Pasaron las elecciones del 22 de octubre y dejaron importantes novedades. Cambios de ubicaciones con golpazo de Milei, Massa aprovechando el momento y un fracaso notorio de Juntos por el Cambio que lo pone al borde de la ruptura. Además, la consolidación del espacio del Frente de Izquierda que obtuvo nuevas conquistas parlamentarias. También se viene un balotaje, al cual la izquierda tiene que responder correctamente. Preparándonos para el país de más ajuste y acuerdos con el FMI que está en el horizonte cercano.
Cuando la noche del domingo comenzaron a llegar los primeros resultados del escrutinio, se empezó a evidenciar que algo había sucedido por fuera de lo planeado por las grandes encuestadoras. Milei, autopercibido “León”, terminó siendo derrotado, algo que estaba por fuera de todos sus pronósticos y planes inmediatos. En su búnker no lo podían creer. Pasaron en solo tres semanas de agitar la posibilidad de ganar en primera vuelta a quedar segundos y tener que ir a un balotaje, arrancando seis puntos debajo de Massa.
¿Cómo pudo pasar esto?
Con notoria desazón seguramente sus cuadros, el aparato libertario y el propio Milei se lo habrán preguntado el domingo por la noche. Todo tiene una explicación política. No son casualidades ni giros inentendibles de la población. El resultado es el reflejo de un país marcado a fuego contra dictaduras, represiones, negacionismos, antiderechos y ataques a lo público.
En el último mes, con la victoria de las PASO en el hombro, Milei y los suyos se sintieron habilitados a ir por más y decir todo lo que opinan y proponen. Confiados por demás en que su triunfo era irreversible se fueron de boca. Privatizar ríos, el mar, negar los 30.000, alentar corridas contra el peso, privatizar los trenes y otras brutalidades anunciadas todas juntas. Creyeron que no tenían límite en su ascenso electoral, pero se equivocaron.
Una importante franja de la población, miles de trabajadores y jóvenes decidieron ponerle un freno. Esto solo se entiende si partimos de comprender que nuestro país estuvo marcado en los últimos cuarenta años por históricas luchas democráticas y sociales. El peso de esa historia una vez más se hizo sentir. Apareció como reserva democrática de un pueblo que no quiere un futuro negacionista y antiderechos en la Casa Rosada. A la vez, ese voto tiene la contradicción que favorece a Massa, un ajustador, aliado del FMI y de la Casa Blanca. Y es una muestra de que en nuestro país cualquier proyecto ultraderechista encontrará resistencia en grandes franjas de la población. Es un hecho que sabíamos podía expresarse y que tuvo un ejemplo evidente este pasado domingo.
Massa capitaliza el temor a Milei
Lo dicho anteriormente es el marco necesario para comprender por qué el candidato oficialista sacó el 36% de los votos, creciendo en alrededor de 3 millones de sufragios. Distintos periodistas se preguntaban cómo puede ser que un ministro de alta inflación, con dólar a más de 1.000 pesos, aumento de pobreza y con el yate de Insaurralde a cuesta pueda crecer en votos y ganar. Y la respuesta es política y no económica. Es un voto de una gran franja en contra de Milei y no centralmente de apoyo a Massa.
Hay miles y miles de trabajadores y jóvenes que son críticos del gobierno, que no llegan a fin de mes, que la reman y reman para comprar alimentos, para poder estudiar. Hay miles que critican su acuerdo con el Fondo. Incluso parte de la base social progresista que tiene Unión por la Patria critica su amigable relación con el círculo rojo. Todo eso puso hasta antes del domingo a Massa en una muy difícil situación. Sin embargo, y como decíamos anteriormente, entró en escena la necesidad de una franja de la población de frenar a Milei, tomaron a Massa como el candidato con más posibilidades de ganarle y ahí pusieron su voto. A esto se sumaron además las últimas medidas de Massa, como la devolución del IVA en alimentos y cambios en el impuesto al salario, que en algo le fueron útiles electoralmente entre algunos sectores.
El triunfo de Massa no tiene nada de cheque en blanco y sí bastante de voto con la nariz tapada. De un voto que más que apoyo a él, es de rechazo a su principal contrincante. Fue como si en el razonamiento de un sector ya lo del domingo hubiera sido un balotaje, quisieron dejar claro que “Milei no”. Lo cual no es directamente un sí a Massa o un apoyo a lo que está haciendo y lo que hará. Es un voto concreto, una especie de barrera contra el negacionismo ultraderechista. Por fuera de eso, miles de esos mismos votantes mañana criticarán a Massa e incluso sectores importantes lo enfrentarán en la calle, a su ajuste y su acuerdo con el FMI. Ningún voto contra Milei va a cambiar esa perspectiva de confrontación en la lucha de clases.
La debacle ¿final? de Juntos por el Cambio
Patricia Bullrich, la tercera candidata en discordia, hizo lo imposible el último mes para salirse del tercer lugar que le daban las encuestas. No pudo hacerlo. La tarea se le volvió precisamente imposible. Jamás pudo revertir el hecho de que Milei le sacara la delantera en las PASO, quedándose con parte de su propia base social. La candidata de la derecha macrista cargó con el fracaso del gobierno anterior de Macri que hace parte del hartazgo de millones a los partidos que han gobernado. Encontró en el propio Macri elogios a Milei en toda la primera parte de la campaña, no pudo sumar a Larreta sino tan solo en una foto forzada a pocos días de las elecciones.
Siendo ya derechista y de reconocida trayectoria represiva como funcionaria, sobre el final quiso fortalecer esa percepción de ser una mujer fuerte para poner orden, como última manera de quebrar votos de Milei. No lo logró y quedó atrapada en un fuerte fracaso. Las caras en su búnker lo dicen todo. El cimbronazo de esta derrota deja un tendal de heridos de gravedad. Juntos por el Cambio navega estos días entre reproches, ataques cruzados entre la UCR y el PRO, y más de uno comenzará en voz baja a hacer las valijas buscando nuevos horizontes. Así las cosas, el invento burgués de armar años atrás alrededor de Macri una nueva fuerza de derecha, hoy camina al borde la cornisa. Y esto no solo es un problema para el PRO, sino para el régimen burgués que no logra estabilizar partidos que se alternen con algo de solidez.
Las tendencias electorales
Mientras tanto, y como un subproducto de este fracaso de Bullrich y el de Milei, fue Schiaretti quien hizo negocio, y como una voz del peronismo federal más ubicado a la derecha avanzó hasta casi el 7%, quedando su espacio como algo más que necesario de cara al balotaje. Pronto Massa y Milei comenzarán a seducirlo.
Igualmente, aun tomando en cuenta que Milei y Bullrich han salido derrotados por distintas razones este domingo 22 de octubre, en un análisis profundo de las elecciones no podemos obviar decir que, de conjunto, se mantiene un corrimiento electoral a derecha. Tomemos en cuenta que la suma de Milei, Bullrich y Schiaretti asciende a algo más del 60% de los votantes. Frente a esto, el voto a Massa representó algo contradictorio, aunque él sí sea parte de un ala ubicada a derecha dentro del PJ. En este caso, el voto a Unión por la Patria fue un voto más contradictorio, que como decíamos reflejó de un sector sanas reservas democráticas de trabajadores y jóvenes contra la ultraderecha de Milei, combinado con lo que aporta y refleja en general el voto a una política y estructura de gobernadores y el aparato político-sindical del PJ que es puntal del régimen burgués del país. Mientras la izquierda anticapitalista y socialista expresada en el FIT-U estuvo cerca del 3% de los votos y una franja de la población decidió no ir a votar.
En esto se evidencia no solo el fracaso del progresismo en el gobierno, que alimenta búsquedas por derecha en franjas importantes; sino también que, si bien hubo luchas sociales importantes, no hubo grandes luchas nacionales ni generalizadas ni desborde a la burocracia sindical, que jugó el rol siniestro de avalar y dejar correr el ajuste todo el mandato del peronismo. Estas causas objetivas actuaron en el último período del país. Y se combinan, en el plano subjetivo con los límites del Frente de Izquierda, que sigue siendo un actor político real e importante, pero no logra dar un salto de calidad hacia adelante ni aparecer como alternativa frente a millones, a causa de no romper con un formato solo electoral ni animarse a convocar a simpatizantes, intelectuales y referentes sociales, obreros y populares que nos votan y apoyan a participar realmente de nuestro frente. Debate que retomaremos en forma imprescindible frente al nuevo gobierno que emerja en noviembre.
La votación del Frente de Izquierda
En el contexto de una elección presidencial muy compleja, nuestro frente logró consolidar una respetable franja de votantes, más de 700.000 a presidente y más de 800.000 a cargos legislativos. Logra crecer un poco en relación a las PASO y de esa forma consolidar una vez más una importante franja de votantes. Es decir que hay miles de trabajadores y jóvenes que superan todo tipo de campaña en contra y todas las maniobras del régimen en medio de sus elecciones, e igualmente deciden votar al FIT-U. Lo que no logra el Frente de Izquierda es dar un salto grande, ni aparece como alternativa ante franjas de masas. Ese es su principal límite político.
Dentro de lo positivo a destacar, la votación alcanzada permitió el logro político de conquistar una nueva banca en el Congreso Nacional desde la provincia de Buenos Aires, que ocupará Christian Castillo, y cuando nos toque la rotación de esa banca, por nuestro partido será Fernando Sacarelo, referente de Jubilados de Izquierda. Y en la Capital del país, también logramos con más del 5% de los votos ingresar a la Legislatura. Aquí encabezó la lista nuestra compañera Cele Fierro, que el próximo diez de diciembre asumirá su banca de diputada, lo cual es una conquista del frente y un salto de nuestro partido. Cele enfrentará en el recinto y en la calle todos los acuerdos del macrismo con los liberfachos. Y será parte de la lucha política contra el nuevo gobierno nacional que sea electo y una de las principales voceras de nuestro partido sobre qué tiene que hacer la izquierda y el FIT-U en la nueva etapa que se abre.
Como ya lo expresó en la noche del domingo desde el búnker: “Entrar a la Legislatura es una alegría, un triunfo político y una responsabilidad para nuestro frente. Además, en todo el país se consolidó el voto al FIT-U, miles de trabajadores y jóvenes han votado a nuestro frente, resistiendo las presiones del ‘mal menor’ y denunciando a la ultraderecha de Milei. Ahora, para el país que viene, necesitamos un Frente de Izquierda Unidad que trascienda lo electoral, que organice las luchas de todos los días, que convoque a trabajadores, jóvenes, mujeres e independientes que nos acompañan. Es hora de avanzar como alternativa política, no sólo para defender los derechos sociales y enfrentar al FMI, sino para ir por cambios de fondo: por un gobierno de las y los trabajadores y el socialismo”.
Balotaje y después
Vamos ahora hacia un balotaje en condiciones diferentes a las previstas. Ya no con un Milei que llega de haber ganado, sino de haber perdido. En su crisis comenzó a disparar propuestas insólitas, como ofrecerle a la izquierda un Ministerio del Capital Humano. La propuesta se inscribe en los márgenes del ridículo. Como subproducto del piñazo recibido, el liberfacho no sabe bien cómo mantenerse en pie… y delira. Casi ni hace falta aclarar lo obvio: ni a la esquina vamos con este personaje nefasto.
De cualquier forma, el Frente de Izquierda y nuestro partido tenemos que decidir qué postura tomar ante el balotaje del 19 de noviembre. Desde el MST le hemos propuesto a los compañeros del FIT-U reunirnos para debatir a fondo el tema, ya que creemos muy importante que tengamos una posición común para expresar públicamente. Y en nuestro caso este viernes también tendremos una reunión de dirección nacional de nuestro partido para abordar el tema. Porque están claras de arranque tres cuestiones: que tenemos que debatir colectivamente y decidir democráticamente qué hacer. Que de ninguna manera vamos a votar por Milei, nuestro NO a este ultraderechista es contundente. Y que si bien Milei no tiene el mismo proyecto que Massa, este último también es expresión de más ajuste y sumisión al FMI, por lo tanto no tenemos compromiso político ni acuerdo con su proyecto. A partir de estas consideraciones debatiremos y definiremos nuestra posición ante el balotaje. Convocando a hacer lo que creamos sea mejor para la clase trabajadora y la juventud.
Y lo haremos, además, preparándonos para el país que viene desde diciembre. Donde todas las contradicciones y tensiones económicas y políticas se acrecentarán. Donde habrá nuevos ataques a conquistas y la crisis en curso querrán que la sigamos pagando millones de familias trabajadoras. Ante este escenario y perspectiva, que tendrá más luchas sociales en la calle, nuestra estrategia es convocar a fortalecer a la izquierda anticapitalista y socialista, al Frente de Izquierda provocando los cambios necesarios para que mejore y se supere. E invitando a miles de simpatizantes y amigos a que nos acompañen en el MST para dar todas estas batallas políticas en común. Vienen grandes desafíos para la izquierda. Para eso nos preparamos en todo el país.