domingo, 22 diciembre 2024 - 04:10

Debates. ¿Es progresivo el ingreso del país a los BRICS? 

Una semana después de la derrota del gobierno en las PASO, Alberto Fernández anunció como buena noticia el ingreso del país al bloque de los BRICS. Entre otros argumentos se intenta instalar que este ingreso facilitaría la obtención de créditos que la Argentina tiene vedados en el resto del mundo. Por su parte, Bullrich y Milei rechazaron esta incorporación y sostuvieron en una cena del Council of the Américas, de la que también participó Massa, su alineación automática con Estados Unidos. Pero ¿Qué son los BRICS? ¿hay algo de progresivo en esta incorporación ¿Hay en el bloque una relación igualitaria entre los países integrantes? 

Al inicio del nuevo siglo, cuando todavía el capital financiero estaba ebrio por la utopía neoliberal del “fin de la historia”, que se estrellaría de frente con la crisis del 2008, economistas y otros técnicos del fondo de inversión Goldman Sachs presentan una tesis que definía la oportunidad que representaban para el capital imperialista las cuatro economías llamadas emergentes, con mercados más grandes y para entonces más dinámicas: Brasil, Rusia, India y China, de allí el acrónimo BRIC. Esta tesis planteaba la importancia que tendrían estas economías para el año 2050. Vale señalar que el estudio es contemporáneo al Plan IRSA, un proyecto extractivista de Estados Unidos para saquear despiadadamente los recursos naturales de América Latina, con megaminería, agronegocio, contaminación del agua, desmonte de toda la diversidad vegetal, nuevo impulso del extractivismo energético. Eran los sueños húmedos de un imperialismo que deliraba con las supuestas promesas de eternidad para el capitalismo que suponía la implosión de la URSS y la restauración capitalista de China 

Pero los países involucrados en la tesis de Goldman recién dieron un paso hacia la formación del bloque una vez que la crisis mundial del 2008 dejo a la vista de todo el mundo la decadencia del imperialismo norteamericano. Esta reunión se realizó en Ekaterimburgo, Rusia, en junio de 2009, allí sesionó la primera cumbre del nuevo agrupamiento y recién en diciembre de 2010 se decide la incorporación de Sudáfrica, pasando el bloque a llamarse BRICS. 

En la década transcurrida desde entonces, la disputa imperialista entre China y Estados Unidos modificó las condiciones mundiales, agregándole una tensión inexistente previo al crack de 2008, sin resolver la crisis capitalista global, y convirtió al bloque que Goldman Sachs “soñaba” como una oportunidad de inversión para resolver esa crisis en un instrumento por el cuál China intenta condicionar a los países miembros a ser parte de su órbita en esta disputa. 

La incorporación a partir del 1 de enero de 2024 de Argentina, Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán, presentada por Fernández en el caso argentino como un paso progresivo, no es más que la adaptación de estos países a la estrategia china de ir imponiendo su moneda en el comercio internacional en disputa con el dólar y garantizándose la provisión de materias primas, con la ilusión de conseguir mejores condiciones de negociación o, en casos como el nuestro, la necesidad desesperada de buscar algo de financiamiento para paliar la bancarrota en la que ha dejado a Argentina el acuerdo con el FMI de imposible cumplimiento. El bloque consolida así las mismas características que su competidor, el Grupo de los 7, que capitanea Estados Unidos, aunque con desigualdades pronunciadas entre el líder del bloque, China y el resto de los países que lo integran. 

Quiénes son, qué representan… 

Con el argumento de buscar la Cooperación Sur – Sur para darle un barniz progresivo y solidario, los BRICS continúan siendo un bloque más débil en lo que hace a productividad, PBI, y otros indicadores reconocidos internacionalmente, que el G7. Sin embargo, expresan una fuerza considerable en relación a las aspiraciones y necesidades chinas en su disputa con Estados Unidos. Con las incorporaciones anunciadas, los datos que hacen a la población, producto bruto, capacidad de compra de ese producto bruto y volumen de comercio internacional se acercan, aunque aún lejos, al G7. 

En lo que hace a población mundial, los países que integran el bloque representan el 46% del total. Con China e India por encima de los 1400 millones cada uno, Brasil por encima de los 220 millones y Rusia con más de 140 millones de habitantes. Las extensiones enormes de sus territorios son otra ventaja que asegura enormes fuentes de recursos naturales y una capacidad energética cercana a ser, en total, la primera del mundo en lo que hace a producción y reservas de petróleo y gas. Con un objetivo en la extracción y saqueo de la diversidad natural como la depredación despiadada de la naturaleza de la Amazonia y de las principales fuentes de agua y tierras raras destinadas a la extracción de metales para la industria de vanguardia tecnológica, el bloque tiene una potencialidad atractiva para inversiones de este capitalismo decrepito y saqueador a costa de acelerar el agotamiento del planeta. 

Pero, por otra parte, no se trata de un bloque solidario para defenderse supuestamente de la agresiva expansión del imperialismo occidental. Por el contrario, las enormes desigualdades que existen al interior de los BRICS hacen que este sea funcional a los planes y necesidades chinas. Mientras la potencia asiática es la segunda o primera economía mundial según se mida, el resto de los países integrantes tienen un desarrollo industrial de mediano para bajo. La India, por ejemplo, país que tiene un producto industrial importante en relación al resto, es apena una gran maquila, con condiciones que recuerdan al capitalismo de principios del siglo XIX, no ha llegado ni siquiera a producir con el método de la ingeniería inversa y apenas se dedica a ensamblar partes producidas en otros países o regiones del mundo. Mientras que el resto de los integrantes de este conglomerado ya sea los históricos o los que deberían integrarse a principios de 2024 quedan como proveedores de energía, alimentos, minería y otros recursos básicos para alimentar la producción china. 

Una medida clara de esta desigualdad se puede ver en la diferencia de sus respectivos PBI: mientras que el PBI de China es cercano a los 13 billones de dólares y el poder de compra de ese PBI es de 23 billones, el de la India es de 2.6 billones, el de Brasil de 2.01 billones y el de Rusia de 1.6 billones, en tanto que el PBI argentino es de apenas 600 mil millones de dólares, veinte veces menor que el de China. 

Es decir que la economía china es casi diez veces más grande que la rusa y seis veces grosso modo, más grande tanto que la de India y la de Brasil. Esta desigualdad se debe esencialmente al desigual desarrollo industrial entre cada uno de los componentes del bloque. En relación al comercio al interior de los BRICS, esto demuestra también que China es comprador de materias primas y exportador de bienes industrializados y servicios financieros y de infraestructura útiles a los planes de desarrollo chinos. 

Palanca china para la disputa por la hegemonía imperialista 

Las desigualdades señaladas más arriba muestran cómo se fue convirtiendo el bloque de los BRIC primero y BRICS después de una idea de inversión del capital financiero a un acuerdo que beneficia en primer lugar a China. Al inicio, para lograr mejorar los términos del intercambio comercial asegurándose el abastecimiento de materias primas y energía y lograr superar por esa vía las desventajas del control de la globalización en el momento neoliberal por el imperialismo occidental. Para luego de la crisis de 2008 ir conformando un bloque también favorable a la diplomacia del país asiático. 

Desde antes de la pandemia, la imposibilidad de la solución de la crisis capitalista llevó a un nuevo momento de disputa interimperialista. Primero bajo la forma de guerra comercial, y ya más abiertamente con sanciones y medidas económicas cruzadas entre Estados Unidos y China. Estos roces también se están llevando al terreno militar. Donde la situación de Hong Kong y el Mar de la China se ha tensado. 

En este contexto mundial y regional los BRICS y el Nuevo Banco de Desarrollo del grupo son una palanca, en primer lugar comercial, pero también de alineamiento político con China similares al Grupo de los 7 o en nuestro territorio el Council of the Américas, que están al servicio de EE.UU. Esta alineación significa que a cambio de algún crédito o participación en el comercio del bloque se ceden recursos, territorios para la infraestructura de la Ruta de la Seda. Se colabora con la expansión económica, política y militar de China en la región. En definitiva, se cede soberanía. De la misma manera que actúa el acuerdo con el Fondo Monetario y la relación política íntima con Estados Unidos de la tanto el peronismo como la oposición. 

Al contrario de un acuerdo progresivo que significaría ayudar a la construcción de un mundo Multipolar y por lo supuestamente más “justo” como pretenden hacer creer desde el gobierno. Este acuerdo alcanzado por el gobierno de Alberto Fernández se encamina a hacer del país furgón de cola no solo de Estados Unidos con la servidumbre hacia el FMI sino ahora también de China colocándonos en el camino de una disputa por la hegemonía del imperialismo, sin recibir beneficio alguno. 

Por un camino hacia la independencia económica ni G7 ni BRICS 

En el contexto internacional actual de polarización social y política y de disputa por la hegemonía imperialista, la decisión del gobierno de Alberto Fernández de incorporar al país al bloque de los BRICS es una decisión de subordinación a China que se suma a la subordinación incondicional al FMI y a Estados Unidos. 

Las relaciones comerciales políticas y económicas con estos bloques de poder exigen tal subordinación. No son decisiones soberanas de política internacional y están asociadas siempre a negociaciones en condiciones de desigualdad por la estructura de dependencia que tiene un país semicolonial como el nuestro. Tenemos una larga y trágica experiencia de lo que significan los acuerdos con el FMI, que es el brazo financiero del imperialismo occidental. Pero tratar de contrabandear una nueva dependencia de otro país imperialista como China, bajo la etiqueta de que sería una colaboración en un espacio de cooperación sur –sur, y que esa relación nos favorecería, es simplemente una farsa. 

Para lograr una participación en el mercado mundial que tenga características independientes, el país necesita controlar herramientas fundamentales que hoy están en manos del gran capital. Tanto el manejo del comercio internacional, el financiamiento de las exportaciones e importaciones como en definitiva el modelo económico que el país necesita para que nuestro pueblo se beneficie y nuestra tierra no sea arrasada requieren de un verdadero cambio de 180°. 

El papel que le ha asignado el mercado mundial dominado por el imperialismo a nuestro país es, desde hace 150 años, el de un país productor de materias primas. Si hasta finalizado el Siglo XX el centro de nuestro comercio internacional eran los productos agro granaderos, desde la última década de ese siglo hasta la actualidad no solo se ha transformado la producción del campo hasta convertirla en agroindustria sino que ha avanzado hacia un saqueo monumental de todos los recurso naturales: minería a cielo abierto, de metales tradicionales y oro, avance sobre el litio y otros bienes comunes, además de petróleo y gas, hasta el control de las vías navegables como la llamada Hidrovía y los puertos y aeropuertos a manos de corporaciones privadas. Uno de los últimos avances es sobre uno de los principales reservorios de agua dulce del planeta, el acuífero del Paraná. 

Todos estos negocios están en manos de las corporaciones y solo dejan tierra arrasada, muchas veces irrecuperable y poblaciones enfermas y en la miseria cuando los recursos se agotan. En todos ellos ya participa China de la misma manera que lo hacen empresas estadounidenses y europeas. 

Un nuevo modelo productivo no pasa por la integración o directamente la subordinación a alguno de los bloques de poder imperialistas. Sino por tomar en nuestras manos las palancas fundamentales para poder planificar ese modelo independiente. 

El control monopólico del comercio exterior debe estar en manos del Estado, todas las negociaciones, exportaciones e importaciones no pueden quedar en manos de corporaciones que sobre o sub facturan que manejan por cuenta propia las divisas resultantes de esas negociaciones vaciando de recursos al país. Hay grosso modo, 400.000 millones de dólares de esas corporaciones “argentinas” o de ciudadanos nacionales fugados a paraísos fiscales y esos dólares provienen de la balanza comercial positiva del comercio internacional. 

Lo mismo sucede con la financiación de toda la producción y de las importaciones. La banca tiene que ser estatal y con control de sus trabajadores para que el crédito sea asignado al servicio de la construcción de ese modelo productivo nuevo, amigable con el ambiente y al servicio de la población del país. 

El desconocimiento de la deuda externa y la ruptura con el FMI, es al mismo tiempo que las anteriores una medida fundamental para lograr un camino hacia la independencia económica. 

Por último, es importante denunciar que los países que hasta ahora integran los BRICS, son de los más contaminantes y extractivistas del capitalismo actual. No solo por su modo productivo sino por la mercantilización de la naturaleza. Para no extendernos en los ejemplos ahí está el caso cercano de Brasil desforestando el Amazonas, que es el principal pulmón de la humanidad. Por eso nada tiene de progresivo ingresar a un bloque que nos lleva a más sumisión y dependencia. 

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