Economía. Claudio Katz: “La clase dominante convalida la venta de Argentina por moneditas”

Esta entrevista fue publicada originalmente en el número 861 del periódico impreso mensual Alternativa Socialista, que podes adquirir con nuestros militantes.

Claudio Katz es economista, docente universitario y activista político y social. Integra el colectivo Economistas de Izquierda y conversó con Alternativa Socialista sobre la actualidad y la perspectiva económica de nuestro país bajo el gobierno de Milei.

Nuevamente la economía argentina afronta una grave crisis. ¿Qué ocurrió?

Milei pretendió instaurar un modelo neoliberal semejante al que rige desde hace décadas en Perú. Atacó a los sindicatos, atropelló a los movimientos sociales y agredió a las organizaciones democráticas, para modificar las relaciones de fuerzas a favor de los capitalistas. Buscó introducir una hegemonía perdurable de los poderosos, con otro ensayo de la misma intentona reaccionaria que inició Videla, retomó Menem y recreó Macri. Pero hasta ahora no logró sus objetivos.

¿Por qué?

Repitió un modelo que genera desequilibrios inmanejables, porque sostiene artificialmente el valor del dólar para mantener baja la inflación. Con ese esquema se dilapidan recursos y se asfixia al sector productivo. Esa política fragilizó como nunca la economía, al incentivar un nivel sin precedentes de endeudamiento, desinversión y derroche de divisas.

Generó un desastre muy superior al pasado. Hay un tendal de empresas quebradas, y varias compañías extranjeras de gran porte se fueron del país. Como el costo en dólares de producir localmente se disparó, todos los procesos locales de fabricación se desplomaron.

Ese encarecimiento se agravó además por el deterioro de la infraestructura, que Milei acentuó paralizando la obra pública. El brutal recorte de los ingresos populares acrecentó, a su vez, el desempleo y la desigualdad se ha tornado obscena, con el malgasto de divisas en el subsidio del turismo al exterior. Como el experimento anarcocapitalista ha sido incapaz de generar crecimiento se desató otra secuencia de fuga de capitales.

¿Quién ganó y quién perdió entre los grupos dominantes?

Milei contó con el fervoroso sostén de los financistas, los grupos tecnológicos y los extractivistas. El primer sector fue el principal beneficiario de la bicicleta armada con los títulos públicos, para consumar una gran transferencia de ingresos de toda la población a favor de los especuladores. El segundo segmento de proveedores transnacionalizados de servicios informáticos fue influyente, pero no llegó a realizar los negocios que imaginaba. El tercer grupo de empresas extractivas obtuvo las leyes que buscaba, pero tampoco puso en marcha sus proyectos.

El agronegocio fue favorecido por la desregulación, pero quedó muy afectado por el tipo de cambio, repitiendo lo ocurrido durante la Convertibilidad. Y el mayor perjudicado fue sin duda el sector fabril, que sufrió una remodelación brutal con la apertura de las importaciones, la destrucción del mercado interno y el deterioro del poder adquisitivo. Todo el modelo se ha desplomado en ese marco a mayor velocidad que en el pasado, porque es más frágil que el ensayado por Martínez de Hoz, Menem y Macri.

¿Y por esa razón ha sido tan acelerada la fuga de capital?

Si. En menos de dos años, Milei y Caputo rifaron 92.000 millones de dólares. Pulverizaron los ingresos del blanqueo, de las exportaciones de soja, de los préstamos externos, del salvataje del FMI y probablemente de las propias existencias de oro del Banco Central. Todo el modelo sirvió para financiar a los banqueros, que se enriquecieron con el carry trade. Ingresaron dólares, lucraron con las altísimas tasas de interés de los bonos en pesos y se aseguran la reconversión de esa fortuna en dólares antes de la devaluación.

Para favorecer esa timba, el gobierno ni siquiera acumuló reservas y luego del fallido auxilio del FMI, afrontó en las últimas semanas un escenario de gran temblor. Quedaron desconcertados y se verificó la inconsistencia de todas sus teorías. Afirmaban que secando de pesos la plaza no habría corrida cambiaria, cuando ninguna retracción monetaria evita ese escape. También postularon que el maquillado superávit fiscal contrarrestaba cualquier tensión, cuando todos saben que es un burdo disfraz contable. No tuvieron forma de ocultar que se acabaron los dólares y que Milei-Caputo tan solo han sobrevivido por el auxilio de Trump.

¿Cuál es el propósito de ese socorro?

La primera función ha sido política. Evitar el desplome del gobierno, con el salvavidas que le permitió llegar y ganar las elecciones. El segundo objetivo es el rescate de los propios fondos de inversión estadounidenses, que compraron bonos argentinos. Aquí, Caputo repite exactamente lo mismo que hizo en el 2018 con Macri. Esta vez tiene una sociedad con Bessent para asegurar un negocio, que dejará al Estado con otra monumental deuda solventada por todos los argentinos.

El New York Times publicó la lista de los beneficiarios de este fraude. Son BlackRock, Fidelity, Pimco y sobre todo el fondo del multimillonario Robert Citrone, que es un ex colega de Bessent y Caputo. Forman parte del mismo grupo de traders, que comenzaron a timbear juntos en Wall Street con el padrinazgo del Soros.

¿Pero el Tesoro estadounidense compra efectivamente pesos para sostener esa operación o adopta una postura meramente declarativa?

Ellos esperaban sostener la cotización del dólar con simples anuncios, pero afrontaron una corrida tan fuerte que debieron adquirir pesos. Ha sido una maniobra inédita, ya que a lo sumo Estados Unidos intervino en el pasado en el sostenimiento de monedas fuertes como el yen o el euro, pero nunca en casos como la Argentina.

Igualmente habrá que ver cuántos pesos efectivamente adquieren. Bessent propagandiza su respaldo verbal mediante tuits, subiendo la apuesta de los anuncios. Habla de 20.000 o 40.000 millones de dólares, sin explicar cómo se haría ese desembolso.

Enfrentan un grave problema dentro de Estados Unidos, porque llueven las críticas al eventual despilfarro de dólares en Argentina, cuando Trump no termina de acordar la reapertura del Congreso, que está cerrado por las negociaciones del presupuesto estatal norteamericano. Los Demócratas están furiosos y cuestionan a viva voz que le otorguen dinero a Milei. Trump responde que es un buen negocio porque compra a la Argentina por muy poca plata.

Bessent incluso sugiere que no gastará mucho dinero contante y sonante. Afirma que concertará un acuerdo con el FMI, para transferir a la Argentina un medio de pago denominado DEGs, que no se utiliza en transacciones corrientes. El verdadero temor de la elite financiera yanqui es que salvataje de Milei termine favoreciendo a los capitalistas argentinos. Fue lo que pasó con Macri y podría repetirse ahora.

¿Pero no te parece que, más más allá de estas operaciones inmediatas, hay un propósito estratégico en la intervención de Trump en Argentina?

Sí. No cabe la menor duda y han transparentado con total desfachatez sus cuatro objetivos. El primero es desplazar a China y por eso hablan de una transferencia de dinero al Banco Central (denominado swap) por la misma cifra que Argentina obtuvo de China. Exigen el reemplazo de ese depósito en yuanes por otro nominado directamente en dólares y aportado por la Reserva Federal.

Por esa vía, la dependencia con Estados Unidos sería total. Podrían concretar su meta, que es forzar la ruptura de todos los convenios concertados, pendientes o posibles con China. Se juegan ahí los grandes negocios de la tecnología 5G, las represas, los minerales críticos y la energía nuclear.

El segundo objetivo es la apropiación de los recursos naturales. El embajador Lamelas ya comenzó a monitorear personalmente esa expropiación en todas las provincias. Quieren para las empresas estadounidenses el uranio, el litio, las tierras raras y también gran parte del petróleo, el gas y el agua.

En tercer lugar, Estados Unidos pretende manejar la política económica argentina, para favorecer su agronegocio en competencia con el nuestro, especialmente en el sector de la soja. Ya vimos la obediencia inmediata que exhibió Caputo, cuando Bessent exigió la anulación de una reducción de las retenciones, que afectaba a los exportadores yanquis. Es evidente que el nuevo coloniaje golpeará a la burguesía agraria.

Finalmente, quieren apoderarse de varias empresas aprovechando su desvalorización bursátil. Muchas compañías argentinas han quedado impactadas por la recesión y su valuación se derrumba. Están a precio de remate y en la mira de los compradores estadounidenses.

Por lo tanto, el status colonial está a la vista…

Se está utilizando mucho ese término por el escandaloso grado de sometimiento en curso. Trump ha decidido incorporar a la Argentina a su propio tablero. Su proyecto de anexar Canadá, comprar Groenlandia o recuperar Panamá, empieza con la captura de la Argentina y la instalación de bases militares para supervisar el Atlántico Sur.

Por eso la actual intervención del Tesoro en el rescate de Argentina difiere de otros antecedentes. Es muy distinto al salvataje de México durante la crisis del Tequila y nacimiento del ALCA. En ese momento otorgaron 20.000 millones de dólares, que ese país utilizó rápidamente y devolvió tres años antes de lo previsto. Lo que Trump implementa ahora, tampoco se parece al socorro de Uruguay del 2002, cuando le otorgaron un préstamo-puente de 1.500 millones de dólares, para evitar el contagio de la crisis bancaria de la otra orilla del Plata.

El operativo actual es una captura de Argentina, muy similar al control yanqui de Ucrania y por eso Milei tiene tantos parecidos con Zelensky. Allí manejan el país contra Rusia y aquí pretenden hacerlo contra China. Allí desataron una guerra para esquilmar su economía y aquí buscan lograr lo mismo, mediante la simple sumisión del gobierno.

Estamos viendo una repetición del tratado Roca-Runciman de 1933-35, que frustró el desarrollo de Argentina para cumplir con las exigencias de Inglaterra. Nuevamente nuestro país queda atado a una potencia en declive, profundizando el suicido que inició Milei con la renuncia a ingresar en los BRICS.

Si ese proceso se efectiviza hasta sus últimas consecuencias, terminará sepultando los últimos vestigios de soberanía monetaria. Es cierto que por ahora no se puede dolarizar, puesto que falta la montaña de divisas requerida para sostener la conversión de los depósitos y la base monetaria. Pero el propósito de largo plazo es un modelo semejante a Ecuador y el Wall Street Journal demanda explícitamente iniciar esa mutación.

Y encontraron en Milei un servidor a medida de esa entrega….

Por supuesto. El anarcocapitalista se humilla, hace payasadas, firma lo que le dice la Casa Blanca y actúa como un bufón en la corte del rey Donald. Argentina ha quedado intervenida como nunca por el imperio. Esa cesión de la política económica no tiene precedentes. Hay un cambio cualitativo de la dependencia, que trasciende el molde tradicional del endeudamiento. La tecnocracia doméstica atada a las finanzas globales, ha terciarizado no sólo la intervención en el mercado, sino la propia disponibilidad de las reservas. Ha cedido todo, pero hay muchas dudas sobre su confiabilidad y por eso Trump exige garantías.

El magnate le exige a su vasallo algún modelo de alianza con otras fuerzas, para volver al contexto de sumisión del Parlamento al Ejecutivo, que les permitió contar con la ley de Bases. Hay un ejecutor de este plan que se llama Barry Bennett. Montó una consultora argentinoestadounidense y desde sus oficinas opera en sintonía directa con la Casa Blanca para asegurar la marcha de todo el operativo.

¿Y las clases dominantes como se posicionan frente a este escenario?

Por ahora, lo aceptan, lo convalidan y lo promocionan. Repiten la misma dinámica que ha primado desde la llegada de Milei al gobierno. Prefieren perder negocios y rifar su autonomía, a fin de lograr la destrucción del movimiento popular. Consideran que estarán mejor con menos empresas propias, pero sin sindicatos. Mas dependencia de sus competidores, pero sin amenazas de piquetes, huelgas y protestas.

Por esa razón, en medio del descalabro productivo que afrontan, su prioridad es la reforma laboral para abaratar el costo de los despidos, flexibilizar la jornada de trabajo y reducir las cargas patronales. Además, a diferencia con lo ocurrido con De la Rúa y el fin de Convertibilidad, no tienen preparado un plan alternativo al rumbo actual. La clase dominante convalida la venta de Argentina por moneditas.

Todos anticipaban hasta ahora una próxima devaluación. ¿Estás de acuerdo?

Hasta la elección parecía la devaluación más anunciada de los últimos tiempos. Ciertamente no tienen los dólares para sostener el tipo de cambio actual y por eso se hicieron muchas estimaciones sobre cuánto costaría la divisa, en función del resultado de los comicios.

Pero ahora se ha creado un nuevo escenario político y habrá que ver, si pueden soslayar la devaluación o manejarla con otros tiempos y ritmos, utilizando el sostén del Tesoro estadounidense. No olvidemos que Trump tienen una estrategia de largo plazo para la Argentina.

La obscena reunión que hizo la plana mayor del JP Morgan con Tony Blair y Condolezza Rice en Buenos Aires anticipa operaciones financieras de gran porte, que incidirán en el tipo de cambio. Cuentan con el aval de los principales capitalistas argentinos, que festejaron en el Teatro Colón un hito de la entrega del país.

En cualquier caso, se avecina un ajuste más duro. Milei logró el inédito récord de inducir dos recesiones en dos años. Su manejo de la política económica fue tan nefasto que precipitó ese desmoronamiento. Ya hay muchos indicios de mayor contracción y creciente desempleo, mientras el gobierno prepara un nuevo paquete de agresiones contra el pueblo.

Proyecta una poda de la AUH y de las asignaciones familiares y seguirá recortando fondos a los universitarios, al Garrahan y a los discapacitados. Su prioridad es enriquecer a los ricos, como lo demostró con la reducción de las retenciones. Con ese premio a los agroexportadores se habría podido cubrir las demandas inmediatas de salud y educación. Pero lo más grave se verifica en la deuda, que vuelve a situarse por enésima vez en el centro de los problemas económicos.

¿Cuál es la magnitud actual de esa carga?

La deuda externa supera los 305.000 millones de dólares y hay vencimientos en el 2026 y 2027 por 28.700 y 32.200 millones de dólares. Además, el stock de deuda pública en pesos es monumental y ya no es factible -como en otro momento- una licuación de ese pasivo. Todos los bonos están ligados a la cotización del dólar y por eso se avecina otro “reperfilamiento”, como hizo Macri en el 2018. El problema se agrava por la disminución del saldo comercial y la farsa del superávit fiscal que no alcanza para pagar deudas. Es un simple maquillaje que no contabiliza de los intereses de los pasivos.
Como, además, el acceso al financiamiento internacional continúa cerrado, no hay salida a la vista. Milei ha gastado cuatro veces más en intereses de la deuda que en jubilaciones y no tiene cómo afrontar la gigantesca bomba de los vencimientos de los próximos dos años.

Por eso, la operación de rescate Trump-Bessent seguramente incluiría alguna reestructuración de la deuda, que dejará al país totalmente postrado. La perspectiva para Argentina es la simple degradación. Sin dólares propios y sin política productiva, el país seguirá atrapado en una asfixia económica interminable.

¿Y entonces que correspondería hacer?

Encarar una fuerte respuesta al colonialismo de la deuda, empezando por una campaña de rechazo al paquete de Trump-Bessent. El carácter ilegítimo, ilegal y fraudulento de todo lo suscripto por Milei salta a la vista. A diferencia de lo ocurrido con Macri, ahora el fraude es transparente y la aceptación de la deuda con los bancos privados, el FMI y el Tesoro estadounidense conduce a la Argentina a un tobogán de miseria.

En este terreno, hay que aprender de la experiencia con Alberto Fernández, para no repetir la fallida negociación que hizo Guzmán. Estamos pagando intereses al FMI que fueron comprometidos por ese gobierno y afrontamos un calendario incumplible por lo que ellos suscribieron con el apoyo del Congreso. Si olvidamos ese precedente volveremos a repetir los mismos errores. Notemos que el problema no es nuestro, sino del FMI, puesto que ha concentrado en el deudor argentino un agujero inmanejable de su cartera.

¿La deuda seguirá operando entonces como el gran instrumento de sometimiento del país?

Sí, pero en una nueva etapa de recolonización y pérdida de la soberanía, que planteará inéditos desafíos. La buena elección de la izquierda -en un contexto de resultados muy adversos para el movimiento popular- aporta un cimiento para discutir cómo abordar este nuevo período.

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