La semana pasada se estrenó en Netflix, “El Conde”, una película del director chileno Pablo Larraín. La consigna es directa, y no deja margen a dudas de la posición del autor, Pinochet es un vampiro que vivió 250 años a base de sangre de diferentes pueblos y durante el último tiempo el chileno.
Este film estrenado cerca del 50 aniversario del golpe de estado que comienza luego de la toma del palacio de la moneda por Pinochet es una invitación desde la comedia a ver lo nefasto que fue el golpe en Chile.
Durante las casi dos horas de film nos construyen una exageración de lo que sabemos que fue Pinochet, es decir, un anti revolucionario, felpudo de los imperialismos, asesino, torturador y ladrón.
Construida desde el blanco y negro para mostrar que en esta historia no hay espacio para distraernos con detalles, con una tipografia que nos recuerda al nazismo en los creditos. Porque el Pinochet de la película es ante todo un estandarte de lucha contra la izquierda y cualquier intento de cambio en favor de las mayorías. Es más, la voz en off que guía la película nos cuenta que la sangre de obreros sudamericanos es fea de poca calidad pero que es la que Pinochet tuvo que beber para poder llegar a ser lo que quería, un emperador.
El film ataca desde el humor a la iglesia, Estados Unidos y Gran Bretaña por su rol en la dictadura, muestra a través de datos que presenta en entrevistas a la familia falsa del General como se vacío al estado chileno y la relación de todos esos sectores con los diferentes negociados que se hicieron.
Pablo Larraín, una filmografía en torno a denunciar la dictadura
El director chileno tiene una basta y premiada filmografía que desde diferentes ángulos muestra aspectos de la dictadura chilena. Por ejemplo, “No” (2012) que nos muestra el desarrollo de la campaña de referéndum que imposibilito a Pinochet seguir en el poder; “Neruda”(2016) que cuenta de forma ficcional el asesinato y los ultimos momentos del escritor o “Post Mortem” (2010) una ficcion que se ambienta en el inicio de la dictadura, muestra lo movilizado que estaba el pueblo pre gole y la matanza indiscriminada que fue ese primer momento.
Por otro lado, el director trabaja desde la fotografía para meternos de lleno en la época ya que, aunque filmadas durante los últimos 13 años, las películas tienen un color y un tratamiento de imágenes que nos hacen evocar las películas fílmicas de los 70 o del VHS de finales de los 80 en el caso de NO.
Frente a tanto negaciocionismo el arte se planta
Pasaron 50 años del golpe a la moneda, del estadio nacional, como campo de concentración, del inicio de un asesinato masivo de militantes políticos, trabajadores, delegados sindicales, sociales y artistas, entre los que se encuentran Neruda y Victor Jara. Del primer golpe que marcaría el camino del resto de la región.
Por eso, En el medio de un crecimiento de la derecha a nivel mundial, en un mundo en conflicto y con una centro izquierda que traiciona las luchas que la llevan al gobierno. Plantarse y luchar por mantener la memoria viva, para que nunca más vuelvan las dictaduras y para que los crímenes impunes de los golpes de estado de Latinoamérica, apoyados por Estados Unidos y Gran Bretaña, lleguen a juicio es fundamental y películas como está y 1985 son herramientas, creativas, para seguir gritando Nunca Más.
Pedro Pallero