El 23 de Mayo, se celebró el día nacional del cine en referencia a la proyección, el mismo día en 1909, del primer filme argumental nacional “La Revolución de Mayo”, dirigido por Mario Gallo. Ya que la producción cinematográfica en Argentina comienza con películas de documental observacional desde 1897 porque el cinematógrafo de los Lumiere llegó rápidamente a la Argentina.
Hace 125 años que nuestro cine cuenta nuestra historia y muestra nuestra cultura al mundo.En el medio de un fuerte ataque al sector por parte del gobierno de Javier Milei y del presidente del INCAA, Carlos Pirovano, con la producción parada hace meses y sin miras a un cambio, cientos de despidos en el instituto y ahora con el anuncio de la apertura de retiros voluntarios nos parece importante recordar la historia de lucha por fortalecer y producir cine en nuestro país.
El cine argentino es uno de los principales de latinoamérica junto con el de Brasil y México. Un aspecto importante de ese desarrollo es la existencia desde 1957 de un impuesto que permite la construcción de un Instituto con capacidad de incentivar la producción y que con distintos nombres (hoy Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales INCAA) sigue apoyando, fomentando y regulando la producción local.
Otro aspecto es la ley de cine conseguida al calor de la lucha en 1994 para salvar la producción local muy golpeada por la llegada del cable, los vhs y la desinversión en cultura del menemismo. Las asociaciones y entidades de productores, técnicos, directores, actores y hasta estudiantes salieron a la calle para pedir por una nueva ley de cine. En septiembre de 1994 el Congreso sancionó la nueva ley Nº 24.377. Ese acto es básicamente el evento más importante en la historia reciente del cine local. Irónicamente, surgió en el contexto de una administración no muy afecta a proteger a la cultura, ni la industria ni la producción argentina. Los fondos saldrían mayoritariamente de un impuesto equivalente al 10% del alquiler o venta de videos, 10% de impuesto sobre el boleto de cine y del 25% del total de los ingresos obtenidos por el COMFER (hoy el ENACOM).
Estos fondos estuvieron en disputa en el medio de la búsqueda de dinero para pagar la deuda con el FMI en 2017 se voto una ley en el congreso que ponia fin a los fondos que financiaban a la cultura. Ese intento fue revertido gracias a la lucha coordinada entre todos los sectores de trabajadores y estudiantes durante todo el 2022 conquistando su prorroga por 50 años.
El éxito de esta lucha permite seguir garantizando la producción local que tiene entre sus filas por dar algunos ejemplos, “Hombre mirando al sudeste” de Eliseo Subiela, “La hora de los hornos” de Fernando Pino Solanas, “La Historia Oficial” de Luis Puenzo, “El Bonaerense” de Pablo Trapero, “Oso Rojo” de Caetano, “Nazareno Cruz y el lobo” de Leonardo Favio, “La mujer sin cabeza” de Lucrecia Martel, “Sueño Florianópolis” de Ana Katz, “El secretos de sus ojos” de Juan Jose Campanella, “Relatos Salvajes” de Damián Szifron, entre otras.
Hoy contra la motosierra de Milei
La cultura y el cine fueron de los primeros sectores en movilizarse y organizarse para enfrentar el ajuste de Milei. Fueron parte desde Unidxs por la Cultura de la movilización del 20 de Diciembre, realizaron un cacerolazo cultural el 10 de Enero y una masiva asamblea en plaza congreso el 20 de Enero. Luego fue parte de todas las actividades masivas en las que el pueblo enfrentó a las políticas de Milei como el paro nacional del 24 de Enero, las movilizaciones contra la ley Ómnibus, el 8 de marzo, 24 de Marzo y el 23 de Abril en la marcha educativa entre otras.
Es que el cine es memoria y este gobierno nos quiere brutos y pobres para que sus amigos puedan esclavizarnos. ¿Qué tan fácil les sería pensar en seguir entregándonos al FMI si viéramos “Memoria de un saqueo”? ¿Volveriamos a hablar de la privatización de los trenes después de ver “Próxima salida”?
Nuestro cine nos invita a debatir nuestra realidad, a enfrentarla y desde ahí soñar futuros posibles. Y los trabajadores del INCAA ponen todos los días su cuerpo para garantizar que un estado lento no duerma los futuros largometrajes en un cajón.
Por eso, frente a los más de 200 despidos, los llamamientos a retiros voluntarios y a la reasignación de funciones para paralizar el instituto gritamos ¡NO! Defendemos el cine nacional y todas las fuentes de trabajo. Exigimos que se grave a las plataformas que hoy no ponen un peso para que nuestro cine siga contando nuestras historias y llamamos a la más amplia unidad en defensa de nuestra cultura.