Junto a ella, emergieron formas de resistencia como asambleas autoconvocadas, clases públicas, ruidazos y el salto de molinetes, demostrando el amplio descontento.
A este contexto se suma que muchos de los estudiantes actuales son jóvenes que no han tenido la oportunidad de participar en procesos de lucha significativos, más allá del impacto de la marea verde, y que además han sido profundamente afectados por la pandemia. Este contexto particular contribuye a una cierta despolitización en sectores del movimiento estudiantil, que aún están reencontrándose con las dinámicas de la organización colectiva.
Es importante señalar que este proceso no es meramente objetivo, sino también el resultado de una orientación política consciente por parte de las direcciones hegemónicas. La falta de continuidad en las luchas —sumada a las maniobras de las autoridades universitarias y los rectores, que lograron enchalecar el proceso tras la marcha masiva— refuerza esta estrategia de contención, dejando al movimiento estudiantil sin una política clara para enfrentar el ajuste.
Este cuadro mixto, donde conviven procesos de movilización, confusión/despolitización, sumado al rol de las direcciones, generó una incertidumbre sobre cómo se verían reflejadas estas tendencias en las elecciones.
Nuevo Espacio: gigante con pies de barro
En los últimos años, Nuevo Espacio (UCR-Cambiemos), la fuerza estudiantil aliada al rectorado, había logrado consolidarse en las elecciones de la UBA, recuperando varios centros de estudiantes y promoviendo un modelo de gremio estrechamente vinculado a la gestión y las autoridades. Sin embargo, este crecimiento es más frágil de lo que parece. Mientras consolidaban su hegemonía, La Franja Morada sufrió un retroceso relativo, aunque obtuvo victorias como arrebatarle a PO el Centro de Estudiantes de Farmacia y Bioquímica. (este centro tiene un menor protagonismo en las dinámicas generales de la UBA, dado que su tamaño e impacto son más reducidos en comparación con otras facultades).
El verdadero golpe para Nuevo Espacio ocurrió en las facultades donde los estudiantes protagonizaron procesos de lucha. Allí, el movimiento estudiantil, autoorganizado en defensa de la educación pública, provocó el retroceso de esta fuerza. En FADU, Sociales, Psicología y Medicina, donde la movilización marcó el primer cuatrimestre, Nuevo Espacio sufrió importantes derrotas. En FADU y Sociales, perdió el centro a manos de frentes kirchneristas (Capora-Mella-Evita), mientras que en Medicina y Psicología, aunque siguen superando el 50% de los votos, la caída electoral es notoria.
Es importante destacar que las autoridades, dirigidas por la UCR y Yacobitti, buscaron contener el ajuste brutal del gobierno de Milei con medidas como decretar la emergencia salarial docente, iniciar el cuatrimestre con paro no-docente y avanzar con la media sanción de la Ley de Financiamiento Universitario. A pesar de estas maniobras que sembraron confusión, en las facultades donde la lucha fue protagonista, no pudieron evitar el retroceso.
Con los resultados sobre la mesa, Nuevo Espacio sigue siendo la principal fuerza estudiantil, pero el proceso de movilización y lucha del primer cuatrimestre ha comenzado a desgastar su poder. Su gestión de los centros de estudiantes como “shoppings”, enfocados más en servicios que en la participación política, demuestra que es un gigante con pies de barro, vulnerable ante la autoorganización consciente del estudiantado.
El posibilismo encubre su identidad y capitaliza el descontento
Los resultados electorales demuestran que, en varias facultades, el estudiantado optó por las variantes progresistas como una forma de castigar a las conducciones de Nuevo Espacio. En Sociales y FADU, lograron quedarse con el centro de estudiantes, mientras que en Psicología y Medicina crecieron lo suficiente para obtener representación en los consejos directivos por la minoría.
En Filosofía, único centro en disputa entre peronismo e izquierda, los resultados fueron prácticamente idénticos a los de la última elección. El crecimiento del peronismo se debe, por un lado, a la incorporación de Aquelarre y, por otro, a la dispersión de las listas de izquierda: el Frente de Izquierda, Política Obrera y, en particular, Ya Basta. La postura rupturista de Ya Basta, en lugar de una política de unidad entre estas fuerzas, probablemente impidió que el CEFyL (Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras) fuera ganado por la izquierda.
La pregunta surge naturalmente: ¿Cómo es posible que el peronismo, en medio de su propia crisis, haya logrado este avance? La respuesta radica en varios factores. Por un lado, las agrupaciones peronistas supieron presentarse como la opción más viable para castigar a Nuevo Espacio, pero lo hicieron encubriendo su identidad política. Sólo tras los resultados finales de los escrutinios quedó expuesta su verdadera pertenencia peronista, que fue cuidadosamente disimulada durante toda la campaña. En segundo lugar, su estrategia de unidad —articulando con sectores como La Cámpora, Mella y Evita— les permitió mostrarse como una coalición coherente, en contraste con las divisiones de la izquierda.
Además, al desviar el foco del debate sobre el gobierno nacional y centrarse en la crisis educativa, lograron capitalizar un perfil político local disociado de su complicidad con las políticas nacionales de ajuste. Por último, no podemos dejar de mencionar los errores recurrentes de la izquierda, cuyas divisiones y falta de claridad estratégica facilitaron el avance del peronismo, un tema que desarrollaremos en mayor profundidad más adelante.
La fuerza del gobierno no hace pie
La Libertad Avanza ha intentado utilizar estas elecciones para posicionarse como una fuerza relevante dentro del movimiento universitario. Sin embargo, los resultados muestran un claro rechazo del estudiantado a esta fuerza anti-educativa. Solo en la Facultad de Ingeniería lograron un resultado significativo, alcanzando poco más del 15% de los votos. Fuera de esta excepción, el desempeño ha sido mediocre: 6.8% en FADU y 6.7% en Medicina.
El intento de irrupción de esta fuerza llegó al colmo en la Facultad de Ciencias Sociales, donde ni siquiera pudieron presentar su lista. No sólo fracasaron en conseguir los 50 avales requeridos para participar, sino que además nuestro candidato a presidente de La Marea/MST les impugnó la lista, denunciando cómo los enemigos de la universidad pública. Este rechazo contundente no es casualidad: refleja el claro posicionamiento de la comunidad educativa en defensa de la universidad pública y contra las políticas de ajuste que La Libertad Avanza representa.
Más allá de esto, no podemos subestimar a esta fuerza que evidentemente refleja una tendencia política y social, y en el próximo periodo puede llegar a aparecer como un nuevo sujeto político, también en el movimiento estudiantil..
La izquierda: una oportunidad desaprovechada
Ante los movimientos de resistencia a las políticas del gobierno y el primer proceso de lucha educativa desarrollado en el primer cuatrimestre, la izquierda enfrentó un escenario donde tenía la posibilidad de dar un salto, luego de varias elecciones que marcaron un retroceso. El contexto político ofrecía una oportunidad clara para retomar el protagonismo perdido: un gobierno de ultraderecha que abiertamente amenaza la universidad pública y pretende privatizarla; conducciones estudiantiles cómplices de este ataque, que no han movido un dedo para organizar a los estudiantes en defensa de la educación; y un peronismo debilitado no solo por la derrota electoral de Massa, sino también por la crisis política generada por las denuncias de violencia de género contra Alberto Fernández. Las condiciones estaban dadas para que la izquierda, con audacia política, recuperara el protagonismo. Sin embargo, esto no sucedió. ¿Por qué? La respuesta es simple: no quiso.
El potencial de la izquierda está limitado por el falso hegemonismo del PTS, que, como se ha demostrado, no es tal, ya que en los casos en que rompió el frente y compitió en solitario, perdió. En su reciente balance, el PTS celebra haber “militado mucho” (¡Qué logro tan monumental! ¿Vieron qué bien se siente?), lo cual pinta un cuadro claro de su desconexión y falta de autocrítica. En el copete de su nota “Elecciones UBA: Milei no hace pie, prevalece la falsa oposición ¿y la izquierda qué?” afirman que la red de agrupaciones que impulsa la Juventud del PTS (asociada a Myriam Bregman y Nicolás del Caño) se ha convertido en la corriente predominante del espacio de la izquierda en la UBA. Esta afirmación es un claro ejemplo de la desorientación total del PTS.
En lugar de fortalecer la unidad de la izquierda, el PTS intentó imponerse sobre las demás fuerzas sin ofrecer diferencias programáticas. Su estrategia de hegemonizar todas las listas y de autoproclamación como la “corriente predominante” es insostenible, como su escaso esfuerzo en la militancia durante el año y su limitado enfoque, casi exclusivo, en la autopromoción en torno a la figura de Myriam Bregman. Esta orientación los llevó a romper los frentes unitarios en facultades clave como Exactas y Medicina, donde el resto del FIT-U había trabajado por listas de unidad. Esta división, lejos de promover una política efectiva, debilitó al PTS, permitió el avance del peronismo y resultó en una elección modesta para las fuerzas mayoritarias del FIT-U.
Invitamos a los compañeros que intentan encubrir su fracaso político festejando esta elección, que revisen las actas de escrutinio de las elecciones: en todas perdieron. Sin embargo, les sugerimos que vean su derrota como un mensaje positivo. Lo que realmente ganó fue la política de unidad, que pone las causas por delante de los nombres, mientras que la política divisionista de autoproclamación, sectaria y excluyente, fue la que perdió. Estos errores básicos de “la corriente predominante” sirvieron en bandeja al peronismo la elección, llevaron a la izquierda a una posición testimonial y frustraron la posibilidad de desarrollar una política efectiva. Por suerte, los estudiantes castigaron estas posiciones una vez más.
Por otro lado el PO se encuentra más preocupado por disimular su notorio retroceso que en plantear la necesidad de retomar la iniciativa. Esto lo lleva a gastar más tiempo y energía en tener que demostrar lo que ya no es, que a poder discutir una política colectiva y unitaria que permita darle una perspectiva distinta al conjunto de la izquierda.
Finalmente, una mención para la agrupación menor que tiene presencia fundamentalmente en Filosofía y Letras: Ya Basta – Nuevo MAS. Aunque su participación electoral en la UBA es mayormente testimonial y su peso orgánico intrascendente, esta organización ha enfocado su política nacional en esta facultad. Su postura aislacionista complicó una posible coalición de izquierda, obstaculizando la unidad necesaria para disputar el CEFyL. La autoexclusión del FITU, impuesta por ellos mismos, ha generado una deriva política con claras señales de descomposición tanto metodológica como programática..
Las fuerzas estudiantiles del MST, un avance que no es suficiente
En los últimos dos años, las agrupaciones estudiantiles impulsadas por el MST han crecido y aumentado su intervención en el movimiento estudiantil. Este crecimiento se ha reflejado en las posiciones alcanzadas dentro de las listas del FITU. Sin embargo, esto no es suficiente; Necesitamos abrir un debate sobre la perspectiva que debe adoptar la izquierda si quiere volver a disputar la conducción del movimiento estudiantil.
Dentro de la magra elección de la izquierda, como organización hemos logrado una serie de avances: recogimos una secretaría en FSOC donde encabezamos, nos incorporamos a la rotación de la secretaría ganada en Psicología, y en Filosofía entramos en la rotación de las juntas de Artes, además de retener la mayoría alcanzada en Historia. En Letras, elección que encabezamos, quedamos a 21 votos de ganar la mayoría y formamos parte de la rotación de la minoría obtenida. En FSOC, nos quedamos a solo 8 votos de volver a incorporarnos a la junta de Trabajo Social, con el destacado protagonismo de La Marea-MST, que organizó una olla popular en medio de la elección, cambiando la tendencia a mitad de semana.
Hemos intervenido en la elección convocando a los estudiantes a realizar una Rebelión en los Centros: frente a la complicidad de Nuevo Espacio y la tibieza de las variantes del peronismo. A medida que la tendencia de resistencia a las políticas del gobierno se desarrolle, tendremos que dar una batalla para que esta tarea sea tomada del conjunto del movimiento estudiantil, como única variante para reconvertir a los centros de estudiantes en las herramientas de lucha en defensa de la educación.
Sin embargo, más allá del buen desempeño y los avances alcanzados como organización, si no logramos una mejor articulación colectiva, será difícil para la izquierda superar el reto que tenemos por delante: volver a ser una alternativa para el movimiento estudiantil. Mientras el debate gravite en el encabezamiento de una lista o sobre quién es “la corriente predominante”, en lugar de enfocarse en la política para derrotar a la derecha y superar al peronismo, la izquierda estará condenada a resultados magros. Hacer el balance correcto nos permitirá corregir para el futuro. Si el capricho infantil continúa dominando, será difícil lograr el crecimiento que necesita el movimiento estudiantil.
Lo que se viene
Mientras gobierne Milei, la universidad no puede bajar la guardia. Privatización, vouchers, lucha salarial, achicamiento presupuestario, serán amenazas permanentes por parte del gobierno. Frente a esto, como hemos dicho a lo largo de toda la campaña, tanto la complicidad del Nuevo Espacio, como la tibieza de las variantes peronistas son dos posturas a combatir y derrotar en el debate estudiantil. Este primer cuatrimestre, si algo demostró, es que los estudiantes tienen reservas de lucha y organización con los cuales hacerle frente al gobierno y las autoridades. Meternos de cabeza en los procesos, discutir colectiva y democráticamente, y ganar a les estudiantes para posiciones independientes es la gran tarea que tenemos por delante. Estamos a tiempo de cambiar, demos la lucha en unidad.
Juventud Socialista MST CABA