En las últimas semanas asistimos a una corrida devaluatoria del peso frente al dólar en el mercado ilegal de monedas, donde cotiza el dólar blue. Para intentar entender lo que pasa, cómo nos afecta y las propuestas en danza, vamos a repasar algunos de los conceptos que agitan en los grandes medios y también otros aspectos que éstos tergiversan u ocultan.
En principio, cada moneda del mundo es más o menos valorizada según la cantidad que se ofrezca a la venta y lo que se demande para la compra. Si hay una gran cantidad disponible en el mercado y poca demanda, su precio baja. Por el contrario, si hay menos moneda disponible en el mercado y además mayor demanda, su precio sube. Este es el funcionamiento que se supone “normal” de cualquier mercancía en el sistema capitalista y las monedas también actúan así en los mercados.
¿Para qué sirven las monedas? Para medir el valor de los bienes y servicios, para intercambiarlas o guardarlas para usarlas en otro momento. Si una moneda nos sirve más la vamos a demandar más y si sirve menos lo haremos menos. Esos cambios irán modificando el precio entre ellas.
Por ejemplo: ¿me es más necesario el birr etíope o el peso argentino? A hora de pagar algo acá, es claro que el birr no sirve de nada. En cambio el peso sí y por eso tiene más demanda. ¿Pero qué pasa con el dólar norteamericano? No sirve para pagar las compras cotidianas, pero es la moneda más usada para las transacciones internacionales y ha logrado ser la que fija valores mundiales de los bienes y servicios.
Además, como fluctúa lentamente por ser la moneda del imperialismo hasta ahora dominante, no está sujeta a grandes variaciones de su precio global. ¿Y por qué en Argentina se producen “corridas” del valor del dólar en relación al precio? ¿Es porque un día de pronto se demanda un 30% más para transacciones internacionales? No, es porque el peso ha perdido valor frente al “verde”.
El peso, su precio y la dependencia
El precio de una moneda se puede medir en relación a otra. ¿Y cuál es la principal moneda de referencia para fijar ese precio relativo? El dólar. Si bien hay varios factores para establecer esto, la cantidad de pesos disponibles en el mercado y la cantidad de dólares de reserva del Banco Central son determinantes para fijarlo.
Este es el valor técnico del dólar y varía en más o en menos según factores diversos, pero subalternos. Por ejemplo, decir “un peso igual a un dólar” significaba que en el país había igual cantidad de pesos circulando que dólares de reserva disponibles en el Banco Central. Por lo tanto, aumentar la cantidad de pesos circulantes o reducir la cantidad de dólares de reserva indefectiblemente baja el precio del peso y sube el del dólar.
Pero por encima de todo simple enfoque monetarista está la realidad de la dependencia, ya que las economías de los distintos países son todas capitalistas pero en absoluto gozan de igualdad de condiciones. El nivel de cotización de cada moneda depende esencialmente de la productividad del trabajo social de esa nación y de qué clase social y en qué proporción se la apropia. Si en Argentina ese nivel de productividad ya es bajo porque nuestra economía es dependiente, subordinada, semicolonial, dominada por las multinacionales y el imperialismo; y además la burguesía se lo apropia en forma creciente, ese valor de la moneda nacional frente al dólar es cada vez menor.
Déficit fiscal, inflación y dólar
Ya desde 2010 y fruto de la crisis económica mundial de 2008, el Estado nacional presentó informes de déficit fiscal. Pero el verdadero déficit estatal no lo causan los sueldos de los docentes y el personal de salud ni las ayudas sociales a los sectores más vulnerables, sino la millonada que el Estado no recauda en impuestos que los capitalistas no pagan mediante evasión o exenciones fiscales. A esto se suma la fuga de capitales, los cuantiosos pagos por deuda externa trucha al FMI y otros usureros internacionales y la pérdida por los subsidios a la importación de energía, en un combo perverso que reduce dólares del país y agota las reservas.
Por lo tanto se empiezan a romper las viejas paridades y el peso pierde respaldo en dólares, generándose así un aumento del precio del dólar frente al peso, es decir, una devaluación. La devaluación a su vez genera aumentos de precios de los bienes y servicios que consumimos, es decir inflación. Dicho de otro modo, se produce lisa y llanamente una rebaja general del poder adquisitivo de los salarios, las jubilaciones y los subsidios sociales. Por eso las mayorías estamos cada vez más pobres.
Como regla, los gobiernos burgueses responden al problema del déficit con más y más ajuste al pueblo trabajador y los sectores medios. Además le suman emisión monetaria, o sea imprimir más pesos, y conseguir dólares, o sea aumentar la deuda externa. Imprimir pesos nos lleva a una espiral de pérdida del valor del peso, inflación, devaluación. A la vez, tomar deuda nos lleva a mayor endeudamiento con el FMI y otros usureros, más pagos de capital e intereses de los préstamos, más déficit fiscal, nueva deuda y así una sangría sin fin. Unos y otros nos han ido empobreciendo, devaluando la moneda en que cobramos nuestros salarios. Inflación al imprimir billetes, al pagar deuda con reservas o ambas a la vez. Pero la inflación no es “un hecho incontrolable”; es uno de los mecanismos capitalistas para hacernos pagar la crisis a los de abajo.
Retomando lo dicho antes, si no se aplican medidas de fondo para cortar la dependencia del intercambio económico y comercial tan desigual entre nuestra producción y la imperialista, no hay forma de salir adelante, evitar las devaluaciones y combatir de raíz la inflación.
El modelo capitalista se agotó
En las últimas semanas este fenómeno de inflación, devaluación, toma de deuda y déficit fiscal ha empezado a ser descontrolado. Tomó más velocidad, al punto que el superministro de Economía, Sergio Massa, está más tiempo en el exterior suplicando dinero que defendiendo los intereses del pueblo y del país.
Todos saben que hoy el dinero efectivo y disponible de las reservas es muy poco. Por otra parte la moneda china, el yuan, sólo sirve para algunas transacciones con ese país, pero no para disponer libremente en el mundo. La corrida cambiaria de estas semanas sepultó la candidatura presidencial de Alberto, pero eso no calmó a nadie. Mientras tanto, el capitalismo fabrica más inflación, más pobres y más desigualdad social.
El verso de la dolarización
Alentado por los grandes medios, con pinta de excéntrico, divertido y enojado con la casta política, apareció Milei. Denuncia el déficit fiscal del gobierno, mientras tira opiniones como “si querés vendé un riñón o un hijo”, como opciones que te ofrece el mercado capitalista en el derrotero de la vida. Esta semana relanzó con fuerza otra de sus pseudo-recetas: “Hay que dolarizar la economía para parar la emisión del peso”. Parece sencillo y despierta algunas ilusiones…
Pero más que gracioso, es trágico. Su nivel de vendedor de humo es épico. Hay alguna gente que cree que sería cobrar en dólares al cambio oficial y otros inclusive creen que sería el 1 a 1. Nada que ver. Como él intenta engañar al pueblo todo el tiempo, hasta llegó a plantear que podría ser a un dólar a 480 pesos Pero no; la dolarización significa eliminar el peso, sacarlo del mercado y entregar los dólares de las reservas del Banco Central a los bancos. Cada peso circulante, los depósitos, los bonos en pesos, las deudas del Estado en pesos, todo se cambiaría por los pocos dólares existentes. Pero al no haber reservas en divisas, aun desde el punto de vista capitalista sería el peor momento para una idea tan entreguista como dolarizar. Veamos los problemas que acarrearía:
- Para dolarizar la economía harían falta de arranque unos 20.000 millones de dólares, que obviamente no se sabe quién estaría dispuesto a prestarle al país ni a qué intereses y bajo qué condicionamientos.
- Como Milei al mismo tiempo que dolarizar propone “dinamitar” el Banco Central, los depósitos de los ahorristas en todos los bancos del país quedarían sin ninguna garantía estatal.
- La maltrecha economía nacional, que ya es altamente dependiente del imperialismo, quedaría sin la más mínima soberanía. Las empresas argentinas que facturan en pesos se hundirían de inmediato.
- Además se estima que hoy dolarizar llevaría la paridad real a unos 7.000 pesos en promedio por cada dólar. O sea, causaría un empobrecimiento nunca visto. Hacé la cuenta con esa hipótesis: si vos ganás 150.000 pesos por mes… ¡apenas equivaldría a unos 20 dólares!
Ante la crisis, mano dura con el gran capital
Si las medidas tomadas por todos los gobiernos patronales hasta ahora -ajuste hacia abajo, tomar y pagar deuda externa, emisión- causaron este desastre social, es evidente que para mejorar hay que revertir esos pasos y encarar un rumbo económico opuesto, con medidas firmes como las siguientes:
- Hay que parar la sangría de los pagos de esa estafa llamada deuda externa, romper con el FMI y volcar esos millones a generar empleo genuino, a aumentar los salarios y jubilaciones -actualizados por inflación- y a un desarrollo económico independiente.
- Para fortalecer el peso y aumentar las reservas hay que captar la renta que genera el país: nacionalizar el comercio exterior y crear una junta nacional de la producción agropecuaria. Y para impedir la fuga de capitales, que supera los 420 mil millones de dólares, nacionalizar el sistema bancario y los depósitos en el extranjero.
- Para combatir la inflación y la remarcación hay que abrir los libros contables y cuentas bancarias de las grandes empresas formadoras de precios para ver sus costos reales, establecer precios máximos y aplicar las sanciones de la Ley de Abastecimiento.
- Hay que anular el IVA a todos los productos de la canasta familiar, anular también el impuesto al salario y gravar con impuestos crecientes a las grandes fortunas y las ganancias de la oligarquía, los bancos, las multinacionales y la renta financiera.
- Hay que tomar el control soberano de lo que el mundo hoy necesita de nosotros, como el litio y otros minerales escasos, nacionalizando bajo control obrero todo lo que esté en nuestro suelo. Lo mismo con el petróleo, el gas y los servicios públicos.
Solamente con medidas económicas así, estructurarles, y no con aventuras como la dolarización que pregona Milei, podremos empezar a salir de la tremenda crisis en la que nos siguen hundiendo los capitalistas, sus gobiernos y todos sus políticos.
Pablo Sancho, CADHU-MST