Los resultados del domingo a la noche marcan un punto de inflexión. Son de esos momentos que hacen trastabillar todos los planes políticos previos. Son una foto, en este caso tremenda para el gobierno nacional, que aparece con la posibilidad de transformarse para el oficialismo, en una película de terror.
Solo cuatro días antes en Moreno, en un acto de cierre libertario con poca gente presente en forma genuina y algo de gente que llegó pagada, Milei había vuelto a nacionalizar la elección a fondo y a insistir en que iban a pintar de violeta la provincia. Nada de eso sucedió y gran parte de la población decidió darle un tremendo golpe político. La fuerza del presidente, La Libertad Avanza, fue barrida, quedando en segundo lugar y separada del primer puesto por una brecha abrumadora de más de trece puntos porcentuales. Una diferencia que refleja el descontento y el desgaste entre el gobierno y un amplio sector de la sociedad.
La Libertad Avanza del presidente Milei junto al PRO que lo acompaño desde atrás, quedó relegada a un distante y amargo segundo lugar con apenas el 33% de los votos. Esta cifra representa una caída estrepitosa para una fuerza que aspiraba a pintar la provincia de violeta y que ahora evidencia su techo electoral y su rápido desgaste. La derrota fue tan contundente que solo pudo ganar en dos de las ocho secciones electorales: la Quinta y la Sexta. Perdió en todas las demás, incluyendo perder claramente en la 3° y en la 1° sección, las dos más pobladas. La paliza fue muy importante, allanando cualquier duda sobre el mensaje enviado por el electorado.

Las elecciones de Provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más grande y significativo del país, decidía la renovación de 46 diputados y 23 senadores provinciales, además de concejales y consejeros escolares. Solo que, por encima de esos cargos, los comicios se transformaron en un plebiscito sobre la gestión del presidente. El resultado fue categórico: Milei besó la lona. Tan solo atinó a levantarse para hablarle a los suyos desde su Bunker. Y allí volvió a perder la poca credibilidad que le queda, con un discurso que parecía no entender nada de lo que estaba pasando. Amagando con una muy tibia autocrítica, para rápidamente ratificar el rumbo de todo. Popularmente se dice que fingió demencia y siguió para adelante. Solo que adelante hay una dura pared con la cual va a estrellarse. Ya se lo recordaron desde el lunes a primera hora los mercados, que arrancaron hundiendo las acciones argentinas en Wall Street y el dólar apretando el acelerador. Detrás de esto, es evidente, la gran burguesía y el poder financiero imperialista ya empiezan a tener más dudas e incertezas sobre este gobierno y su futuro.
Razones de una derrota contundente
A lo largo del país millones de trabajadores y jóvenes están festejando la derrota de Milei, un sentimiento que compartimos. A la vez es necesario profundizar en los motivos de su caída. Esta jornada electoral en Buenos Aires, se desarrolló bajo la sombra de una crisis política, detonada apenas hace unas semanas por el escándalo de corrupción de ANDIS. Los audios del exfuncionario Diego Spagnuolo, que implicaban a la propia hermana del presidente, Karina Milei, y a su entorno más íntimo en una trama de coimas, sumergieron al gobierno en un escándalo inédito, desarmando hasta los cimientos su discurso de “casta” versus “pueblo“. Sin embargo, este escándalo fue la gota que rebalsó el vaso, pero es solo una parte del análisis que explica la contundencia de la derrota.

La explicación central de este resultado se encuentra en el malestar social acumulado, un descontento que brota del bolsillo vacío de millones de familias trabajadoras. La derrota también se explica porque hubo sectores muy sensibles que hace meses enfrentan consecuentemente al gobierno, como las y los jubilados, los trabajadores del Garrahan, el colectivo de la discapacidad, la universidad y la ciencia, los sectores obreros reclamando por salarios dignos. Las urnas bonaerenses hicieron realidad lo que ya se palpaba en las calles: el rechazo mayoritario a un modelo de ajuste económico, represión y recorte sistemático de derechos. Por eso la derrota de Milei es el triunfo de todos los sectores que venían luchando contra este gobierno y que evidentemente tienen un fuerte apoyo social que ahora deben usar a su favor.
¿Por qué gana el peronismo?
El resultado final no dejó lugar a la especulación y pinta un panorama político reconfigurado para la provincia. Los resultados oficiales confirmaron la magnitud del revés para el oficialismo nacional y delinearon un nuevo tablero de fuerzas. El frente peronista Fuerza Patria, se alzó con una victoria holgada, obteniendo el 47% de los votos. Esta cifra, si bien le otorga un triunfo indiscutible que rápidamente salió a tratar de capitalizar, debe leerse con precaución y también en profundidad. Ya que en primer lugar; habla más de un voto útil anti-Milei, que de un apoyo entusiasta a su gestión provincial. De ninguna manera hay un 47% que apoya el proyecto del peronismo, dentro de ese porcentaje hay una gran franja que lo vota con la nariz tapada. Sobre el final, un sector de la población se decidió a ir a votar, el 63%, más que en todas las elecciones de este año, son el reflejo de que una franja quería hacer perder a Milei y encontró para eso la posibilidad en quien podía ganarle; el peronismo. Que encabezado por Kicillof capitaliza ese voto de protesta contra el gobierno nacional. Otro sector, también importante, se mantuvo sin ir a votar como otra forma de descontento social.

Es en este punto donde se vuelve crucial realizar una lectura precisa y no celebratoria del triunfo del peronismo de Fuerza Patria. Su primer puesto no representa, de ninguna manera, una victoria propia nacida de sus virtudes o de un respaldo genuino y masivo a su proyecto. No debe olvidarse que el peronismo es oficialismo en la provincia y que el gobierno de Axel Kicillof, junto con la inmensa mayoría de los intendentes que integran sus listas, aplica su propio ajuste sobre los trabajadores bonaerenses.
Lejos de presentar una oposición firme para derrotar y frenar al gobierno ahora, la victoria peronista ya mostró sus límites estratégicos en la noche del domingo, cuando el propio Kicillof, en su discurso triunfal, llamó a Milei a “dialogar“ a “negociar” y a “cambiar el rumbo“. Una posición que busca administrar el descontento, canalizarlo institucionalmente y desactivar todo su potencial movilizador, en lugar de alentarlo y profundizarlo para derrotar definitivamente el plan de hambre. Más allá de las sanas intenciones de sus votantes y simpatizantes, no es de extrañar que la dirección del peronismo aliente esta política, desde un palco repleto de intendentes ajustadores y representantes de la burocracia sindical que todo este tiempo, no movió un dedo para enfrentar a Milei. Es lógica está política equivocada, porque no podemos olvidar tampoco que el PJ es un puntal del régimen burgués argentino, por lo tanto siempre actúa desde su defensa sin sacar los pies del plato. Esa ubicación del PJ, es la que intentará aprovechar Milei en busca de tiempo para recomponerse. Algo que tal vez, igualmente, ya no pueda lograr.
La tercera opción ligada a otros gobernadores
La tercera fuerza a nivel provincial fue Somos Buenos Aires, con el 5.2%, Apoyada en algunas secciones del interior y como reflejo de la crisis y fragmentación del espacio de centroderecha no peronista. Un sector que, de manera oportunista, para no quedar atado a la crisis por la que transita el gobierno, creo su propio sello, evidenciando el aval de un sector burgués, que alienta un fenómeno más nacional, encabezado por Córdoba y Santa Fe, el nuevo espacio “Provincias Unidas”.
Construido por dirigentes políticos que hasta hace muy poco fueron fundamentales para que el gobierno de Milei pueda avanzar con el ajuste actual en el Congreso. Al calor de esta derrota libertaria, seguramente este sector decidirá profundizar su armado hacia octubre,donde espera nacionalizarse aún más.
Buena elección del Frente de Izquierda, siendo 3° fuerza en el conurbano
Un dato muy importante de esta elección, fue que pese a que un sector de la población eligió un voto útil para derrotar a Milei, igualmente una importante franja de trabajadores y de la juventud, decidió acompañar y votar al Frente de Izquierda, que superó el 4,3 % a nivel de toda la provincia y en la 3° sección obtuvo una mayor votación y logró obtener dos bancas de diputados, una nueva conquista política para esta coalición de izquierda anticapitalista y socialista. A diferencia del voto al peronismo que contiene una gran parte de votos prestados, el FIT-U soporta la polarización porque expresa una importante franja convencida de darle apoyo a una alternativa diferente y de izquierda.

El FIT-U, aunque por poco no llegó a ser tercera fuerza en toda la extensa provincia de Buenos Aires, sí lo fue en su zona central de mayor cantidad de población y más estratégica; salimos 3° fuerza en la 1° sección con el 4,2%, también en la 3° sección con el 5,6%, es decir en las dos secciones que agrupan al conjunto de los municipios obreros y populares de todo el conurbano. Y también fuimos 3° fuerza en la 8° sección de La Plata, Capital provincial, obteniendo ahí el 5,5%. Todos reflejos de que la izquierda mostró más niveles de apoyo y fuerza en todos los grandes centros neurálgicos del electorado obrero y popular. Este crecimiento no fue circunstancial ni aislado; en municipios obreros clave como La Matanza, la izquierda superó el 7%, mientras que en distritos como Merlo, Quilmes, Berisso y Lanús los resultados fueron igualmente significativos. Fue una campaña hecha a pulmón, sin acceso a los recursos millonarios de los aparatos tradicionales ni a la publicidad mediática masiva y sin recursos otorgados por del Estado para hacer campaña. Aún así, con gran esfuerzo, supo conectar con un sector de la sociedad, cansado de las opciones tradicionales.
El Frente de Izquierda, sale de esta elección bien ubicado de cara a todo lo que viene. Desde ya es mucho más lo que podría avanzar, tanto en elecciones como sobre todo en las luchas sociales, si se dispusiera a avanzar a ir mucho más allá de un frente electoral. Si tan solo como unidad electoral hemos conseguido todo esto, no es difícil imaginarse cuanto más podríamos incidir sin esa limitación. De cara a las convulsiones y tensiones sociales que se vienen, más que nunca desde el MST insistimos en nuestra propuesta: que el Frente de Izquierda avance a conformar un partido común de tendencias o corrientes internas organizadas democráticamente, que permita incluir a referentes sociales, intelectuales y grupos aliados que nos acompañaron en esta elección. En la noche más oscura de Milei y frente a las luchas y crisis de envergadura que se acercan, todo este debate de fondo y estratégico adquiere actualidad y urgencia.
La performance electoral del Frente de Izquierda es relevante y su resultado no es un dato menor; es el reflejo de una campaña construida desde abajo, en los barrios, en las fábricas y en las universidades, que se presenta como una opción consecuente y sin doble discurso. Como afirmó nuestra diputada electa del MST en el FIT-U, Ana Paredes Landman durante la celebración del domingo a la noche: “La derrota del gobierno, que hoy ha quedado expuesta y que incluso muchos señalan como una caída contundente, no se explica únicamente por el escándalo de las coimas, sino fundamentalmente por la acumulación de luchas que lo enfrentaron en la calle. Allí estuvieron los trabajadores del Garrahan, los movimientos de discapacidad, los jubilados y tantos sectores populares que, con el acompañamiento del Frente de Izquierda, mantuvieron viva la resistencia mientras otros espacios ligados a la burocracia sindical y al peronismo eligieron la pasividad. El buen resultado electoral del Frente de Izquierda marca un reconocimiento a quienes sostenemos una propuesta consecuente, a quienes no nos damos vuelta y siempre defendemos los derechos de los trabajadores y la juventud en las legislaturas y en los Concejos”.

Hacia esta perspectiva nos preparamos. De mayor crisis, luchas sociales e hipótesis de giros bruscos de la situación en el horizonte. Nos disponemos a fortalecer la pelea en las calles contra este gobierno, a no darle tiempo ni oxígeno, como equivocadamente propone el peronismo. A unir cada pelea por abajo, a coordinarlas e impulsarlas más que nunca y a seguir insistiendo en la necesidad de masificar la lucha para que se vaya todo este gobierno de coimeros, ajustadores y represores. Esa es la tarea entre estas elecciones y las nacionales que vendrán en octubre. Donde ahí también daremos una fuerte pelea política por estos objetivos. Y por hacer cada vez más grande y fuerte una alternativa que luche por un gobierno de los trabajadores y el socialismo.
(Sergio García, autor de esta nota, es Director de Periodismo de Izquierda, dirigente del MST e integra la mesa nacional del Frente de Izquierda Unidad)