Luego de haber desembolsado U$S 1.400 millones para la importación de combustibles y autorizar aumentos a las grandes empresas petroleras, poco a poco se está regularizando el expendio en las estaciones de servicio. El ministro candidato se pintó la cara para un nuevo relato electoral, le echó la culpa y amenazó a las petroleras, cuando controla a través de YPF el 55% del mercado y terminó cediendo nuevas concesiones a los que manejan el negocio.
Luego de largas filas y demoras para millones de trabajadores que dependen de sus vehículos para trabajar o realizar imprescindibles tareas personales, finalmente, empezando por el AMBA y avanzando hacia los puntos más alejados del interior del país, los automovilistas pueden ir cargando combustible con aumentos de casi un 10% sobre el precio anterior.
YPF aumentó más que el resto de las petroleras –recordemos que ya habían realizado mayores ajustes anteriormente-. Subió un 9,6% la nafta y el gasoil: la nafta súper pasó de $ 248 a entre $ 272 y $ 275, y la NAFTA premium de $ 318 a $ 348. En tanto, el precio del gasoil común subió de $ 266 a $ 299 y el Euro, de $ 363 a $ 398. En tanto Axion aumentó un promedio del 7,5% y Shell un 7,6%.
Para evitar mayores aumentos, el gobierno negoció con las petroleras postergar una vez más la aplicación de impuestos a los combustibles que fija la ley, como el monto fijo del Impuesto a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono, que deberían tener una actualización trimestral de acuerdo a la variación del Índice de Precios al Consumidor. Por este motivo todo el monto del aumento va a parar directamente a la ganancia de las empresas.
Las causas de la crisis
De acuerdo a los especialistas, se habrían combinado factores coyunturales con otros más estructurales. Por un lado, el gobierno ordenó dos paradas técnicas en dos refinerías en una temporada de alta demanda. En esta época hay un consumo mayor del agro por la siembra de maíz y soja. A su vez debe considerarse una sobredemanda de consumidores que cargaban más por las dudas de que el precio aumentara después de las elecciones.
El ministro acusó a las petroleras de stockearse para especular con un aumento de precios. Además, las paradas técnicas de las refinerías iban a ser compensadas por la importación y el gobierno se demoró en liberar los U$S 1.400 millones necesarios para que lo buques descarguen el combustible, un símbolo más de la extrema escasez de reservas y sus restricciones para que alcancen para liberar los pagos al FMI.
El relato del ministro
Obviando que controla más de la mitad del mercado a través de YPF, o mejor dicho, demostrando que a pesar del poseer el 60% de sus acciones el Estado, la petrolera actúa en función de intereses empresarios como corresponde a una Sociedad Anónima, Massa salió a pegar con los tapones de punta.
“En las últimas horas escuchamos pedidos de aumento del 40%, del 20%, del 10%, muy por encima de la realidad que un sector de los grandes ganadores de la economía argentina necesitaba a los efectos de seguir invirtiendo”, señaló el ministro, para luego remarcar que el sector petrolero “aparecía beneficiado con tipo de cambio diferencial para exportaciones, con descuento de impuesto para las importaciones para la producción así como también para la importación de determinados bienes y servicios importantes para la producción petrolera”.
Cabe entonces preguntarse, por qué si la culpa del desabastecimiento es de las grandes empresas, que además de los dichos del ministro son beneficiadas con enormes subsidios y desarrollan una matriz productiva hiper contaminante -no haciéndose cargo del pasivo ambiental que dejan- no concreta graves sanciones contra las mismas, sino que las premia con un aumento.
La realidad es que Massa es socio de esos empresarios hambrientos de mayores ganancias a cualquier precio, que esperan y tendrán nuevos tarifazos post elecciones. Hay que terminar con este saqueo contaminante y depredador.
Desde el MST en el FIT-U proponemos volver a una YPF 100% estatal y la nacionalización de toda la producción, transporte y comercialización de la producción hidrocarburífera, con control de sus trabajadores y usuarios. Es la única forma de utilizar este recurso al servicio de generar una matriz productiva energética de transición a las energías limpias y hacer que nuestros bienes comunes no sean depredados por las multinacionales.