“Hicieron un centro de estudiantes de la UBA en la toma de Guernica”, “la izquierda obstruye la acción del Estado”, “la izquierda solo busca ir al conflicto”, “las casillas las prendieron los propios ocupantes”, “los grupos de izquierda tiraron los gases lacrimógenos”; estas insólitas frases y muchas otras salieron de la boca de Berni, Larroque y distintos funcionarios ante la toma de Guernica. Es que, como todo gobierno capitalista, necesita un culpable para hacer pasar sus políticas antipopulares; en este caso, el brutal operativo represivo del pasado jueves que generó el repudio de su propia base social. El gobierno ha elegido un rumbo: vertebrar un gran “acuerdo nacional” con el poder económico, mediático y la oposición de derecha, su primer capítulo fue el violento desalojo contra familias que no tienen nada. También saben que la izquierda es el sector político que más va a enfrentar este rumbo de ajuste y miseria para los trabajadores y sectores populares. La demonización a la izquierda no es casualidad y tiene su historia. Un antecedente importante fue el macartismo, surgido en Estados Unidos.
¿Cómo surge el macartismo?
El macartismo se origina entre los años 1950 y 1956 en Estados Unidos, donde se llevó cabo un extendido proceso de declaraciones, acusaciones infundadas, denuncias, interrogatorios, procesos irregulares y listas negras bajo la acusación del “crimen” de ser comunista. Durante esos años, luego de la derrota del nazismo en la segunda guerra mundial, se desarrolló en el mundo un ascenso revolucionario enorme: en 1949 triunfaba la Revolución china, poco después se desató la guerra de Corea; a su vez, los procesos de liberación nacional se diseminaron por todo Asia y África. Muy a pesar de la burocracia estalinista que intentó frenar todo proceso revolucionario que surgía, por esos años en un tercio de la humanidad se había expropiado a la burguesía. Para Estados Unidos, el comunismo pasó de ser un aliado circunstancial en la Segunda Guerra Mundial a ser el enemigo número uno.
En este marco, el Congreso estadounidense aprobó las leyes de Seguridad Interna (1950) y de Inmigración y Nacionalidad (1952), que restringían la actividad comunista y prohibían la entrada en el país de comunistas reconocidos. Uno de los personajes que encabezó este proceso fue el senador Joseph McCarthy (de aquí surge el término macartismo). McCarthy permaneció como un personaje poco conocido hasta que en febrero de 1950 lanzó una acusación pública contra 205 supuestos comunistas infiltrados en el Departamento de Estado, la cual se trató en el Comité del Senado para las Relaciones Internacionales. Sus métodos se basaban en lanzar incriminaciones falsas sobre los acusados que nunca eran comprobadas, o incluir a determinadas asociaciones en su lista de organizaciones pro comunistas. Numerosos artistas, cineastas, científicos, activistas y militantes políticos fueron perseguidos; entre ellos Bertolt Brecht, Charles Chaplin y Albert Einstein. El objetivo de todo esto era, en base al miedo y la paranoia, imponer un sentimiento anticomunista en la sociedad.
Con el tiempo, el termino macartismo se popularizó, y actualmente es utilizado en aquellas situaciones donde el único argumento para acusar a una persona o un grupo de personas es su ideología política.
El macartismo del gobierno
En la actualidad podemos ver que el discurso macartista sigue vigente. Sin ir más lejos, el discurso de Donald Trump agitando el fantasma del comunismo y el socialismo en la campaña tiene muchos puntos de contacto con la campaña anticomunista de los años ‘50 en Estados Unidos. Pero lo que da vergüenza ajena, es que funcionarios que se dicen progresistas, de un gobierno que se dice “nacional y popular” suelten este tipo de discurso macartista contra la izquierda para no hacerse cargo de lo que hicieron: reprimir a los más pobres, quemarles las casillas y pasarles la topadora. Desde el MST seguimos acompañando la lucha como lo hicimos el día de ayer en la marcha a La Plata y exigiendo tierra para vivir.
A todes les desilusionades con este gobierno, que repudiaron la represión y las calumnias de Berni y demás funcionarios contra la izquierda, les decimos: es hora de darles la espalda y construir un gran tercer espacio alternativo al oficialismo y a la oposición de derecha, que realmente defienda los intereses de les trabajadores y el pueblo, y no de los ricos.
Javier Dietrich