El pasado miércoles 6 de marzo Martín Menem (presidente de la Cámara de Diputados) y Victoria Villarruel (vicepresidenta y presidenta de la Cámara de Senadores) resolvieron, con el aval de casi todos los bloques, por apoyo o silencio, el aumento de dietas. Sólo el bloque del Frente de Izquierda se había manifestado en sentido contrario a los sueldos de privilegios. El resto, La Libertad Avanza, el PRO, el bloque que lidera Pichetto, los “provinciales” y el PJ y la UCR habían dado el visto bueno para que la dieta de un diputado aumentase $700.000 y llegase a superar los $2.500.000 mensuales. Esto sin contar los viáticos. Pero, como era de esperar, tras la bronca que se palpó en la calle, el oficialismo, ayer, hizo toda una pantomima para decir que iban a retrotraer el mismo aumento que ellos habían autorizado.
Como dice el dicho, no se puede borrar con el codo lo que se escribe con la mano. Mucho menos borrar declaraciones. Tal es el caso de Martín Menem, quien firmó el aumento junto Villarruel. Ahora pretende que todos pensemos que él es un austero cuando, sin que se produzca el aumento, igualmente los diputados van a tener una dieta que la media de los trabajadores desconoce. Esa es la real casta, la que vive en la nebulosa y provoca al 60% de la población hundida en la pobreza, justamente por las medidas del gobierno al que representa el riojano.
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Debate a parte es el comportamiento repugnante de José Luis Espert, quien en un día cambió los argumentos de sus declaraciones. En primer lugar, se quejó de que el aumento de la dieta sea del 30% y no empate a la inflación del 45% acumulada entre diciembre y enero. Luego, solo horas más tarde, por el mismo canal al que es abonado el gobierno y sus amigos, dijo que estaba en contra del aumento y que acompañaba el proyecto de Ley que enviaría el gobierno para desenganchar los aumentos de las dietas con los del personal de Congreso.
Más de casta aún, fueron los dichos del colaboracionista del gobierno, Pichetto. Éste directamente defendió la medida argumentando que, si los diputados y senadores no cobran más, el país se va a asemejar a Uganda. Una muestra de que es la derecha más rancia a quien le encanta vivir del Estado, aplicando a la vez medidas de ajuste contra las partidas de Educación, Salud y ayuda social.
Todas estas expresiones, entendiendo que no todos responden al partido de Milei, de igual manera demuestran que la mayoría de los partidos que responden a las patronales, no quieren cuestionar sus privilegios. Con los montos que perduran, una dieta de un diputado nacional es de $1.800.000, aproximadamente, cuando un salario mínimo apenas supera los $200.000 y la canasta básica, según el INDEC, ya superó los $600.000. Y ni hablar del propio presidente, que ¡cobra más de $4.000.000!
Desde el MST en el FIT-Unidad, levantamos un programa claro para terminar con este escándalo. Cuando ocupamos bancas en el parlamente, siempre hemos presentados proyectos para que todo funcionario, diputado o senador y jueces, cobren lo mismo que una directora de escuela, entendiendo que esta última cobre un salario equivalente a la canasta básica. Además de obligar a que también se atiendan en los hospitales públicos junto con su familia y eduquen a sus hijos en la escuela pública. Sólo de esta forma es posible terminar con los privilegios y que quienes tengan funciones políticas, gobiernen a favor de los intereses de las mayorías trabajadoras.