jueves, 21 noviembre 2024 - 23:28

Educación pública. Los voucher de Milei y sus falacias

En sus exposiciones mediáticas y su plataforma electoral, Milei plantea una dura reforma educativa sintetizada en 9 puntos contrarios a la escuela pública, como conquista y derecho social que el Estado debe garantizar. Reforma que arranca con su propuesta de “voucher o cheque educativo”. Entre improvisación, efectismo y falacias, aportamos este análisis al debate, en defensa de la escuela pública, sus estudiantes, comunidad y trabajadores.

¿En qué consiste el sistema de vouchers educativos?

La idea que defienden estos libremercadistas es que los fondos del Estado no deben ir a sostener la “oferta educativa”, es decir a las escuelas; sino a “financiar la demanda”: cada familia recibe un vale (voucher) que equivale al dinero de la escolarización de cada uno de sus hijos.

Si bien no explican ni desarrollan nada sobre cómo lo llevarían a cabo, en otras exposiciones dieron a entender que con ese voucher cada familia “elige” supuestamente la escuela que quiere. En palabras de Milei, así se paga por la educación: “para eso tenés el voucher. Se te financia, pero con la situación en la cual vos elegís la institución a la que querés ir. Ponés a la oferta a competir y eso mejora la calidad del servicio…”.

Si tomamos la escasísima experiencia internacional -ya que este sistema prácticamente no se aplica en el mundo- si asistís a una escuela pública, se te entregaría el voucher y no tenés que poner nada más; si es privada, deberías pagar un adicional. Ese dinero sigue al alumno, por lo que si una familia está disconforme, puede llevarse el hijo con su voucher a otra escuela. Las escuelas, por lo tanto, dependen de la elección de las familias. Si una escuela (pública o privada) pierde alumnos al punto de no sostener sus costos, cierra.

Según la visión economicista de esta ultraderecha retrógrada, las escuelas compiten entre sí para disputarse esa plata de los vouchers y la matrícula escolar. En este afán, supuestamente mejorarían la enseñanza para así seducir y satisfacer la demanda de sus “clientes”. No por casualidad ponen a Martín Krause, un economista, consultor y Doctor en Administración de la privada Universidad Católica, en lo que sería la Secretaría de Educación de un eventual gobierno de Milei.

Para imponer los parámetros de mercado, bajo la suposición liberfacha, las escuelas tenderían a la mejora y las que no ofrezcan un buen servicio se quedarán sin alumnos y deberán cerrar. De este modo, permanecerán las escuelas “eficientes”, las otras van a quiebra y así el país obtendría mejores resultados educativos, de acuerdo a este imaginario.

¿Se aplicó en algún lugar del mundo?

Esta idea, como todas las que presenta Milei, no es nueva. El referente original del sistema de vouchers educativos fue el economista liberal Milton Friedman en los años ´50, con su funesta Escuela Económica de Chicago, asesor de los gobiernos imperialistas de Ronald Reagan en Estados Unidos y la pirata Margaret Thatcher en el Reino Unido.

Aunque en ningún país se aplicó este “voucher” en forma pura y hay muy pocos países con este sistema, la mayoría implementados entre los ‘80 y principios de los ‘90: Chile, Nueva Zelanda, Suecia y muy poco más, sobre un total de alrededor de 200 países del mundo.

En la región, esto sólo fue probado por la dictadura de Pinochet en Chile. Pero los vouchers chilenos no iban a las familias sino a las escuelas, según la cantidad de alumnos que lograban inscribir. Publicaban un ranking con los resultados de los colegios en las pruebas estandarizadas y los directores tenían libertad para elegir a sus alumnos.

Ilustraciones: Claudio Gallina. Artista y docente, accede a su obra aquí.

Los resultados han estado a la vista. En 2004, más de dos décadas después de aplicado el plan, la OCDE (organización internacional imperialista) calificó al sistema educativo chileno como el más desigual del mundo. Lo que generó el sistema de vouchers, que supuestamente premia la calidad educativa, fue una especie de profecía autocumplida: el Estado priorizó subvencionar a las escuelas privadas más ricas (que obtenían mejores resultados en las pruebas estandarizadas) quitándole el financiamiento a las públicas. De esta manera, el financiamiento estatal a la educación pública se desplomó y menos de la mitad de los chilenos pudieron acceder a la educación gratuita.

El resultado fue una brutal segregación entre escuelas para ricos y escuelas para pobres. El sistema se fue haciendo insostenible, lo que generó múltiples protestas estudiantiles masivas en los últimos años, que cuestionaban este modelo excluyente y exigían el acceso al derecho a la educación.

Ante esa realidad de fracaso, Milei pone de ejemplo a Suecia, pero no dice que las pruebas PISA de los últimos años muestran una caída en los resultados de ese país en relación a los previos a la aplicación de este sistema, a la par de que ha aumentado el gasto educativo.

Porque hay una suerte de contradicción en el liberalismo de Milei, y es que su modelo plantea el subsidio del Estado a las escuelas privadas mediante este voucher supuestamente universal, donde las escuelas “compiten como si fuera un mercado”, pero con financiamiento estatal.

Las falacias de Milei

Como era de esperarse, las explicaciones que da sobre la propuesta son muy rudimentarias y su plataforma electoral tampoco detalla cómo se implementaría. Habla sí, en su punto 2, de “descentralizar la educación entregando el presupuesto a los padres, en lugar de dárselo al Ministerio”, lo que atenta con la escuela pública como hemos explicado. Y en particular porque, como dice el economista Krause, su responsable educativo, los vouchers se proponen como una transición a un sistema 100% privado y sin subsidio.

Así lo reconoce: “la idea general es ir pasando de un esquema de subsidio de la oferta a subsidio de la demanda. Y en definitiva, al final del camino, ningún subsidio”. Como plantean una total privatización de las escuelas, consecuentemente Krause y Milei se oponen a la educación obligatoria.

Respecto a la improvisación, surge otro pequeño detalle para implementar este sistema. Y es que el Ministerio de Educación nacional es un ministerio casi sin escuelas, ya que la educación en Argentina está descentralizada hace décadas en las provincias, por lo que para llevarlo a cabo, entre otras cosas, habría que modificar la Constitución (Art. 5º), la Ley Nacional de Educación y convencer a los gobernadores y provincias que adopten su sistema.

Si vamos a otro fundamento de la propuesta, los vouchers apuntan a “liberar” a los alumnos, que serían “rehenes” de un “sistema de adoctrinamiento del Estado”, un “adoctrinamiento del marxismo cultural”. Su razonamiento es que las escuelas privadas no adoctrinan, cuando la realidad es la opuesta.

En la escuela pública, el sistema de designación de docentes por concurso en base a puntajes (cursos, carreras, concepto, antigüedad) favorece el ingreso de docentes sin distinción de ideologías. Hace a las conquistas expresadas en los Estatutos Docentes y por eso los quieren modificar. Y son las escuelas privadas, en su mayoría religiosas, las que tienen un fuerte sesgo ideológico.

Al contrario de lo que dice Milei, es la privatización educativa la garantía de adoctrinamiento, puesto que en la educación privada no existe la libertad de cátedra y los contenidos están regimentados por las patronales. En ese sentido, la Iglesia ha sido la vanguardia de los prejuicios anticientíficos y de la discriminación contra la mujer y la diversidad sexual.

No casualmente, Milei plantea en el punto 7 de su propuesta anti educativa “eliminar la obligatoriedad de la ESI en todos los niveles de enseñanza”. Por lo que queda claro que lo que quiere no es una educación des-ideologizada, sino que a la currícula la controlen ideológica y políticamente quienes tienen el poder en este sistema capitalista y el régimen reaccionario que defienden.

El cuento de la libre elección y los ataques a la docencia

Además de la idea de “poder elegir” las escuelas, Milei plantea que la educación deje de ser obligatoria, pregonando una vez más la idea de libertad. Esto oculta el hecho de que no existe “libre elección” porque la matrícula de las escuelas es limitada. Se completa y punto. Incluso en los distritos más ricos como la Ciudad de Buenos Aires, cuesta mucho conseguir vacante y no hablamos del lugar que alguien “elige”. Menos en escuelas o barriadas más carenciadas, en las zonas rurales y las más alejadas que puedan no resultar “rentables” en esta concepción mercantil.

Tampoco hay “libre elección” cuando las familias están condicionadas por recursos económicos, cada vez más limitados. Quienes no llegan a fin de mes, difícilmente puedan elegir pagar adicionales para la educación de sus hijos. Sólo los sectores con mayor poder adquisitivo podrán sumarle al voucher montos adicionales (para idiomas, equipamiento, etc.) y así obtener un servicio educativo de mejor calidad. Y esto no hace más que profundizar al máximo la segregación social, cultural e incluso racial que ya existe.

Por último, Milei plantea que la competencia entre escuelas va a promover que las mismas tengan un mejor desempeño; pero la experiencia en Suecia, como señalamos, indica otra cosa. Profundizando la tendencia a premiar la “eficiencia” en términos de graduados e inscriptos y en pos de presentar mejores resultados para quedar mejor posicionados, ocurrió que los colegios flexibilizaron la calidad educativa para mostrar un menor índice de repitencia y mayor aprobación de materias.

Si se quiere tomar alguna referencia con buenos resultados, podríamos ver los casos de Finlandia y Estonia, cuyos sistemas educativos son públicos prácticamente en su totalidad. Pero no. Porque a Milei no le interesa la calidad educativa ni mucho menos el derecho a la educación, sino completar su mercantilización, privatización y desmembramiento.

Y junto con esto, barrer con los derechos de la docencia, tal como explicita el punto 8 de su plataforma que plantea la “modificación del Estatuto” para “rever y eliminar licencias” e introducir la “posibilidad de despidos”. Además de declararla un servicio esencial para prohibir paros y protestas. Por todo esto, la propuesta “educativa” de Milei no tiene nada de positiva, todo lo contrario. Ni calidad, ni posibilidad de elección, ni menos “adoctrinamiento”, ni nada.

Sin espejitos de colores, un programa para la transformación educativa

A contramano de lo que proponen los liberfachos y el vaciamiento que ejecutan los gobiernos del PJ y Juntos por el Cambio, tenemos que pelear colectivamente por otro modelo de educación y de país. Desde Alternativa Docente la defendemos como un derecho social a garantizar por el Estado, luchando por aumentar ya el Presupuesto al 10% del PBI.

Al revés de lo que quiere Milei, la descentralización y transferencia que sostienen el PJ y Juntos, con la Multicolor, los gremios y seccionales combativas y la FND, luchamos por nacionalizar el sistema educativo y también su sostenimiento con fondos del Presupuesto nacional, a partir de anular los subsidios a la enseñanza privada, el no pago de la deuda externa e impuestos progresivos a los ricos.

Como docentes reconocemos, denunciamos y a la vez enfrentamos, la crisis a la que han traído a la educación los distintos gobiernos capitalistas. Pero partimos de defenderla, al servicio de su transformación para que responda a las necesidades de las mayorías sociales y no las del mercado, la OCDE, el Banco Mundial y el FMI. Por eso, ante las reformas anti educativas y avances sobre conquistas plasmadas en los Estatutos Docentes, exigimos un Congreso Pedagógico nacional y en las provincias, con instancias asamblearias por distritos y regiones para que quienes hacemos la escuela a diario, definamos esas transformaciones.

Con delegades de los y las trabajadoras de la educación y representación de estudiantes, familias y sectores de la comunidad educativa, no privatistas. Para defender la escuela pública, pero con la idea de un cambio radical en sus objetivos, currícula, criterios pedagógicos y didácticos, su organización, formatos institucionales y la democratización a fondo del gobierno educativo.

Así lo sostenemos en nuestro programa educativo y proyecto de país. Por un sistema educativo nacional, único y estatal, obligatorio, gratuito, científico y laico, en las luchas y en las urnas, te invitamos a que te sumes para hacerlo realidad. Vení con el MST en el Frente de Izquierda Unidad, a enfrentar a tanta derecha, en defensa propia y de la escuela pública.

Luciana Echevarría

Docente y Legisladora del MST en el Frente de Izquierda, Córdoba

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