Esta semana Cristina Fernández, vicepresidenta del actual gobierno, reapareció en público. Lo hizo en la inauguración de las sesiones de la Asamblea Parlamentaria Euro Latinoamericana (EuroLat), donde afirmó que: el capitalismo es “el sistema más eficiente y eficaz para la producción de bienes y servicios”. Una frase un poco cruenta ya que el mundo vuelve a atravesar una guerra de rapiña, donde más de 5 millones de ucranianos han tenido que abandonar su país de residencia; también más de 201 millones de personas son pobres en Latinoamérica, de los cuales unos 17 millones pertenecen a nuestro país; y, además, existe una crisis de abastecimiento de alimentos y recursos energéticos en el mundo entero. Sin embargo, la vicepresidenta y líder política del espacio que encarna el ala “izquierda” del gobierno del Frente de Todos, se empecina con su propaganda a favor de un sistema que es la causa de todos los dramas sociales y económicos que soporta el mundo. En este artículo no vamos a ahondar sobre derrotero del capitalismo a nivel mundial, si no sobre la situación de los trabajadores argentinos bajo la administración del capitalismo argentino en manos del binomio de los Fernández.
Menos salarios, más tasa de ganancia
Según Cristina si el capitalismo funciona o no depende de si adopta “las leyes del mercado” o “las leyes del Estado”. Se supone, entonces, que en los años que han transcurrido del gobierno que encabeza Alberto Fernández, presidente que ella eligió, el resultado tendría que ser positivo. Es decir, el capitalismo en nuestro país tendría que haber funcionado y, como lo sostiene el partido gobernante, la puja distributiva debió darse en favor de las mayorías trabajadoras y populares.
Pero, los números hablan. Como lo indica un informe del Centro de Economía Política de Argentina (CEPA), que dio a conocer Página 12, se revela que se está profundizando año a año una brecha entre las ganancias empresariales y los sueldos. Según indica el artículo citado: “El costo laboral sobre ventas retrocedió al 12,2 por ciento en promedio en 2021, desde el 13,3 por ciento de 2020. Quedó en un rango incluso inferior al de todos los años del macrismo, cuando la caída estrepitosa del consumo alteró la ecuación de las compañías”.
Este dato está sumamente relacionado a la caída de los salarios en la participación de la renta nacional. El último informe del INDEC que se encarga del estudio de estas variables, destacó que: “En términos del valor agregado bruto (VAB) medido a precios básicos, su participación representó un 44,6%”. Esta afirmación ni siquiera se acerca a aquel lema del “fifty-fifty” tan promulgado por el peronismo. La caída en la participación de los salarios en la renta nacional y su disminución dentro de los “gastos” de las principales empresas, responde a un fenómeno mundial: revertir la caída tendencial de la tasa de ganancia.
El comportamiento de las principales empresas radicadas en el país responde a un comportamiento patronal que se promueve en todas las latitudes. La disminución del “costo” salarial para las principales empresas que remarca el artículo mencionado de Página 12 (Arcor, Molinos, Aluar, Newsan, Sociedad Comercial Del Plata y Carrefour), es de las únicas medidas contrarrestantes al fenómeno aludido. En el caso del capitalismo argentino, para efectuar la degradación de los salarios, también se pone en juego el fenómeno inflacionario -los aumentos de precios-. Así lo recalcan desde la Celag al expresar que: “Entre 2020 y 2021 la masa salarial aumentó 42 por ciento, los precios escalaron 52 por ciento y la ganancia empresarial, 75 por ciento”.
En síntesis, el estatismo promovido por CFK no ha servido de nada para revertir las desigualdades intrínsecas al sistema capitalista. Más bien, si uno hace una revisión de estadísticas de años pasados, se han intensificado. Y, lo más preocupante para quienes viven de su salario, es que la ofensiva de las empresas no ha tenido su punto cúlmine. El nuevo acuerdo con el FMI, que funcionó como legalización de la estafa macrista, es un eslabón más para la explotación de los trabajadores argentinos.
Un Estado presente, para el empresariado
Mientras los salarios se han visto vapuleados, las ganancias empresariales han vivenciado un incremento extraordinario. Lo que la vicepresidenta alude como presencia del Estado en el capitalismo, no ha faltado. Aquí vale hacer una aclaración, la presencia del Estado siempre es en resguardo de las relaciones sociales de producción actuales, ya que el aparato estatal, para quienes nos reivindicamos marxistas, no es más que un instrumento de dominación económico, legal, cultural y de demás aspectos.
Para ser más ilustrativos con esta afirmación, podemos sostener lo siguiente. Mientras vemos cómo la masa salarial en nuestro país sufre una caída importante, desde el ala de gobierno que encabeza CFK se impulsa el “Fondo Nacional para la cancelación de la deuda con el FMI”. Un instrumento legal para blanquear capitales fugados y, además, pagar una estafa como el préstamo Stand By que el macrismo solicitó para financiar su campaña y el tráfico de dólares a paraísos fiscales. El proyecto del oficialismo reza: “sólo le corresponderá pagar a quienes tengan bienes en el exterior, estén evadiendo impuestos o lavando dinero” y que “los alcanzados por este aporte deberán realizar un aporte del 20% de sus bienes no declarados, que deberá ser abonado en dólares”.
Punto número uno, la iniciativa vuelve a legitimar uno de los negocios más importantes de los organismos imperialistas con los países semicoloniales como el nuestro, la deuda externa. Punto número dos, ni siquiera la ley promueve hacerse de la totalidad de los activos fugados, si no de sólo una parte, advirtiendo que, en cierta medida, es posible girar fondos al exterior sin declararlos. Y, por último, no se usa el dinero para responder a las necesidades sociales que ilustran la crisis actual del país.
La presencia del Estado, en este sentido, es aquella que también permite que 7 multimillonarios puedan figurar como parte integrante de los magnates mundiales que ranquea la revista Forbes. Y, al mismo tiempo, ubique los salarios mínimos del país en una cifra apenas por encima de los $33.000, monto que ni siquiera equivale al 50% de la última canasta básica calculada por el INDEC.
Más allá del capitalismo
No puede existir nada de efectivo cuando 5 de cada 10 de los niños que viven en Argentina son pobres. El panorama desolador que presenta esa estadística, está a las antípodas de lo esgrimido por la vicepresidenta. Defender el capitalismo es defender un sistema social en plena decadencia.
Plantear otras formas de organizar la economía y la sociedad de conjunto, es una obligación para los socialistas revolucionarios. Desde el MST en el FIT-U es una tarea que encaramos de forma diaria. Es una necesidad diaria suplantar a las ganancias empresariales como eje rector de las relaciones de producción, por las necesidades sociales de la mayoría trabajadoras y populares.
Ya no basta con acomodar la puja distributiva como sostienen discursivamente desde el Frente de Todos, hace falta avanzar en la apropiación de la propiedad de los resortes estratégicos productivos. Que falte alimento, que no haya viviendas para todos, que el transporte sea un dolor de cabeza y un privilegio a la misma vez, demuestra el fracaso del capitalismo. Estatizar estos estos elementos claves de la sociedad y ponerlos en funcionamiento bajo el control social de los trabajadores, mediante un régimen democrático, es una posibilidad concreta para terminar con desigualdades que tienen solución.
Desde el oficialismo ya no basta la campaña de que no existe “correlación de fuerzas” para avanzar más allá del orden imperante. Ahora, su nueva forma de actuar contra la rebeldía de los sectores damnificados por el capitalismo, al igual que la oposición de derecha, reside en criminalizar la protesta y poner en función la represión estatal.
Sin sostener que la pelea por la estrategia planteada es una meta fácil de conquistar, sí consideramos que es la única vía que tenemos los trabajadores para poder terminar con las miserias del sistema actual. Para terminar con el marco de lo posible, la administración de un capitalismo decadente, es hora de luchar por nuevas perspectivas, por otros horizontes, el socialismo.