Ante la crisis política, económica y social que atraviesa el país vemos cómo distintos sectores, entre ellos el movimiento piquetero, salen a las calles a denunciar las políticas de ajuste a medida del FMI. Ante esto, los medios masivos de comunicación, al servicio del sector hegemónico dominante, no hacen más que marginalizar y estigmatizar las luchas sociales con el afán de garantizar la gobernabilidad, utilizando discursos de odio.
Entre la crisis social y la estigmatización
Un ejemplo de este accionar es el debate alrededor de “la planera”, quien fue muy difundida por medios televisivos y redes sociales. Su nombre es Mariana, una persona que recibía el plan Potenciar Trabajo: recibía, porque le han dado de baja. Se volvió viral por la red social Kwai, tras su discurso en el que insultó a quienes trabajaban. Expresó que eran “giles “por no cobrar un plan, y que cobraba alrededor de 150 lucas. La realidad es que aquellos que perciben un programa social, saben que no se llega a ese monto. Y más, cuando la canasta básica según el INDEC es de $104.216,80. Cifra que se vuelve cada día más difícil de alcanzar en los barrios populares, producto de la inflación.
Los medios hicieron foco en esta noticia, en búsqueda de desprestigiar la lucha del movimiento piquetero por trabajo genuino, como así también de profundizar y generar grietas entre los trabajadores (formales, informales, desocupados, ocupados). Las redes sociales ardieron con posturas a favor y en contra. Dejando de lado que se utiliza este caso como maniobra para enfrentar a los trabajadores entre si y poner al pobre en contra del pobre, porque la unidad de los de abajo es lo que realmente preocupa a todo el arco político.
Esto se da en un contexto de crisis política dentro del gobierno, al que no le alcanza con poner a Massa de superministro para profundizar el ajuste. Massa, su última carta a jugar, no es suficiente para controlar la crisis social. Por eso surgen también diferentes ataques a los movimientos sociales, como se evidenció en allanamientos y persecuciones a quienes están en las calles luchando contra el ajuste.
Rol de las redes sociales y los medios masivos de comunicación
Para analizar la dinámica que adquiera la comunicación en estos tiempos, siempre es bueno retomar en parte el análisis de Michael Foucault, filósofo y psicólogo francés que analizó en varias obras el comportamiento de la sociedad moderna. Con el surgimiento de la industrialización empieza una nueva sociedad, la «sociedad disciplinar». Que consistía en encerrar a las personas para mantenerlas vigiladas, en instituciones carcelarias, manicomios, escuelas, orfanatos.
Después de la segunda Guerra Mundial, hubo un pasaje de la sociedad disciplinar hacia otra llamada «sociedad de control», que consiste en vigilar a las personas ya en un ambiente «desterritorializado». Es decir, ya no centrado en un solo lugar, sino que esta nueva sociedad no necesita un solo ambiente para que se pueda ejercer el poder, sino que ahora es controlada por distintos tipos de consumo: el marketing, consumo televisivo y redes sociales, endeudamiento privado. El encierro ya no es solo corporal, aunque se siguen utilizando instituciones carcelarias. Ahora existe la «cárcel mental», donde el sujeto no se da cuenta de estarlo, y cae fácilmente ante discursos de odio. En este caso, contra los sectores más golpeados. Esto evita efectivamente el pensamiento crítico y reflexivo de las masas, elemento que se precisa hoy más que nunca para cambiar la realidad que impone el sistema capitalista.
Ni hablar que existen algoritmos (códigos numéricos) para seleccionar el perfil de tipos de subjetividad que se conforman en las redes sociales. Como por ejemplo en Facebook, donde queda grabado el tiempo de visualización de vídeos, reacciones, difusión de noticias, etc. para crear, en base a los gustos de la persona, un perfil subjetivo virtual. Esto explica que, cuando entramos a la red, nos aparezcan temas similares a lo que veníamos compartiendo o mirando. Por supuesto, no está avalado por la ética, porque se nos niega el conocimiento de este funcionamiento a la hora de crearnos la red social.
Por otro lado, para comprender el poder que concentran las redes sociales, podemos poner un ejemplo dentro el corazón del capitalismo (EE.UU.). En las últimas elecciones, el ex presidente Donald Trump fue bloqueado y suspendido de aplicaciones como Twitter por sus discursos de odio. A la vez que, en otras como Facebook, le fue claramente útil en su campaña presidencial para multiplicar por millones fake news.
En Argentina, vemos cómo los mensajes de odio en contra de la pobreza se difunden como si nada. Profundizándose aún más con el fenómeno Milei, los liberfachos y la derecha. Ahora, tras el discurso de “la planera” vemos cómo actúan los medios para ridiculizar a quienes perciben el Potenciar Trabajo o cualquier programa social, y peor aun alimentando el discurso del «pobre contra el pobre». Hoy más que nunca, hay que seguir preparándose y desarrollar los ámbitos de debate y construcción crítica. De la participación política para la transformación social, como lo desarrollamos desde el MST en el FIT-U. Para que podamos construir lo que el poder no quiere que ocurra: que los trabajadores formales, informales y desocupadxs se unan para cambiar esta realidad de ajuste y pobreza, en la lucha por un gobierno de los trabajadores.
Lucia Di Leva