En el portal Infobae, propiedad de Daniel Hadad (a la derecha, la pared) se viene publicando una serie de notas demonizando al trotskismo. Más allá de las distorsiones históricas y políticas, los textos reflejan la tremenda preocupación en los sectores que defienden sin tapujos al sistema capitalista por el crecimiento de la izquierda revolucionaria (es decir, el trotskismo) en las urnas y en las calles.
De los textos destacan un video de tres minutos de Alejandro Bongiovanni, director de la Fundación Libertad (un think tank de la derecha liberal vernácula) que marca ejes conceptuales y un artículo de Claudia Peiró, redactora y editora de Infobae, que los desarrolla.
Más allá que lo hacen apelando a la simplificación polémica, admiten (y es cierto) que el trotskismo es claramente antisistema, que rechaza las diferentes variantes con las que se presenta el capitalismo y que su estrategia es terminar con él y construir una sociedad socialista. Pero apelan a tergiversaciones históricas y políticas y a una retórica confusionista para demonizar al trotskismo.
Tres afirmaciones tramposas
Dicen que “queremos eliminar completamente la propiedad privada”. Lo que no aclaran es que es el capitalismo el que condenó a que la inmensa mayoría de la población mundial cada vez más esté privada de acceder a ninguna propiedad individual ni a derechos básicos… justamente para sostener la propiedad privada del 1% de la humanidad, que se ha enriquecido a costillas de la mayoría, dueños de corporaciones que monopolizan la tierra, la vivienda, los medios de producción, servicio y cambio.
Tratan peyorativamente al trotskismo como utópico, que propone un modelo irrealizable y que al “estar anclado en un modelo ideal, puede estar siempre del lado de los indignados… denunciar a todos los sistemas como injustos y no hacerse responsable… están cómodos en el rol de fuerza testimonial”. Dan como ejemplo que no hay propuestas para el problema de la inseguridad. Falso. El Programa de Transición, que mencionan pero no explican, da respuesta a los problemas concretos del pueblo trabajador partiendo de medidas de emergencia y parciales articuladas con soluciones de fondo que tienen que ver en última instancia con terminar con el capitalismo. El programa del MST y del FIT Unidad está construido con este método del programa de transición. El salario actualizado por inflación, el no pago de la deuda para aumentar los presupuestos sociales, el plan de obras públicas y el reparto de las horas de trabajo para generar empleo, atacar la marginalidad social y terminar con el triángulo de impunidad cómplice de la justicia, el poder político y la policía para combatir la inseguridad, nacionalizar la banca y el comercio exterior, para evitar la fuga de capitales…. Podemos seguir. Sobran las medidas concretas. Opuestas a las que aplican los defensores del supuesto capitalismo con rostro humano, como el Frente de Todos, o el neoliberal, como Juntos o los “libertarios”.
Mienten que el trotskismo tiene una concepción de “vanguardia esclarecida”. Incluso apelan a una tergiversación histórica al decir que la Revolución Rusa la hizo una pequeña fracción bolchevique sin intervención de las masas. Para amalgamar con la guerrilla de los 70 y decir que la historia del trotskismo está manchada de sangre. Falso. Siempre el trotskismo combatió el terrorismo individual y las acciones aisladas de las masas. Hemos escrito y debatido largamente sobre el guerrillerismo de los 70. La preocupación central del trotskismo es por los organismos de masas, de autodeterminación, esos “consejos” de trabajadores que tanto asustan a Infobae, y por la construcción de un partido de la clase obrera nacional e internacional inserto en los procesos sociales y políticos de masas y que dispute por dirigirlas. Por eso, lejos de “infiltrar”, como miente Peiró, peleamos por echar a la burocracia sindical de los sindicatos y cuerpos de delegados y promover nuevos dirigentes clasistas y democráticos. Lo mismo en el movimiento de mujeres, disidencias, ambientalistas y sociales en general. También por la pelea parlamentaria, nada contradictoria como afirman estos escribas. Para nosotros las bancas son puestos de lucha al servicio de desarrollar la movilización y la organización revolucionaria de los trabajadores y el pueblo.
Esencia y vigencia del trotskismo
Trotsky fue junto a Lenin uno de los dos máximos dirigentes de la Revolución Rusa que originó el primer Estado obrero y socialista, impulsor de la III Internacional y tras la burocratización de la ex URSS, fundador de la IV. Tanta experiencia acumulada fue la base de una prolífica obra teórica y política. Fue perseguido, difamado, borrado de las historias oficiales y finalmente asesinado. Su legado político y sus seguidores, blanco preferencial de la burocracia estalinista y todas las variantes procapitalistas e impulsoras de la colaboración de clases en el mundo y, en nuestro país, del peronismo. Con su muerte quisieron cortar la continuidad histórica entre su obra y legado y del marxismo leninismo. No lo pudieron lograr. Sus ideas centrales, la revolución permanente, la democracia obrera, el programa de transición, el internacionalismo, se renuevan día a día, superaron los períodos de retroceso y marginalidad y estuvieron de alguna manera en la cresta de la ola de las rebeliones y revoluciones que se sucedieron desde que se abrió, como decía Trotski, “el período de agonía del capitalismo”. Por eso preocupa que hoy, de la mano de un nuevo salto en la crisis del capitalismo, que muestra su cara más antipática, nuevas generaciones se radicalicen, giren a la izquierda y encuentren en el trotskismo sustento para interpretar la realidad y ser una guía para la acción.
Qué hay detrás de estos ataques
Atrapados en su laberinto, no pueden disimular el motivo central que preocupa a estos sectores reaccionarios: el avance de la izquierda y el trotskismo en particular, que tenemos larga tradición en nuestro país y hoy estmos en dinámico avance. Deben reconocer la influencia creciente, en el mundo y aquí, de la izquierda radical en las luchas obreras y populares. La incidencia de la izquierda en las nuevas direcciones combativas que desplazan a la burocracia. Y que, como se vio en la elección del FIT Unidad, ahora también en el difícil terreno electoral donde las reglas las ponen los partidos patronales.
Se preocupan y salen a disputar, porque saben que hay condiciones para que esta influencia crezca de la mano de la decadencia acelerada de los viejos partidos que sostuvieron el régimen bipartidista durante décadas alternándose en el poder. Sobre todo de las variantes que ayer posaron como progresistas, de centroizquierda y peronistas, y hoy habilitan los acuerdos con el FMI y la aplicación de los ajustes. Las coaliciones en que se rearma el rompecabezas de los viejos partidos son defensivas y ya no enamoran. Se parecen demasiado entre ellas y son responsables de la decadencia del país y el pueblo. Y lo dinámico que aparece en el escenario son las opciones que cuestionan al sistema. Quien lo hace de verdad, la izquierda, que en la Argentina tiene un peso determinante del trotskismo. Y la derecha más nítida, como la que encarnan Espert o Milei, de retórica tramposa antisistema, pero que son hipercapitalistas y ya están dando señales de confluencia con Juntos por el Cambio.
Los mismos escribas de Infobae terminan sacando una conclusión que les pone los nervios al palo: les preocupa cietamente que “las expresiones libertarias e incluso las corrientes de derecha sean tratadas por muchos como peligrosas manifestaciones anti-sistémicas, mientras que la izquierda trotskista es vista con simpatía y conmiseración”. Una verdadera confesión de parte. Cada vez son más los que nos ven con simpatía a la izquierda revolucionaria. Tenemos una oportunidad histórica de superar el pasado testimonial y no solo crecer en influencia, sino como alternativa de gobierno. De eso se trata la pelea que venimos dando desde el MST para ampliar y hacer grande al FIT Unidad. Hay condiciones de sumar no solo al trotskismo que se ha unido en el FITU, sino a sectores de la izquierda social y de muchos que abandonan al peronismo porque buscan un cambio de modelo. Vamos por más inserción “ruidosa” en los sindicatos y el movimiento social. Esos miles que todavía “no saben lo que es el trotskismo” comienzan a sacar conclusiones de la decadencia capitalista y cada vez más miran y se acercan a la izquierda revolucionaria y su programa. Aquel “fantasma” del que hablaba Marx recorre el mundo de la mano de las rebeliones que se suceden. Los de arriba tienen motivos de sobra para preocuparse.