No se llega a fin de mes. Esa es la realidad que vive la mayoría del pueblo trabajador. En un país rico como el nuestro hay cada día más pobres, más desocupados y bajos salarios. Quienes trabajan no llegan a cubrir el costo de vida con sus salarios. Quienes no tienen empleo ven cada vez más difícil conseguirlo y deben ir tirando con changas. Para la juventud sólo hay ofertas de trabajo súper precarizado. Y ni hablar de los jubilados y jubiladas, que cobran una miseria. Mientras, los precios no paran de crecer. La “relación precios-salarios” de la que habla el gobierno es cada vez peor. A esta altura de la pandemia y la crisis, va quedando claro que el gobierno de Fernández no resuelve ningún problema de fondo. Por eso hace anuncios y busca generar alguna expectativa de cambios, pero al final es sólo una pantalla. Por ejemplo querella a Macri por la deuda, pero sigue pagando dólar sobre dólar esa estafa y a costa de más ajuste y de seguir atados al FMI. A los empresarios, en cambio, les hace una concesión tras otra e incluso analiza cobrarles en cómodas cuotas el irrisorio “impuesto a la riqueza”.
La derecha no es salida. Ninguna solución puede venir de los hipócritas de Juntos por el Cambio. El macrismo hundió el país cuando gobernó y ahora habla como si nada. Pretenden ser los adalides de la lucha anticorrupción cuando su gobierno tuvo los escándalos de los Panamá Papers, los parques eólicos, el Correo y varios más. Con cinismo hablan de los derechos humanos “olvidando” su brutal represión en 2017 en Congreso o los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Pero si tienen espacio para hacerlo es porque el gobierno les da espacio. El vacunatorio VIP o el apoyo de Alberto Fernández a Insfrán son ejemplo de ello.
La burocracia, cómplice del ajuste. Los burócratas millonarios de la CGT, como los de las CTA que demostraron no ser muy distintos, son responsables directos de la malaria que vivimos los trabajadores. Transan con las patronales y el gobierno aumentos miserables y en cuotas, dando luz verde a la caída del salario real y la precarización. Dejan pasar los despidos y encima entregan al activismo opositor a las patronales. En las fábricas, el SMATA y la UOM, entre otros, permiten ritmos cada vez más duros. Y en docentes y salud, la Celeste de CTERA o las Federaciones de Salud no mueven un dedo en defensa de la primera línea. Esta burocracia, que vive entre lujos y privilegios, es ajena a la clase trabajadora. No consultan a nadie, no hacen asambleas. Más que al laburante, se ayudan a sí mismos, a los capitalistas y al gobierno. No defienden nuestros derechos: los entregan. Por eso Alberto los felicita una y otra vez. Son un mal a desterrar de todos los gremios.
La bronca crece. Pese a las entregadas de la burocracia, hay cada vez más luchas que surgen desde abajo. Millones sacan conclusiones sobre el rol traidor y frenador de estas direcciones. Por eso en cada lugar de trabajo hay que apoyar e impulsar a nuevos delegados y dirigentes. Exigir que las bases decidamos todo, en asambleas y reuniones. Para eso tenemos que organizarnos. Como las enfermeras de la ALE porteña, La Bordó del Hospital Italiano y la Asociación de Profesionales del Garrahan, los profesionales de salud de la CICOP bonaerense, la UTS en salud de Córdoba, los delegados de la Lista Azul en La Virginia de Rosario, las docentes de la lista Multicolor o los que se autoconvocan en Tucumán, San Juan, Neuquén y otras provincias. Que la bronca se transforme en más organización para fortalecer un nuevo sindicalismo combativo y democrático, independiente del gobierno y las patronales.
La lucha es política. No habrá cambios de fondo si no enfrentamos al capitalismo. Es falso que exista algún “capitalismo donde ganemos todos” como dijo Alberto. Aún en medio de la pandemia, lucran con la salud de la población. Mientras millones mueren, ellos defienden las patentes para que los laboratorios y farmacéuticas se la lleven en pala. Es la expresión más brutal de la irracionalidad de este sistema, como el maltrato de Larreta en la vacunación a los jubilados. Tenemos que sacarnos de encima a sus partidos, como el PJ o Juntos por el Cambio, que chamuyan distinto pero ambos gobiernan para los de arriba y para mantener sus privilegios de casta. Usan la grieta para mostrarse distintos, pero como gobierno ambos cumplen con el Fondo y ajustan al pueblo. Es más: ambos mantuvieron las reformas de Menem y el FDT no revirtió casi ninguna de las medidas de Macri.
La salida es por izquierda. Además de luchar es necesario alzar otra salida, una tercera alternativa por fuera de la grieta. Y eso sólo lo podemos hacer desde la izquierda, fortaleciendo al MST y al FIT Unidad. No sólo porque apoyamos todas tus luchas y reclamos, sino porque somos los únicos que proponemos cambios de fondo: Liberar las patentes, para garantizar vacunas para todos. Aumento salarial, con un básico igual a la canasta familiar. Fuera la burocracia sindical. Por nuevos dirigentes y una nueva dirección democrática, combativa y sin privilegios. Romper con el FMI, no pagar la deuda y volcar esa plata a las necesidades sociales. Nacionalizar la banca y el comercio exterior. Reestatizar los servicios públicos con control obrero y social. Terminar con la megaminería, el fracking y el agronegocio. Presupuesto ya para combatir la violencia de género, entre otros puntos. Aún sin definición sobre las PASO, la carrera electoral ya se largó. Todo lo que hacen el gobierno y el macrismo apunta a juntar votos. Desde el Frente de Izquierda Unidad también vamos a postular nuestras propuestas y figuras en todo el país, que en el caso del MST encabezarán Cele Fierro, Alejandro Bodart y Vilma Ripoll. Sumate a la tarea.