viernes, 22 noviembre 2024 - 19:58

Editorial. La “platita” se la lleva el FMI

No fue al bolsillo popular. El pasado 22/9 el gobierno pagó al Fondo Monetario U$S 1.900 millones en concepto de amortización de capital del mega préstamo fraudulento que contrajo Macri por U$S 44.000 millones, que en realidad es de U$S 53.000 millones si sumamos intereses. En diciembre Guzmán tiene previsto enviarle una suma similar para cancelar otro vencimiento de capital y si tomamos los intereses correspondientes a este año, que terminaremos de pagar en noviembre, deberemos sumar otros U$S 1.000 millones. También le pagamos en julio pasado U$S 220 millones al Club de Paris. Redondeando estos números hablamos de U$S 5.000 millones pagos este año. 

No escucharon los reclamos. Después del golpazo electoral, de fuertes discusiones al interior del Frente de Todos, de las confesiones de Vallejos. la carta de Cristina de la respuesta de Guzmán, en el afán de dar una señal de que se va a mejorar los salarios e ingresos miserables de la población, que lejos de superar la inflación, cada día pierden más, apareció la voluntad de poner «platita» en el bolsillo del pueblo trabajador. Se habla de un paquete de 170.000 millones de pesos para invertir en distintas medidas. 

Solo algunas migajas. Si comparamos el valor en dólares de la «platita» extraordinaria que va invertir el gobierno, en un país con el 50% de su población por debajo de la línea de pobreza, con el objetivo confeso de intentar revertir un muy desfavorable resultado electoral, nos encontramos con que a valor del contado con liquidación esa suma equivale a U$S 1.000 millones. Contra los U$S 5.000 millones que están pagando el Fondo y al Club de Paris este año, está muy claro a dónde va a parar el dinero que produce el trabajo de los argentinos. 

La estafa es mayor. Además, sólo estamos hablando del FMI y el Club de Paris, a los fondos buitres que tienen los bonos de la deuda argentina, el «exitoso» canje de Guzmán del año pasado le reconoció títulos que en el mercado internacional se cotizaban al 20 o 30% a casi el 100% de su valor nominal, a cambio de que le estiren un poco los impagables plazos de pago. Son un total de U$S 104.000 millones más U$S 6.000 de intereses. Otro relato similar de canje «exitoso» es el que acaba de realizar Guzmán con la deuda de la provincia de Bs. As. 

Y se acumula desde antes. Si seguimos sumando, la deuda intrasector público con organismos oficiales de alrededor de U$S 140.000 millones, más las deudas con otros organismos internacionales y otros títulos emitidos por el Estado, la deuda pública argentina subió al récord de U$S 345.000 millones, un 110% del PBI. Si agregamos también los U$S 120.000 millones de deuda del Banco Central (Leliqs, pases a 7 días, etc.) de vencimientos a cortísimos plazos y unos U$S 30.000 millones de deudas de las provincias… la calculadora se rompe antes de dar el resultado final de la cuenta. 

Ilegítima y fraudulenta. La deuda con todas estas aves carroñeras no sólo es fraudulenta, de origen totalmente ilegitimo y «odiosa», también es impagable. Ellos los saben, su negocio es la usura. No pretenden que la cancelemos sino seguir aumentándola, vía intereses desproporcionados mientras fugan capitales, se quedan a precio vil con empresas públicas o recursos naturales, e imponen las mejores condiciones para su expoliación imperialista de los trabajadores y bienes comunes del país. 

Ricachones y gobierno entreguista. Se dicen muchas cosas, que faltan dólares, que somos un país pobre… todo para justificar la catástrofe social que atravesamos mientras los grandes empresarios aumentan cada día más sus ganancias. Lo cierto es que según Miguel Pesce, el presidente del Banco Central, las clases ricas de la Argentina tienen U$S 400.000 mil millones de activos externos, compuestos por dólares billetes, inversiones y propiedades en el extranjero, acciones de empresas y títulos de otros gobiernos. De ese capital, un reciente estudio señaló que existen U$S 200.000 millones de dólares en efectivo no declarados, en su mayoría en las manos de empresarios que viven en la Argentina. Expoliación capitalista, especulación financiera, salida y fuga de capitales permitida bajo distintas formas por los sucesivos gobiernos. 

Acuerdo y reformas reaccionarias. El país se encamina a firmar con el FMI un acuerdo de Facilidades Extendidas que pese al ruido electoral, ya Cristina bendijo al avalar el pago con los DEGs, que entraron al país con el objetivo original de cubrir las necesidades planteadas por la pandemia, para cubrir los vencimientos con el Fondo de este año. Su firma estaría postergada ya que se está negociando la tasa de interés, pero fundamentalmente porque no conviene ventilar en épocas electorales sus condiciones, que significarán una nueva tuerca en la entrega del país. Reforma laboral flexibilizadora, baja de los ya totalmente devaluados presupuestos previsionales, de asistencia social y de inversión pública en salud y educación, entre otras medidas. 

No hay grieta ante la deuda. En este cercano «acuerdo» no hay grieta entre el frente oficialista y la coalición opositora de Juntos por el Cambio. Ambos la apoyan. También Milei, Espert o Randazzo. La verdadera grieta está entre esta casta política defensora de los intereses del gran capital y la inmensa mayoría del pueblo trabajador. Entre estos viejos partidos y propuestas políticas y los que, desde el MST y el FIT Unidad proponemos una salida diametralmente distinta. 

No pagar: la única salida. Así no hay salida para el 99% de la población. La «platita» necesaria para revertir la enorme pobreza y la degradación de nuestros jóvenes para crear trabajo con un fuerte plan de construcción de los millones de viviendas populares que hacen falta y desarrollar la infraestructura. Los dineros para terminar la desocupación, lograr un salario y una jubilación que cubran el costo de la canasta familiar. Sólo puede salir de un lugar: de dejar de pagar el fraude de la deuda externa y de fuertes impuestos mensuales a las fortunas y ganancias de los grandes empresarios, del 1% que se enriquece a costa de la miseria del resto. 

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