El presidente ya no es el loco que escucha murmullos y toces, ahora recorre Davos dando su mensaje para los empresarios que se reúnen en aquel foro de rapiña, con un mensaje claro: defender la economía de empresa libre a cualquier costo, ante el peligro que abruma al occidente, la amalgama de ideas a la que denomina “ colectivismo”, donde ingresa casi toda intervención estatal de la economía.
El PBI ante todo
En su jura de lealtad al capital menciona: “Si uno mira un gráfico de la evolución del crecimiento económico a lo largo de la historia de la humanidad, uno estaría viendo un gráfico con forma de un palo de hockey, una función exponencial, que se mantuvo constante durante el 90% del tiempo y se dispara exponencialmente a lo largo del siglo XIX, la única excepción a esta historia de estancamiento se dio a finales de siglo XV con el descubrimiento de América”. Cabe destacar que para el presidente el crecimiento del PBI que causó el genocidio y saqueo originario de América que denomina “descubrimiento” es un elemento incluso positivo. ¿De qué otra manera podría ser? Si fue ese río de lodo y sangre el que sentó las bases de acumulación que permitieron el posterior desarrollo capitalista. Desarrollo que, para elaborar su defensa, tiene que comparar con el crecimiento del PBI en sistemas anteriores como el esclavismo o el feudalismo, como si el desarrollo técnico científico o la relación de la sociedad con el excedente fuera la misma hace 2.000 años.
El mismo cuento del PBI que usa para abanderarse del capitalismo es el que esgrime para postular que argentina fue potencia mundial en el periodo “roquista”, y que fue el “colectivismo” a lo largo de la historia el que lo sepultó. Si el PBI diera cuenta del nivel de vida de la población, con los avances técnico-científicos que poseemos hoy en día, la palabra pobreza no debería existir en nuestros diccionarios. Por el contrario, la miseria se expande por todos los rincones del planeta, lo que da cuenta de que por más alto pueda ser el PBI, la forma de repartir que tiene el capital favorece la concentración en manos de unos pocos. Los valores del PBI del período “roquista” al que se refiere Milei se explican por la expansión sobre los pueblos originarios para imponer latifundios y generar exportaciones a través del modelo agro, bastante lejos de lo que conocemos como potencias, generalmente industrializadas.
Con el paso de los años no se dividió mejor la riqueza; sino que se favoreció la concentración, tal es así que hoy en día el 1% de la población más rica posee más que el 99% restante. Sin importar pandemias o crisis, el torrente de ganancia va en una sola dirección. Somos un país con un gran PBI que queda en manos de los mismos, y Milei quiere garantizar que siga así.
Muchas formas de nombrarlo, un solo significado: dictadura del capital
En su lucha ideológica, el mandatario argentino ataca al colectivismo y la escuela de la economía neoclásica en pos de la economía de empresa libre. Lo cierto es que a diferencia de como dice Milei, no olvidamos la lucha de clases, y comprendemos perfectamente que en cualquiera de los modelos se benefician siempre los mismos sectores: los empresarios, la banca y los usureros.
Dentro de la amalgama que Milei menciona como “colectivismo” podríamos englobar a los progresismos latinoamericanos, a quienes cuestionamos por haberse limitado a los márgenes del sistema capitalista, en lo que fue una oportunidad desaprovechada donde se desperdició un viento de cola económico a favor, como así también un alineamiento internacional en la región. Las consecuencias están a la luz: la decepción de las masas para con esos procesos llevó en nuestro país a darle lugar a Macri primero y luego a Milei. Definitivamente lo que no avanza, retrocede.
También en su polémica con los neoclásicos y su teoría de los fallos de mercado que llevan a la monopolización económica, Milei defiende fervientemente el mercado como “un mecanismo de cooperación social“ y defiende la concentración económica como una situación más del mercado. Eso explica, por qué en la Ley Ómnibus y el DNU que presentó en sus primeras semanas de gobierno sus medidas van dirigidas a los dueños del país: los dueños de prepagas, de los medios, de las cadenas de alimentación, de la tierra, etc.
Lo cierto es que con un capitalismo más o menos voraz, más o menos brutal, la única clase que genera ganancia con su fuerza de trabajo y que a su vez tiene que pagar los platos rotos de cada crisis cíclica de este sistema es la clase trabajadora. Rechazamos la lógica posibilista de que solo se puede maquillar con pequeñas reformas este sistema que propaga miseria y pobreza y denunciamos a quienes defienden el avance del capitalismo, montado sobre la explotación y el saqueo.
¿Nueva agenda socialista?
En su discurso también expone que el socialismo ha dejado de lado la lucha de clases para enfocarse en una nueva agenda basada en “supuestos conflictos sociales”. Menciona dos aspectos, el primero es la lucha contra el patriarcado, a la que reduce a una “pelea ridícula y antinatural entre el hombre y la mujer”, y argumenta que aquella desigualdad ya fue resuelta por al liberalismo, ya que todos poseemos los mismos derechos otorgados por el creador, “la vida, la libertad y la propiedad”. No es una declaración casual, al igual que nosotros sabe que las conquistas de género vienen hermanadas con las conquistas de clase. La diferencia es que se posiciona en la trinchera de enfrente, al saber que no hay capitalismo posible sin la opresión hacia la mujer, ya no solo cuidando y sosteniendo al obrero del presente y del futuro, sino que también en la mayoría de los casos teniendo que enfrentar peores condiciones de trabajo para traer un ingreso más a la casa.
El segundo aspecto en el que hace énfasis es el del conflicto “entre el hombre y la naturaleza”, negando el daño que presentan nuestro planeta y ecosistemas, como así también acusando al ambientalismo de utilizar “mecanismos de control poblacional o la agenda sangrienta del aborto”. Lo cierto es que la anarquía de la producción es inherente al capitalismo y ha roto el metabolismo que había perdurado a lo largo de miles de años entre las sociedades y la naturaleza, la lógica de generar más ganancia sin importar el daño que causan en el planeta que habitamos nos ha llevado a puntos cercanos al no retorno en materia ambiental. El extractivismo, como nueva lógica del saqueo colonial, destruye ecosistemas enteros, contamina los ríos y genera daños en muchos casos irreparables para los pueblos. El negador del cambio climático, que viene de proponer modificaciones a la mayoría de la legislación ambiental, entre ellas Ley de Bosques nativos, la Ley de Glaciares y la Ley de Protección ambiental contra la actividad de quema, por ejemplo, ya nos adelanta la rifa de bienes comunes que piensa hacer durante su mandato.
Una redefinición engañosa de socialismo
Han prostituido tanto la palabra socialismo, que Milei puede usar el término de una forma tan burda que redefine al modelo económico, político y social ya no con la necesidad de que los trabajadores controlen los medios de producción; sino que lo hace a través de la emisión, el endeudamiento, los subsidios, los controles de precio y las regulaciones. Demás está decir que todos estos elementos corresponden a los marcos del capitalismo, pero podemos darle una vuelta de tuerca más explicando en qué se beneficia el capital con estos elementos.
En primer lugar, la emisión monetaria, o mejor dicho el efecto que él le otorga a ella, la inflación, es la forma que tiene el capital -Estado mediante- para rebajar los sueldos de toda la clase trabajadora, los sectores populares y medios de manera homogénea. No necesitan que el patrón en cada fabrica baje los jornales, sino que de un mazazo reducen el poder adquisitivo a los de abajo, transfiriendo esa ganancia a quienes especulan.
El endeudamiento es la forma que tienen los organismos internacionales de ejercer control sobre el funcionamiento económico, político y social de los países endeudados. De esa manera, Milei viene a cumplir el sueño de reformas que el FMI quiere imponer en Argentina y todavía no consigue. Los subsidios por su parte son una forma más de ganancia capitalista, en donde terminamos manteniendo a las mineras, las petroleras, al agro y demás sectores que necesitan “incentivos” para explotar y saquear a diestra y siniestra.
Quienes realmente abrazamos las banderas del socialismo y peleamos por un futuro que valga la pena ser vivido, no nos quedaremos de brazos cruzados ante el ajuste y saqueo que propone Milei. Y somos optimistas de que un mundo sin opresión ni explotación es posible. Utópico es renunciar a la dignidad y aceptar que solo se puede vivir bajo el yugo del capital.
Santiago Ledesma