El domingo 15 culminó un proceso de negociación que llevó ocho años y que agrupa a 15 países de la región Asia-Pacífico, entre todos ellos representan el 30% de la población mundial y un tercio del PBI del globo. Una vez puesto en marcha este acuerdo se procederá a reducir aranceles y facilitar el comercio entre sus socios. La Asociación Económica Integral Regional -RECEP por sus siglas en inglés- se apoya en el impulso de China y deja fuera a Estados Unidos.
Después de 31 ruedas de negociaciones, 18 reuniones ministeriales y luego de haber cambiado la fecha de firma del documento que da nacimiento al acuerdo; se reunieron en Hanói, Vietnam, los países firmantes que son: China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, más los diez países del acuerdo conocido como ASEAN: Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Birmania, Camboya, Laos y Brunei.
El acuerdo reduce derechos aduaneros, abre el comercio en el sector servicios y facilita las inversiones, entre ellas las de la Nueva Ruta y el Cinturón de la Seda. Sin embargo, por el claro carácter dominante de China, no hay medidas relacionadas con el medio ambiente ni con los derechos laborales, que quedaron fuera del acuerdo. India que fue parte del lanzamiento de las negociaciones en 2012, se retiró a principios de este año por presiones de Estados Unidos.
Desde que Trump retiró a su país del acuerdo transpacífico -TTP por sus siglas en inglés- negociado por la administración de Obama, que aspiraba a ser el más grande del mundo, Estados Unidos avanzó en su aislamiento. No está claro que posición asumirá el nuevo gobierno norteamericano frente al RECEP, lo más probable es que no acepte compartir un espacio de esa naturaleza con China.
Este paso, según el vicepresidente chino que participó de la reunión final y de la firma, es muy importante para la potencia asiática ya que le da una ubicación geopolítica privilegiada desde el punto de vista económico en toda la región Asia- Pacífico y del sur, una región extremadamente sensible con existentes o potenciales conflictos armados, incluso disputas entre los países que integran este acuerdo, como las islas de sur de Asia y las del mar de China.
Aunque el acuerdo es solo económico y comercial, no se puede descartar que China busque como escudo de defensa en ese sector avanzar hacia acuerdos de solidaridad política o de defensa. Lo que queda claro, es que el hecho de haberse firmado este acuerdo que se viene negociando desde 2012 sin Estados Unidos, es un signo de los nuevos tiempos y de la dimensión actual de la decadencia imperial norteamericana.