lunes, 6 enero 2025 - 07:24

El juego del calamar. ¿Tan solo un juego?

Con el estreno de la segunda temporada de El juego del calamar en Netflix, la serie creada por Hwang Dong-hyuk se reafirma como una de las obras más poderosas y actuales de la televisión contemporánea. Aunque su origen está en Corea del Sur, los temas que aborda, lejos de circunscribirse a una única nación, revelan las aristas más crudas del capitalismo global: la desigualdad estructural, la alienación y la competencia salvaje por el dinero. El capitalismo es muerte.

Una narrativa metafórica  y realista

La serie profundiza  a través de una narrativa que combina horror, drama y suspenso, los problemas estructurales del capitalismo mas allá de una mera crítica. El juego del calamar se erige como un grito visceral contra un sistema económico que en la serie no solo deshumaniza a sus víctimas, sino que convierte a la vida misma en un juego mortal en el que los perdedores son aquellos que nacen con menos oportunidades.

Desde la primera temporada, la serie ha sido leída como una metáfora de la lucha de clases, en la que los poderosos (los organizadores del juego) se benefician de la miseria y desesperación de las clases más bajas, obligadas a competir entre ellas para sobrevivir. En esta nueva entrega, el análisis no se limita a la crítica al capitalismo surcoreano, sino que se extiende a una reflexión sobre las dinámicas de un sistema que ha alcanzado su fase más globalizada, donde la explotación y la precarización laboral son fenómenos comunes en todas las regiones del planeta. Esta crítica radical al capitalismo se convierte en un llamado urgente a pensar, desde una óptica de izquierda, cómo romper con esta lógica que cosifica y destruye vidas.

El capitalismo como un sistema de muerte

Si hay algo que El juego del calamar deja en claro, es que en el capitalismo la vida humana no tiene valor más allá del capital que puede generar. A lo largo de la serie, los personajes son arrastrados a una espiral de violencia, angustia y desesperación, donde la posibilidad de salir de la pobreza solo se presenta como una ilusión que puede costarles la vida. Esta espiral refleja de manera rotunda que en una economía capitalista, los individuos no son dueños de sus propios destinos, sino que se ven reducidos a meros objetos de consumo, presionados a sacrificar su humanidad para alcanzar la única recompensa que el sistema promete: el dinero. Y que no obtendrán todos.

La serie, con los icónicos juegos infantiles que se convierten en trampas mortales y generan masacres, es una cruda metáfora de cómo el capitalismo se sustenta sobre la competencia despiadada, en la que las víctimas no solo son explotadas por un sistema de producción que les niega cualquier posibilidad de bienestar; sino que además se ven empujadas a eliminarse entre ellas mismas para alcanzar el escaso botín prometido. Aquí se evidencia el cruel juego donde los capitalistas (en este caso los organizadores del juego) se enriquecen y se divierten a través del sacrificio y sufrimiento de los trabajadores, quienes deben vender su fuerza de trabajo y, finalmente, sus vidas para mantenerse a flote.

Este proceso de deshumanización es lo que convierte la serie en una alegoría brutal de la sociedad capitalista global. El juego, que parece ofrecer una salida a la miseria, se convierte en una trampa mortal, un reflejo de cómo el capitalismo presenta soluciones superficiales a los problemas estructurales de la pobreza y la desigualdad, pero en el fondo solo perpetúa un ciclo interminable de violencia y explotación.

Un análisis político de la crítica al sistema

Desde una perspectiva marxista, El juego del calamar no es solo una denuncia a la pobreza extrema o a la explotación laboral; sino una crítica a todo el sistema capitalista, que al concentrar la riqueza en manos de unos pocos crea un escenario en el que millones de personas se ven forzadas a competir entre ellas para conseguir sobrevivir con una parte mínima de la riqueza disponible. Esta competencia feroz entre los más desfavorecidos no solo refleja la desigualdad económica inherente al capitalismo, sino también la manera en que el sistema fomenta una cultura de individualismo y supervivencia a toda costa.

La segunda temporada, al profundizar en la estructura del juego y sus organizadores, ofrece una crítica estructural a los mecanismos del capitalismo globalizado. Al igual que los chaebols surcoreanos o las grandes corporaciones multinacionales, los responsables del juego son dueños de la maquinaria de explotación, controlando las vidas de miles de personas a través de una falsa promesa de ascenso social; como así también mostrándose fantasiosamente democrático, haciendo creer en el juego, como en el capitalismo, que  somos libres de elegir, algo que la serie ridiculiza al extremo. La libertad de elección es solo una falsa idea haciéndonos esclavos de un sistema que solo nos empobrece.

La serie también pone en evidencia cómo el sistema capitalista genera una falsa conciencia entre los más pobres, quienes al ver el dinero como su única salida, se ven forzados a sacrificar cualquier principio ético o moral en el proceso.

Conclusión: la urgencia de una transformación radical

En última instancia, El juego del calamar se presenta no solo como una crítica al capitalismo, sino como un llamado a la acción. Al poner en pantalla el rostro más brutal de un sistema económico que sacrifica vidas humanas por el beneficio de unos pocos,  la serie ofrece un retrato desgarrador de lo que está en juego: la necesidad urgente de una transformación radical. La vida no puede seguir siendo un simple juego de azar, en el que las reglas son siempre favorables para los mismos y en el que las clases oprimidas están condenadas a pelear entre sí por las migajas de un sistema insostenible. La crítica de Hwang Dong-hyuk no es solo una denuncia, sino también una invitación a pensar cómo podemos organizar y resistir frente a un capitalismo que, al igual que en El juego del calamar, se nutre de la muerte y el sufrimiento de los más vulnerables. Es hora de dejar de jugar.

Ambar Ledesma

Noticias Relacionadas