El día de ayer, miércoles 22 de febrero, la ciudad de Ituzaingó se vio afectada por el derrame de un camión que transportaba un agrotóxico en la autopista del Oeste km. 26 a la altura del peaje troncal. El vehículo que había salido desde el puerto de Buenos Aires rumbo a General Rodríguez pertenece a la empresa Losada Transporte y no tenía ninguna indicación de transporte de “sustancia peligrosa”, como lo exige la reglamentación.
Según fuentes policiales y de servicios de emergencia, el producto químico es Clethodim, herbicida de la familia de Ciclohexanodiona, grado 3 de toxicidad (siendo 1 el grado más tóxico).
Con el paso de los minutos comenzó a formarse una gran nube tóxica que cubrió las dos manos de la autopista, por lo cual se procedió a interrumpir la circulación. Las autoridades recomendaron no salir a las calles en las zonas aledañas, cerrar puertas y ventanas y, en el caso de sufrir irritación, dificultad para respirar o cualquier síntoma de intoxicación, recurrir a los centros de salud del distrito. Hasta el momento unas 20 personas adultas tuvieron que recibir atención hospitalaria y hay 3 menores de edad internados que se encuentran fuera de peligro.
Este hecho nos recuerda al que conocimos hace unos días con la noticia de la catástrofe ambiental en Ohio, Estados Unidos, producto del descarrilamiento de un tren que transportaba cloruro de vinilo, sustancia altamente cancerígena. El área afectada es de un radio de 50 km2 del sitio del derrame, zona que seguramente quedará inhabitable por un largo tiempo, sumado a la pérdida significativa de fauna y flora.
Como vemos, tanto en Argentina como en Estados Unidos hay transportes que no reciben ni control ni mantenimiento, un clásico ejemplo de abaratamiento de costos de las empresas privadas y la inacción de los gobiernos ante un peligro enorme para la salud y el ambiente.
Este suceso es un ejemplo más de la necesidad urgente de prohibir los agrotóxicos. Esta sustancia que ahora está en el aire, suelo y agua de la ciudad del oeste del conurbano tenía como fin estar en nuestros alimentos. Por eso desde el MST y la Red Ecosocialista proponemos un cambio a un modelo agroecológico que destierre al agronegocio, un sistema de producción que no esté basado en la ganancia privada, sino en la salud y el beneficio nutricional de las grandes franjas populares de la población. Para esto es vital avanzar a una democratización de la toma de decisiones de qué, cómo, dónde y cuánto se produce; e impulsar una reforma agraria en todo el territorio nacional.
Guille Delfino – Red Ecosocialista/ MST