El DNU 340/2025 lanzado por el gobierno de Milei no se limita a avanzar en el desmantelamiento de la Marina Mercante, desregulando las normas laborales y permitiendo la incorporación de buques extranjeros al transporte fluvial de cabotaje, reformas cipayas que repudiamos. Además, mete por la ventana en su artículo 3[1] el cercenamiento al derecho de huelga en casi toda actividad laboral pública y privada. Utilizando los mismos argumentos que el DNU 70/2023, declarado inconstitucional, nuevamente intenta aplicar parte de la reforma laboral que exigen el FMI y las patronales y que la crisis y la resistencia de los trabajadores le impidieron aplicar.
A partir de este decreto, determinadas actividades pasan a considerarse servicios esenciales[2] y obligan a sus trabajadores a incrementar la cobertura, en caso de encontrarse en un conflicto gremial, a un 75% de la prestación normal. Por su lado, las consideradas actividades de importancia trascendental[3], tienen que garantizar un piso de prestaciones del 50%. Con esta novedad se cercena el derecho a huelga en prácticamente todos los rubros de la industria y servicios, en ámbitos públicos y privados. Es el fundamental de los derechos conquistados por la clase trabajadora y, a la vez, el principal método para defender las condiciones laborales conseguidas tras más de un siglo de lucha.
Con los eufemismos de “esencial” y “trascendental” Milei busca amordazar a los trabajadores para incrementar la explotación laboral, empujando las actuales condiciones precarias hacia la semiesclavitud. En su discurso tramposamente afirma que la limitación del derecho a huelga garantizará el funcionamiento de áreas con gran sensibilidad entre la población, como la salud, educación, transporte, producción de alimentos, entre muchos otros; por el contrario, es su plan motosierra -con miles de despidos, ahogamiento presupuestario y recesión- el mayor impedimento para el normal funcionamiento de estas áreas.
Desde medios oficialistas se plantea separar a los trabajadores registrados de los autónomos, informales y de plataformas digitales, reeditando el mentiroso discurso de que el derecho a huelga sería un privilegio de pocos y que es una herramienta anticuada frente a los cambios introducidos por las nuevas tecnologías en el mercado laboral. ¡Mienten! El derecho a huelga es un derecho de toda la clase trabajadora, sea su trabajo en establecimientos o remoto, por aplicaciones o lo que sea; y que ninguna innovación en el mercado laboral ha eliminado la contradicción que desgarra esta sociedad, la contradicción de intereses entre trabajadores y patrones. A esa joven clase trabajadora precaria la llamamos a unirse en la defensa del derecho a huelga y recuperar el futuro que Milei y las patronales les quieren arrebatar.
A su vez, rechazamos las propuestas de “nueva estatalidad” que se agitan desde la oposición pejotista que cuando fueron gobierno, avanzaron en varias regulaciones de este derecho. Esta política no sirve para enfrentar el nefasto decreto de Milei.
Similar al DNU 70/23 y la Ley Bases, este Decreto busca un reinicio total de las relaciones de producción, un verdadero salto en el autoritarismo y la regimentación en los ámbitos de trabajo. Por medio de la supresión de la capacidad de negociación colectiva, pretende atomizar las respuestas y el poder de la fuerza de trabajo. Y, al igual que aquél DNU, este es inconstitucional, violando el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, conseguido tras un siglo de luchas obreras y populares. Además, cuestiona la Ley de Contrato de Trabajo y los Convenios Internacionales de rango constitucional. Así lo plantearon las y los trabajadores del Hospital Garrahan en el recurso de amparo presentado por la APyT.

La instrumentación vía un decreto ratifica el rumbo fijado por Milei de gobernar creyéndose un monarca. El ajuste más grande del mundo, como lo dice el propio Milei, junto con el paquete de reformas estructurales que el Fondo Monetario exige implementar con su nuevo programa, necesita de este perfil autoritario, y requiere de someter lo máximo posible a los trabajadores.
A principios de su gestión, el gobierno ya intentó poner en marcha una reforma laboral por medio del ya mencionado decreto 70/23. La movilización de todos los sectores obreros fue la clave para conseguir que se declare inconstitucional. Hoy la dirección a seguir debe ser la misma. Ante este ataque feroz, se impone la huelga general, necesitamos un fuerte plan de lucha con continuidad.
Ante tamaña amenaza, las centrales obreras ya tendrían que estar convocando a un paro general y un plan de lucha, para frenar de primera este movimiento del gobierno libertario. Pero la CGT y las CTAs anuncian que por ahora solo actuarán en los tribunales, sin convocar a huelga ni movilizaciones. Alertamos que ningún camino institucional funcionará sino es con el desarrollo de la movilización social, esa a la que tanto se resisten las conducciones burocráticas. Por eso todos los lugares de trabajo exigen paro general y deberemos tomar en nuestras manos su impulso.
A contrapelo del sentimiento de la base, el dirigente de la CGT Héctor Daer sigue con la misma lógica en todo este tiempo de gobierno libertario: se reunió con el Jefe de Gabinete Guillermo Francos para entablar las primeras negociaciones frente al nuevo decreto y declaró que “no ve ambiente de paro general”. No solo hay ambiente de paro, sino que hay rebeliones importantes, Tierra del Fuego muestra que debemos unir todas las luchas y radicalizar nuestras formas de reclamo. La semana pasada la docencia en Provincia de Buenos Aires dio contundentes muestras de su voluntad y “ambiente de paro”. Lo muestran también los choferes de la UTA y los jubilados todos los miércoles. Y el Hospital Garrahan que sale a la lucha ante el vaciamiento. Por eso frente a estas medidas del gobierno lo que falta no es “ambiente de paro”, sino que las centrales rompan con la complicidad y pasividad y convoquen a parar. Como lo demuestran estos diecisiete meses bajo Milei, cuando logramos masividad en las calles, le pusimos un freno y logramos que retroceda.

Tenemos que pararle la mano al gobierno liberfacho. Y, en lugar de enfrentarlo, los dirigentes de la CGT transan abiertamente con él; y los de las CTA no pasan de discursos o alguna medida aislada y parcial. Ni unos ni otros le dieron continuidad a los paros nacionales que logramos arrancar desde abajo. Por eso, mientras le reclamamos una vez más que llamen a un paro nacional y plan de lucha para lograr la anulación de este decreto reaccionario y todo el ajuste, tenemos que prepararlo desde las bases. Mientras peleamos por nuevos dirigentes en los sindicatos, por sacarnos de encima esta lacra de parásitos y poner en pie una nueva central democrática y para la lucha, tenemos que salir a preparar y reclamar asambleas, plenarios y reuniones de activistas, lo que podamos en cada lugar y gremio, para organizar la lucha en defensa del derecho a huelga, por el salario y contra el ajuste.
La lucha de los choferes, del Garrahan, de Tierra del Fuego, los docentes de Catamarca, entre otras, otros nos marcan el camino. Necesitamos la mayor unidad de acción en las calles para poner en pie un proceso de movilización y un plan de lucha que termine con este gobierno anti obrero, ajustador y represor, donde la hoja de ruta es impresa por el FMI.

Tras varios meses sin control de las calles y golpeado por masivas movilizaciones, Milei intenta retomar la iniciativa política exagerando su victoria con el 30% de los votos de Adorni y LLA, hundiendo al PRO en los comicios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero es necesario decir que estas elecciones, al igual que otras anticipadas en las provincias, tuvieron fenómenos que no son evaluados por el gobierno en su adulación. La abstención fue muy alta reflejando el hastío al régimen político en general y la no identificación con ninguna propuesta electoral. Con este escenario el gobierno libertario logró capitalizar solo el 15% del padrón electoral de CABA, un apoyo muy modesto teniendo en cuenta que las elecciones de la Ciudad fueron nacionalizadas, y que se puso en refrenda el proyecto violeta. Por eso la exageración de Milei frente a esto, o la estabilidad actual en materia económica, no puede confundirnos: el rumbo político del gobierno tiene una aceptación relativa, por eso luchar y enfrentarlo en las calles es un camino posible para torcer el brazo de este ultraderechista.
Desde el MST en el Frente de Izquierda Unidad, hacemos un llamado a la más amplia unidad de acción para derrotar esta nueva provocación y echar a Milei y su gobierno. Llamamos a realizar asambleas y plenarios en todos los lugares de trabajo. Exigir el Paro General y el plan de lucha a las centrales, y organizarnos por abajo para imponer movilizaciones masivas y la huelga general. Paralelamente, hacia el activismo de izquierda y antiburocrático, volvemos a plantear el debate sobre la necesidad de construir una alternativa política masiva y socialista, que en formato y audacia sea superadora de las expresiones electorales y se imponga así misma el desafío de ganar a decenas miles para la perspectiva de un gobierno de las y los trabajadores y el pueblo.
MST en el FIT Unidad
[1] Modifica el capítulo de Conflictos Colectivos de Trabajo de la Ley 25877.
[2] Se incluye en esta categoría a los servicios sanitarios y hospitalarios, así como el transporte y distribución de medicamentos e insumos hospitalarios y los servicios farmacéuticos; la producción, transporte y distribución y comercialización de agua potable, gas y otros combustibles y energía eléctrica; los servicios de telecomunicaciones, incluyendo internet y comunicaciones satelitales; la aeronáutica comercial y el control de tráfico aéreo y portuario; incluyendo balizamiento, dragado, amarre, estiba, desestiba, remolque de buques y todos los servicios portuarios; los servicios aduaneros y migratorios, y demás vinculados al comercio exterior; el cuidado de menores y educación de niveles guardería, preescolar, primario y secundario, así como la educación especial; y el transporte marítimo y fluvial de personas y/o mercaderías y/o carga, servicios conexos y operaciones costa afuera, a través de los distintos medios que se utilicen para tal fin.
[3] Esta catergía incluye: la producción de medicamentos y/o insumos hospitalarios; el transporte terrestre y subterráneo de personas y/o mercaderías a través de los distintos medios que se utilicen para tal fin; los servicios de radio y televisión; las actividades industriales continuas, incluyendo siderurgia y la producción de aluminio, actividad química y la actividad cementera; la industria alimenticia en toda su cadena de valor; la producción y distribución de materiales de la construcción, servicios de reparación de aeronaves y buques, todos los servicios aeroportuarios, servicios logísticos, actividad minera, actividad frigorífica, correos, distribución y comercialización de alimentos y bebidas, actividad agropecuaria y su cadena de valor; los servicios bancarios, financieros, servicios hoteleros y gastronómicos y el comercio electrónico; y la producción de bienes y/o servicios de toda actividad que estuvieran afectados a compromisos de exportación.