Declaración de la LIS. Contra el cerco militar yanky a Venezuela y contra la derecha intervencionista

¡Solidaridad internacional activa de los pueblos latinoamericanos y del mundo! ¡Ninguna confianza en Maduro!

La Liga Internacional Socialista (LIS) y organizaciones que agrupa como Marea Socialista de Venezuela, Uníos de Colombia y demás compañeros y compañeras de América Latina y del Caribe, rechazamos enérgicamente el cerco militar imperialista ordenado por Trump contra la nación venezolana, el cual a la vez es una amenaza extensiva a todos nuestros países de la región.

La excusa de combatir el narcotráfico, que no consigue controlar dentro de su propio país hiper-consumidor, de ninguna manera justifica la violación de la soberanía venezolana. Los Estados Unidos no pueden tener ninguna prerrogativa para imponerse como gendarme internacional por encima de las soberanías nacionales, de los acuerdos entre países y los tratados o convenciones multilaterales. Las amenazadoras acciones frente a las costas de Venezuela y en el Caribe, ya sean para la intimidación, o como posible preludio de una intervención armada, obedecen exclusivamente al nefasto interés imperial de los EEUU de someter a los pueblos latinoamericanos y caribeños, de apropiarse de sus recursos y bienes comunes, o de poner y quitar gobiernos a su antojo y gusto. América Latina no es “patio trasero” del imperialismo yanqui.

Repudiamos tajantemente las amenazas del imperialismo y las recompensas que ofrece Trump por ayudar a capturar a miembros del gobierno venezolano, que de paso le sirven a Maduro para victimizarse e inventar “razones” para más represión dentro del país o para aprovechar el sentimiento nacional venezolano en favor de la normalización de su régimen. Es además muy sospechosa la doble actitud del gobierno de Trump que mientras le tiende un cerco marítimo a Venezuela y agrede embarcaciones o mata a sus tripulantes (de manera absolutamente ilegítima, extrajudicial y criminal), por otro lado, pese a las inaceptables sanciones unilaterales que le ha seguido imponiendo a Venezuela, sí les da licencia a los negocios de la transnacional norteamericana Chevron con el petróleo que extrae de suelo venezolano sin impuestos ni regalías.

Allí donde a lo largo de la historia se han metido de manera abusiva y arbitraria los EE.UU., han dejado las cosas mucho peor para los pueblos y no han contribuido a resolver los problemas que esgrimieron para justificar sus incursiones o invasiones, y en numerosos casos se demostró la mentira de sus pretextos, como las “armas de destrucción masiva” en Irak, los falsos positivos y auto-provocaciones. Así lo ejemplifican las situaciones de países como Afganistán en donde, después de retirarse, dejaron otra vez el control a los talibanes. En muchos otros sitios su intervención causó más destrucción, crisis humanitarias, masacres, violaciones de derechos y caos, como en Haití, Irak o Siria. Son conocidas las intenciones de Trump de reapropiarse del Canal de Panamá y bien se sabe que sus bases militares en Colombia no han contribuido realmente a garantizar la paz ni la contención del negocio de la droga.

Al pueblo venezolano no lo van a salvar fuerzas aeronavales ni marines enviados por el magnate Donald Trump, que ya demostró lo que son para él los migrantes venezolanos en los Estados Unidos, con expulsiones y encarcelamientos sin juicio, confinándoles en el CECOT de El Salvador. Una política reaccionaria y anti migratoria que también se lleva adelante contra los derechos humanos de trabajadores y jóvenes de diferentes países de nuestro continente. Nada bueno puede augurar para Venezuela, ni para Colombia ni para ningún país de la región, el avance de la intromisión o una posible ocupación del gobierno y ejército norteamericano en parte de nuestros territorios latinoamericanos. Repudiamos todo este accionar imperialista y provocador, de quien además es colaborador y cómplice del genocida Netanyahu en el exterminio del pueblo palestino de Gaza, con planes tan macabros e inmorales como el de establecer negocios turísticos para los capitalistas de los EE.UU o del propio Trump junto a los sionistas, sobre los cadáveres de los gazatíes y las ruinas de sus viviendas, escuelas u hospitales.

Estamos por la defensa de Venezuela y de cualquier país agredido por el imperialismo, sin que esto signifique que respaldemos a un gobierno como el de Maduro, que no podrá defender consecuentemente al país de una potencia extranjera como los EE.UU, mientras someta al mismo tiempo al pueblo venezolano a condiciones miserables de hambre, calamidades y violaciones de derechos; mientras la burocracia gubernamental desfalca los fondos públicos, detenta privilegios groseros y comete viles atropellos. La burocracia corrupta no defiende al pueblo de Venezuela, sino que lo saquea, lo oprime, lo explota y reprime, para provecho de sus propios asuntos como nueva oligarquía instaurada en el país, que se aferra a sus posiciones de poder. Son las políticas capitalistas y contrarrevolucionarias de este gobierno (no sólo las sanciones imperialistas y el sabotaje de la derecha), las que han llevado a los trabajadores a perder de hecho casi todos los beneficios constitucionales y materiales que se obtuvieron entre 1999 y 2012, y a tener hoy el peor salario del mundo, inferior a un dólar mensual. No puede ofrecer un gobierno como el de Maduro una creíble y sólida capacidad de resistencia al imperialismo, mientras es el propio gobierno quien ataca a su pueblo con salarios más que miserables y le infringe el maltrato más indolente, como si fuesen los trabajadores y las clases populares un enemigo interno.

El empresariado representado políticamente por los partidos de la derecha opositora, proimperialista e intervencionista, aunque le disputa la administración directa del aparato del Estado a la burocracia madurista, se beneficia al mismo tiempo y saca ganancias con las políticas antiobreras y antisindicales, que permiten superexplotar a la clase trabajadora con un costo laboral cero, como así lo hacen también las transnacionales extranjeras, sean norteamericanas, europeas, chinas o rusas. Sacan provecho de un gobierno que simula retóricamente ser “de izquierda” o “socialista”, pero que ha aplicado políticas de ajuste capitalista aún más profundas y terribles que los cásicos gobiernos de la derecha neoliberal.

Estamos a favor de acompañar la unidad de acción del pueblo venezolano contra el intervencionismo norteamericano, con toda la solidaridad posible a nivel internacional y especialmente de la América Latina y los pueblos del Caribe, así como de los migrantes, los latinos, los trabajadores y la juventud progresista en los Estados Unidos. Pero no le concedemos ninguna confianza ni apoyo al régimen político que mantiene Maduro con su gobierno de militares y de la burocracia del PSUV.

El pueblo que conforma el poder constituyente y originario, en lugar de dejarse llevar a la confrontación militar con el imperialismo bajo las riendas de un gobierno antidemocrático y de élites burocráticas o capitalistas, sólo puede ejercer la defensa efectiva de sus intereses nacionales con voluntad y alta moral, pero no sometido, hambreado y oprimido. Necesita estar organizado con un enfoque político que sea construido de manera colectiva. De tal forma, el pueblo y la clase trabajadora podrán reunir las energías que les permitan confrontar la amenaza que hoy se cierne sobre Venezuela. Por lo que hace falta una respuesta que apunte a movilizar al grueso del pueblo venezolano de manera democrática, convincente, entusiasta y sostenible, que no puede quedar solamente a criterio de un gobierno nacional altamente cuestionado. Es por eso que, para conformar el marco defensivo del país, deben escucharse todas las voces antiimperialistas y populares con sus propuestas y garantizar la plena libertad de opinión y organización sin ningún tipo de restricciones. De ese modo podrá ser posible, en medio de esta contingencia nacional, la articulación entre distintas instancias políticas, sociales y de lucha, para fraguar de conjunto una solidaridad y movilización a fondo que permita contener y vencer a los enemigos de la nación soberana.

Por ello, al mismo tiempo que acompañamos la resistencia frente al imperialismo y a la ultraderecha cómplice del intervencionismo, seguimos exigiendo de manera enfática al gobierno que cese la persecución y represión a luchadores de la clase trabajadora, a los que discrepan y critican al gobierno intentando hacer valer sus derechos democráticos, sean del signo político que sean. Esto incluye en particular a la izquierda disidente u opositora, contra la que el gobierno de Maduro viene arremetiendo cada vez más intensamente.

Respaldamos la exigencia de que se restituyan los derechos democráticos y sindicales de la clase trabajadora y de la ciudadanía en general, convencidos de la necesidad de hacerlo tanto por el cumplimiento de derechos como para una defensa más efectiva frente al imperialismo. Esto debe ir unido a la supresión de las leyes y medidas anticonstitucionales que se vienen implementando en favor del capital trasnacional, en contraposición a los intereses del pueblo.

Estados Unidos no quiere gobiernos que acuerden con sus enemigos económicos y geopolíticos (China, Rusia) y además quiere que gobiernen sus políticos de más confianza, como María Corina Machado, Edmundo González y aquellos partidos de la derecha tradicional, que vienen aupando la intervención y de quienes somos también fervientes opositores políticos y de clase. Estamos por la autodeterminación, por la soberanía integral y económica de Venezuela. Que su economía no esté en manos de explotadores capitalistas ni sea manejada por burócratas o militares corruptos y autoritarios que roben y sometan al pueblo. Creemos que Venezuela necesita un gobierno que promueva el desarrollo de industrias públicas nacionales prósperas y pulcras, no parasitadas por las burocracias ni por el capital, que estén bajo control social y democrático real, con participación de los trabajadores, para garantizar su puesta al servicio del bienestar general del pueblo venezolano, sin sujeción a ninguna potencia extranjera. Mayores recursos para enfrentar la emergencia social y la amenaza militar podrían liberarse si se deja de pagar la deuda externa ilegítima y corrupta contraída por la burocracia responsable del desfalco del país (para lo cual esa deuda debería ser sometida a una auditoría ciudadana, pública y democrática). Y, por otra parte, deberían ser recuperados (con expropiaciones, repatriaciones o compensaciones) los fondos y bienes sustraídos por la rapiña de la corrupción burocrática-capitalista.

Desde una postura principista, nuestro llamado, entonces, sigue siendo a que apoyemos la organización autónoma de la lucha liberadora del pueblo, sin patrones y sin imperialistas, para deshacernos de la opresión de la burocracia corrupta y violadora de derechos.

En el plano internacional planteamos que se le exija a los gobiernos de todo nuestro continente, que emitan pronunciamientos pidiendo el retiro inmediato de la armada estadounidense que patrulla las costas de Venezuela, así como la suspensión de cualquier apoyo a sanciones unilaterales impuestas por los EE.UU, rechazando así las medidas coercitivas de potencias externas que agravan la crisis humanitaria, perjudican a la defensa del país y le dan al gobierno venezolano excusas para “justificar” sus fracasos y exabruptos. Así como también impulsamos en nuestros países acciones unitarias de repudio a este accionar y amenaza del gobierno estadounidense y todos sus cómplices políticos en la región.

Decimos: ¡No al intervencionismo imperialista! ¡No a la política proimperialista de María Corina y demás opositores derechistas! ¡No al autoritarismo gobernante y a la burocracia de Maduro! Defensa antiimperialista unida y coordinada en Venezuela, junto a los pueblos de toda la región, con auto-organización democrática y sin ninguna confianza en el régimen de Maduro.

Los latinoamericanos y caribeños (incluidos los migrantes en los EE.UU y Europa), con la solidaridad de los pueblos del mundo, debemos rechazar la amenaza militar estadounidense frente al mar de Venezuela o la presión comercial y armada a cualquier otra nación, sin dar por ello respaldo alguno a los gobiernos capitalistas o burocráticos de nuestros países.

¡Por la solidaridad internacional con Venezuela y su pueblo, contra el cerco militar yanky y la derecha pro intervencionista!

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