martes, 23 abril 2024 - 18:09

Debates. Para convertir los planes sociales en trabajo hay que dejar de pagar la deuda

Este miércoles 18, nuevamente una impresionante movilización de las organizaciones sociales independientes del gobierno, de la que nuestro MST Teresa Vive fue convocante, marchó al Ministerio de Desarrollo Social como parte de una jornada nacional de protesta exigiendo trabajo y asistencia. TN, en modo campaña electoral, utilizó los equivocados métodos de una de las organizaciones que movilizaron en forma separada de la convocatoria conjunta, para denostar a todas las organizaciones sociales. Detrás de esta maniobra, subyace un debate de fondo, cómo transformar los planes sociales en trabajo y combatir la pobreza.

Argentina es un país que atraviesa una grave catástrofe social

Las cifras de pobreza que atraviesa nuestro país no dejan lugar a dudas, atravesamos una verdadera catástrofe producto de una grave crisis económica agravada por la pandemia y la insaciable sed de ganancias de los grandes empresarios y usureros internacionales.

Según las últimas mediciones del INDEC, el 40% de los habitantes de este país están por debajo de la línea de pobreza y hay 5 millones de indigentes. Pero si se toma la medición de pobreza multidimensional –incluye también gastos de vivienda, salud, educación, servicios básicos y empleo- realizada en diciembre pasado por el Consejo de Coordinación de Políticas Sociales de Presidencia, dirigido hasta hace poco por la pre candidata a diputada por el Frente de Todos en la provincia de Bs. As., Victoria Tolosa Paz, la pobreza es del 49,6% (22, 7 millones de personas). Según el INDEC, habría 2,5 millones más de pobres en un año, según el modelo del Consejo que coordina las políticas sociales serían 10 millones los nuevos pobres. (1)

Las cifras de la pobreza no dejan de crecer en el marco de una inflación inter anual de más del 51% (2) que devora el poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones y planes sociales, con la reducción del “gasto social” del Estado para cumplir con las metas exigidas por el FMI y una gran transferencia de plusvalía de los salarios a las ganancias empresarias, en adición a una economía que si bien muestra indicadores de un rebote del 2,5% sobre el descenso del 10% del PBI del año pasado, está lejos de recuperar los paupérrimos niveles pre pandémicos. Es una economía donde millones de trabajadores están bajo la línea de pobreza, ya que en el 60% de los asalariados de menor poder adquisitivo, el promedio salarial es de $ 40.000.

Una estructura económica que generó una desocupación récord

La campaña electoral del Frente de Todos le echa la culpa del desastre en que estamos metidos a las políticas liberales de Macri y la pandemia posterior, tratando de lavarse las manos del desastre actual. La realidad, es que es verdad que el macrismo hizo un desastre, pero no fue el único. Lo que estamos presenciando es el colapso de un modelo capitalista que deja a gran parte de la población excluida del modelo productivo y liquida el poder adquisitivo de enormes capas de los asalariados y de la clase media, mientras concentra las ganancias en un sector reducido de grandes capitalistas y en los acreedores de la deuda externa.

Se ha consolidado un modelo extractivista, agro exportador, de minería y extracción petrolera contaminante, en el que la industria tiene cada vez menor peso en relación al conjunto del modelo. Hasta la década del ‘70 nuestra economía producía el 80% para el mercado interno y existía una industria extendida de sustitución de importaciones, con una baja tasa de desocupación. Con la dictadura militar y su conocido ministro de Economía Martínez de Hoz, este modelo cuestionado por las necesidades imperialistas, empezó a cambiar completamente.

La generación de una enorme y fraudulenta deuda externa, reconocida y pagada por el resto de los gobiernos constitucionales que la sucedieron, fue uno de los acicates para ir adecuando nuestra economía a la sed de ganancias de los amos imperialistas. La década liberal de los ‘90, con los dos gobiernos de Menem y el estallado gobierno de De la Rúa y su compartido ministro, Domingo Cavallo, provocaron la crisis terminal que llevó al estallido social de diciembre del 2001, producto del saqueo y la crisis económica y política más grave de nuestra historia.

El origen de las organizaciones y los planes sociales

El origen de las organizaciones sociales masivas, con gran poder de movilización y profundo arraigo en los barrios populares, entre las que se cuenta nuestro MST Teresa Vive, data de este proceso histórico. Surgieron peleando por planes sociales para combatir la enorme desocupación que dejo el modelo de los ‘90 y se consolidaron siendo el vehículo de organización y lucha de miles de desocupados, que quedaron al margen de la red clientelar del gobierno de Duhalde y que tuvieron que librar muchas luchas para disputar al manejo de los intendentes del PJ, la inclusión de miles de compañeros en el plan Jefas y Jefes de Hogar y la asistencia alimentaria a los comedores populares. Las enormes movilizaciones desatadas por la semi insurrección del 19 y 20 de diciembre del 2001 obligaron al gobierno del PJ que sucedió a la caída de De la Rúa a otorgar dos millones de planes y brindar toneladas de asistencia alimentaria, para intentar paliar en parte del desastre social de esos años.

Justamente estas luchas y las posteriores han cuestionado el tradicional “clientelismo” gubernamental en la administración de la asistencia social, rompiendo su rol monopólico en la administración de esos recursos y logrando que miles de familias, en condición de extrema pobreza, pudieran acceder a los mismos. Pese a la cooptación de muchas organizaciones por el kirchnerismo, este no pudo volver a “estatizar” en forma clientelar todos los recursos, como en otras épocas de relativa normalidad de los gobiernos anteriores.

La acusación actual de que las organizaciones sociales manejan los recursos arrancados al gobierno en forma clientelar, equiparándolas con los manejos del Estado, puede tener algún asidero en aquellas organizaciones que han sido cooptadas por el gobierno de turno, por los gobiernos kirchneristas o por el actual del Frente de Todos, en el cual varios de los principales dirigentes y sus cuadros son funcionarios o diputados del gobierno. Pero es completamente injusta y trata de confundir, cuando incluye en la misma a las organizaciones sociales de izquierda que han resistido la cooptación gubernamental y se han mantenido independientes de los gobiernos de turno.

Si bien el kirchnerismo se hace cargo de una situación económica excepcional para las ganancias de la burguesía argentina, sobre la base de precios excepcionales de los commodities y niveles salariales bajísimos luego de la pesificación asimétrica, no cambió lo esencial del modelo extractivista. Bajaron las tasas de desocupación, pero no sobre un relanzamiento de la industria, sino sobre la base de ocupar gran parte de la capacidad instalada ociosa. El impacto de la crisis económica mundial del 2008 sobre la economía de los países emergentes mostró claramente las debilidades del modelo K que, como el resto de los gobiernos del continente, descargó esa crisis sobre las espaldas de los trabajadores, abriendo las condiciones para el triunfo electoral de Macri. Una de las expresiones de que no modificaron la estructura económica extractivista es que aun en las mejores épocas de los gobiernos kirchneristas, no pudieron perforar un umbral de “pobreza estructural” de alrededor del 30%.

¿Cómo combatir la desocupación?

Mientras se reproducen las movilizaciones de los desocupados exigiendo trabajo y planes de asistencia para combatir el crecimiento de la pobreza, en forma demagógica por la campaña electoral pero también trasluciendo algunos debates más estratégicos, se ha colocado en el debate electoral el tema de los planes sociales y el trabajo.

Desde la oposición de Juntos, distintos candidatos o referentes mediáticos han planteado la necesidad de eliminar los planes y reemplazarlos por trabajo digno, sin explicar cómo lo harían sin profundos cambios en el modelo económico actual. Su prédica por la liquidación de los planes -y el achique al máximo del presupuesto de previsión social- va en consonancia con las necesidades de achicar el déficit fiscal, cobrar menos impuestos a los empresarios y la promesa de que el libre mercado y los acuerdos con el Fondo van a provocar una lluvia de inversiones capitalistas que revitalizará el empleo. La fórmula no es novedosa, ya Cavallo y Macri, la aplicaron y nos llevaron al desastre actual.

Pero en el Frente de Todos, desde otro discurso “nacional y popular”, se está discutiendo convertir los planes sociales actuales en trabajo… flexibilizado. Son muchos los actuales beneficiarios del programa Potenciar Trabajo que deben contraprestar su insuficiente ingreso de $ 14.000 mensuales (la mitad de canasta de indigencia) trabajando en tareas propias de empleados municipales en trabajos de limpieza o refracciones.

La política anunciada por el nuevo ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, pretende ir más allá, su resolución de que los trabajadores que levantan las cosechas puedan asumir estos trabajos sin ser dados de baja en el programa social es de hecho un subsidio a las patronales del campo que deberían pagar sueldos dignos. Pero el proyecto no terminaría allí, según declaraciones de la candidata Tolosa Paz, se está diseñando un programa por el cual los jóvenes podrían tomar trabajos en blanco sin perder el plan social por un año o dos, lo cual es un subsidio abierto a las patronales.

Precarización laboral para cumplir con el FMI vs. dejar de pagar para crear trabajo

Detrás del discurso social del gobierno, sus candidatos ocultan que este año el ministro Guzmán ha realizado un ajustazo en el presupuesto social destinado a jubilaciones, planes sociales y salarios estatales para cumplir con las metas de déficit pactadas con el fondo.

El futuro acuerdo con del FMI va a necesitar que se profundice ese ajuste por la vía de achicar aun más el presupuesto previsional y lograr una mayor flexibilidad laboral, legalizando la enorme precarización ya existente. Por eso, no es de extrañar que aun en medio de la campaña electoral, con el discurso demagógico de generar trabajo a partir de los planes sociales existentes, se pretenda avanzar en utilizar los mismos para subsidiar a las patronales en la creación de trabajo flexibilizado y debilitar a las organizaciones sociales no gubernamentales en los recursos de la asistencia social.

Desde las candidaturas del MST en la PASO del FIT Unidad sostenemos que la única manera de generar trabajo es cortar la sangría de capitales que significa el pago de la fraudulenta deuda externa y romper con el FMI, ya que con los U$S 44.000 millones de deuda que tomó Macri al FMI se podría haber levantado toda la infraestructura del país y por lo tanto generar cientos de miles de puestos de trabajo, además de implantar un fuerte impuesto mensual a las ganancias y fortunas de los grandes empresarios. Con ese dinero se podría lanzar un fuerte plan de obras públicas y construcción de cientos de miles de viviendas populares, que ayude a reactivar toda la industria, lo que produciría un salto cualitativo en la creación de fuentes de trabajo con salarios acordes a la canasta familiar y la reducción brusca de los niveles de pobreza actuales.

Acompañando estas medidas de fondo, en la emergencia, para lograr un descenso brusco de la desocupación es necesario reducir la jornada laboral, repartiendo las horas laborales entre todos los desocupados, sin rebaja salarial.

  • Artículo La pobreza se acerca al 50% de la población y un informe oficial lo adjudica a la pandemia, publicado en Perfil del 10/08/2021.
  • Esta proyección se queda corta si tomamos el índice de aumento de los precios de los alimentos, que son los que ocupan más lugar en los ingresos de las familias pobres. En la proyección inter anual se calcula que los alimentos subirán un 57%.

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