miércoles, 18 diciembre 2024 - 23:48

El Papa a Villarruel. ¿A no aflojar?

Este lunes 14 el papa Francisco recibió a la vicepresidenta en la Biblioteca del Palacio Apostólico, donde el jefe del Vaticano recibe a los otros jefes de Estado. La reunión fue bastante extensa, de una hora, algo muy excepcional para estas audiencias. Fue a agenda abierta, amena y cordial. “Un gusto verla”, le dijo de entrada Francisco mientras la saludaba de forma afectuosa y haciendo chistes con cierta complicidad. Como cuando el Papa le dice de forma pícara a Victoria Villarruel: “todavía vivo y usted, ¿sobrevive?”, en obvia alusión a la crítica situación política de Argentina.

Se sabe que la expresión del Papa al salir en fotos junto a mandatarios que lo visitan, denota su agrado o su incomodidad y disgusto. Pero acá la sonrisa fluyó con naturalidad y lo más llamativo fue al final, cuando el Papa le pidió “no aflojar” a esta ultraderechista que descarga un feroz ajuste, niega el terrorismo de Estado, pide liberar a los genocidas, terminar con los juicios a los milicos asesinos y plantea la teoría de los “dos demonios” para justificar la supuesta “guerra” emprendida por la dictadura de Videla, Massera y Agosti en 1976.

“Gracias por la visita y a no aflojar, a no perder el sentido del humor…”, le dijo el Papa al acompañarla sonriente hasta la puerta de la biblioteca, como muestra el largo video que hizo el Vaticano y la vice compartió. Por eso los medios destacaron que Villarruel quedó “conmovida” por el encuentro, donde Francisco le entregó un rosario bendecido, entre otros gestos.

Es importante aclarar que nuestra crítica al Papa y a la institución que comanda, la milenaria Iglesia Católica Apostólica Romana, no apunta a ningún debate sobre la fe o el credo. Como socialistas y revolucionarios, respetamos las creencias de cada persona y defendemos la libertad de culto como un derecho democrático.

Pero sí cuestionamos la injerencia eclesial en la vida pública y política, donde históricamente la Iglesia ha cumplido y cumple un rol regresivo o reaccionario, defendiendo a los poderosos y al sistema capitalista explotador, de saqueo y represión. Por lo que siempre llaman a la “reconciliación” y pacificación ante los crímenes de la dictadura cívico, eclesiástico, militar, de la que fueron cómplices.

Foto del Vaticano: La negacioniista Guadalupe Jones con el Papa, es la primera que aparece.

El gesto de entregar un rosario bendecido a esta negacionista y anti derechos, es parte de esa política. El obispo castrense, Santiago Olivera, lo cuenta cuando fue recibido en audiencia en esta misma Biblioteca del Palacio Apostólico en 2020. En la página del obispado castrense, Olivera relata que “el Papa me ha entregado rosarios, para ser enviados a los militares que están presos en la cárcel, también para los están en sus casas de detenidos”. Y explica que “se interesó sobre quienes están presos, los que sin condena están en prisión preventiva. Sobre esto, el Santo Padre, me animó a seguir trabajando por la concordia, por el encuentro entre todos”. Un claro gesto en línea con la prédica de la vicepresidenta, por la reconciliación y el punto final a los juicios de los genocidas para dar vuelta la página, como han querido por décadas.

Y no es la primera vez que se veían por eso: Villarruel le pidió audiencia a Bergoglio siendo cardenal, cuando ella hacía gestiones como abogada por la libertad de los milicos condenados. Y a esta audiencia, la vicepresidenta fue con María Guadalupe Jones, su secretaria privada y colaboradora más cercana (foto). Quien es también devota militante por liberar  a los genocidas, a los que define como presos políticos, o prisioneros de guerra, que habrían procesado injustamente en los “mal llamados juicios de lesa humanidad”.

En primer plano, Guadalupe Jones negacionista y secretaria privada de Villarruel en la visita al Papa

Eso lo dice siendo hija de Juan Carlos Jones Tamayo, al que define como “héroe de guerra”. Pero se trata del ex Jefe de Inteligencia del Ejército en Jujuy, sanguinario represor condenado a perpetua que murió en diciembre de 2023. Se lo condenó por 15 homicidios agravados por alevosía, allanamiento y privación ilegítima de la libertad y tormentos agravados. Los que perpetrara en la Noche del Apagón en Ledesma, contra los mineros del Aguilar y la dirigente docente Marina Vilte, entre otros. Ese es el target de este “héroe” reivindicado por quienes militan el negacionismo y se fotografían sonrientes con el Papa.

Gira derechista y “dos demonios”

Es que Villarruel fue al Vaticano como fin de una gira donde participó de una Conferencia de Víctimas del Terrorismo. Se reunió con el dirigente del PP, el partido de derecha español y con Javier Ortega Smith, del ultraderechista VOX que la valoró como patriota que “lucha incansablemente por los argentinos, especialmente por las víctimas del terrorismo marxista”, al verla en Madrid el martes 8. A ese raid derechista, lo coronó con la cordial visita papal.

En el medio, ese martes 8 falleció impune por sus crímenes en El Vesubio, uno de los centros clandestinos más sanguinario, el represor Ernesto Villarruel, tío de la vicepresidenta y excapitán que fuera Jefe de la División Il de Inteligencia del Regimiento de Infantería 3 de La Tablada. Por años estuvo prófugo de la justicia, hasta que fue detenido en 2015, cuando también la elude ya que lo declaran inimputable por padecer Alzheimer.

Por eso vale destacar la defensa de Villarruel y su secretaria privada a la teoría de los dos demonios para hablar de una supuesta guerra, cuando se trató de un golpe sangriento y terrorismo de Estado. En eso hay contacto con la Iglesia que pidió perdón por sus pecados en setiembre del 2000, entre ellos la “confesión de los pecados contra los derechos humanos”, ante la represión ilegal.

En ese Encuentro Eucarístico Nacional, la Iglesia pidió perdón a Dios, aunque no a las víctimas, por los silencios responsables y la participación efectiva de muchos de tus hijos en el atropello a las libertades, en la tortura y la delación, en la persecución política y la intransigencia ideológica, en las luchas y las guerras, y la muerte absurda que ensangrentaron nuestro país”.

Pero lo hacen aclarando que “el mal de la violencia, fruto de ideologías de diversos signos, se hizo presente, particularmente la violencia guerrillera y la represión ilegítima, que enlutaron nuestra patria”. Con lo que reflotan la nefasta idea de los dos demonios, al poner un signo igual entre el criminal terrorismo de Estado y las equivocadas acciones guerrilleras. Siempre buscando esa “reconciliación” que agita Villarruel y que el Papa promueve, en base al perdón, el olvido y la impunidad.

Bergoglio y su cuestionado accionar durante la dictadura

No es la primera vez tampoco que Bergoglio se ve interpelado por su rol en la dictadura. Como en 2005, al nombrar papa a Benedicto XVI y se cuestionó su pertenencia a las Juventudes Hitlerianas, al nombrarlo a Bergoglio se reflotaron las críticas de cuando era superior provincial jesuita por delatar y quitar su protección a dos sacerdotes de su orden, que hacían trabajo social en una villa del Bajo Flores y promovían la teología de la liberación.

Los jesuitas secuestrados, Orlando Yorio y Francisco Jalics

Como parte de una Iglesia cómplice, los jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio, lo acusaron de entregarlos. Ambos fueron secuestrados el 23 de mayo de 1976, torturados y mantenidos en cautiverio por cinco meses en la ESMA (Escuela Mecánica de la Armada) hasta que los liberan, dejándolos drogados en un campo en Cañuelas.

Quienes nunca aparecieron fueron las cuatro catequistas y dos de sus esposos[1], capturados días antes en un mismo accionar, entre quienes estaba Mónica Mignone, docente y catequista que hacía trabajo social en la villa. Era la hija de Emilio Mignone, luego fundador del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) y ex rector de la Universidad de Luján. En 1986 Mignone publicó el libro “Iglesia y dictadura”, donde denuncia la complicidad de la curia con el terrorismo de Estado. Y menciona el caso de Bergoglio como ejemplo de esa “siniestra complicidad”.

Tanto Mignone como su esposa “Chela”, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, denunciaron reiteradamente la responsabilidad de Bergoglio en los secuestros de los jesuitas. Igual sus hijos, Isabel, Mercedes y Javier Mignone, que al reconstruir el secuestro de Jalics y Yorio se refirieron a Bergoglio diciendo como su padre: “¡Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas!”.

Incluso siendo cardenal, tuvo que declarar ante el Tribunal Oral Federal 5 por los jesuitas. Aunque se negó a comparecer en Comodoro Py, por lo que los jueces de ese Tribunal Federal debieron trasladarse a la Catedral a escuchar por horas, las evasivas y desmemoriadas respuestas de Bergoglio. Pero lo sostenido siempre por Yorio y una carta que le envió a la Compañía de Jesús, un libro de Jalics y una entrevista suya con Mignone, además de lo dicho por los hermanos de Yorio y otros testimonios, desnudan cómo obró Bergoglio con relación a su secuestro.

La bendición a los vuelos de la muerte y la tortura

Ya otros papas como Juan Pablo II y Benedicto XVI se preocuparon por condenar la Teología de la Liberación. Y en nuestro país, su rol cómplice con la dictadura lo reconocieron sus protagonistas. Así, el 3 de marzo de 1995, el capitán de la Armada Adolfo Scilingo confesó haber participado en el asesinato de 30 personas arrojadas al mar en los “vuelos de la muerte”. Y afirmó que el vicealmirante Luis María Mendía, comandante de Operaciones Navales, anunció a los oficiales de la base de Puerto Belgrano que ese procedimiento lo aprobó la jerarquía eclesiástica por considerarlo “una forma cristiana de muerte”. En la causa se denuncian como curas que “reconfortaban” a los oficiales de la Armada o del Ejército por esos vuelos, a los capellanes de la diócesis militar Alberto Zanchetta y Angel Mafezzini (Armada) y Luis Mecchia (Ejército).

Lo mismo con Reynaldo Bignone, el último presidente de facto, al reconocer que la jerarquía de la Iglesia avaló el uso de la tortura a prisioneros. Sabía lo que decía ya que fue el dictador que ordenó destruir toda documentación sobre los “detenidos desaparecidos” y sancionó la Ley 22.928, llamada de autoamnistía, anulada después por el Congreso y así Bignone fue condenado [2]. Aunque al día de hoy, solo un integrante de la Iglesia recibiera condena por su rol en delitos de lesa humanidad.

En definitiva, en su defensa del capitalismo como sistema, que no tiene ningún “rostro humano”, sino que es explotador, de saqueo y represión, así como el Papa brega por la reconciliación con los genocidas, también impulsa la conciliación de clases, entre trabajadores y sectores populares con la clase explotadora de patrones y el imperialismo.

Como socialistas luchamos en cambio por la separación de la Iglesia del Estado, por cortar con todos sus privilegios y subsidios multimillonarios, denunciamos además el rol e injerencia política del Papa y luchamos contra toda impunidad. Enfrentamos el salvaje ajuste, la entrega y represión del gobierno de Milei y Villarruel, y al capitalismo en Argentina y el mundo. Convencidos de que sin socialismo no hay solución, peleamos por una sociedad sin explotación, opresión ni represión, una nueva sociedad igualitaria, democrática y socialista.


[1] Los siete jóvenes que realizaban trabajo social en la villa del Bajo Flores eran Mónica Mignone; María Marta Vázquez Ocampo, psicopedagoga de 23 años, embarazada de un mes y la hija de Martha Ocampo de Vázquez, presidenta de Madres de Plaza de Mayo línea fundadora; su marido César Lugones, de 26 años y veterinario; Beatriz Carbonell de 22 años, asistente social y enfermera diplomada; Horacio Pérez Weiss de 23 años, estudiante avanzado de Geología y trabajaba de taxista; Mónica Quinteiros y María Esther Lorusso Lämmle. Todos secuestrados el 14 de mayo de 1976 y el jefe del operativo fue Antonio Pernías, del grupo de tareas de la ESMA, condenado después a perpetua           .

[2] Entre 2010 y 2016 el dictador Reynaldo Bignone recibió 10 condenas por delitos de lesa humanidad, 3 de ellas a prisión perpetua, por secuestros, apropiación de 34 bebés nacidos en cautiverio, desapariciones y asesinatos.

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