El 4 de enero, Aldo Duzdevich publicó en la Agencia Paco Urondo (APU) su Carta a la militancia peronista: Greenpeace no puede decidir nuestra política económica[1]. A tono con la defensa que APU hace del extractivismo, intenta elogiar dicha estrategia[2].
Dolido por lo que fue una clara victoria popular, dice: “El caso de la minería en Chubut, que cerró toda posibilidad de explotar lo que tal vez es el mayor yacimiento de plata del mundo, ha instalado un discurso ambientalista que no escucha razones y se opone a la minería, al fracking, a la energía nuclear, a las granjas de cerdos y ahora a la explotación petrolera de nuestra plataforma marina”.
Aquí refutamos sus argumentos.
“Desde dónde hablamos”, dice Duzdevich y cita a Perón: “debe estimularse el capital privado en cuanto constituya un elemento activo de la producción y contribuya al bienestar general”[3]. Y agrega: “Parece ocioso volver a aclararlo. El peronismo no está en contra del capital privado, ni del local, ni el extranjero. Y por si hay dudas, revisemos los 12 años de Néstor y Cristina y descubramos que no construimos el socialismo cubano”.
Desde ya, nadie le reclama socialismo al Frente de Todos porque es obvio que defiende el capitalismo. El problema es que el capitalismo hace rato que es frontalmente incompatible con cualquier mínimo atisbo de independencia económica, soberanía política y justicia social que solía pregonar el peronismo. Y el bienestar general, te lo debo.
Incluso Duzdevich reconoce: “Hoy con 40% de pobres, no tenemos ‘felicidad del pueblo’. La deuda con el FMI que tomó Mauricio Macri, nos quitó independencia económica y soberanía política. O sea estamos bien jodidos”. Pero se limita a constatar esa estafa, la convalida y, por ende, coincide en juntar dólar sobre dólar para pagarla.
“Las cuentas del Estado nacional”. Con un simplismo penoso, el autor pretende “despejar esa falsa y facilista idea de que el Estado tiene recursos infinitos… Y que el gobierno no aumenta las jubilaciones, los sueldos del Estado, las obras públicas, la inversión estatal, etc., etc., porque son malos o inútiles. El presupuesto nacional dispone de los recursos que ingresan vía impuestos que nunca alcanzan…”
Y a la pregunta “por qué le damos la explotación de un recurso a la empresa privada, si lo puede hacer el Estado”, responde: “porque no nos sobran recursos para hacer semejantes inversiones de mediano y largo plazo, que sí los puede hacer una empresa privada”.
No, Duzdevich: si te mordés la cola, girás sin sentido. Y “en la vida hay que elegir”, dijo alguien. Si dejamos de pagar los miles de millones de dólares por deuda externa fraudulenta cada año y les cobramos altos impuestos a los ricos en vez de limosnas, al Estado le sobrarían recursos para aumentar los salarios, jubilaciones e inversiones para generar empleo. Por cierto, este gobierno ya eligió el rumbo opuesto.
“El extractivismo maldito”. Tras culpar a las películas de Pino Solanas[4] por popularizar como negativo al extractivismo, el autor despliega otro cuento, funcional a la sojización: “Argentina ha sobrevivido hasta hoy, básicamente, del extractivismo del nitrógeno. Porque los cultivos extraen nitrógeno del suelo para vivir. Una tonelada de soja requiere 80 kg de nitrógeno, cuyo agotamiento requiere fertilizar. ¿Y de dónde sale el fertilizante? Pues del gas, que también es ‘extractivismo’.”
Primero, Argentina no es una unidad armoniosa sino una sociedad dividida en clases. Segundo, no “sobrevivimos” todos por igual: las ganancias del agronegocio alimentan la desigualdad social. Y tercero, aun en el propio plano agrícola, es falso que todo el nitrógeno de la soja provenga de fertilizar el suelo: la mitad proviene del aire, por el mecanismo de fijación biológica del nitrógeno (FBN)[5].
Según el autor, además, las industrias argentinas necesitan comprar máquinas e insumos en dólares, que a su vez salen del extractivismo. Por eso reivindica tanto al Perón de 1955 por traer al país a la yanqui IKA como a la actual megaminería cordillerana y el fracking de Vaca Muerta.
Poca memoria, Duzdevich. ¿Y el modelo de sustitución de importaciones que entre 1930 y 1950 motorizó el desarrollo industrial argentino? ¿Y el IAPI, la Junta Nacional de Carnes, las decenas de empresas estatales de producción y de servicios públicos, que permitieron cierta redistribución social del ingreso y una relativa independencia del imperialismo? Se olvidó, claro, porque un gobierno tras otro -incluidos los del PJ- desguazaron toda esa matriz estatal-pública en nombre de la inversión privada.
Es más: Carlos Menem, los K y Macri causaron un cambio de calidad en el modelo productivo en favor del extractivismo. Entre otros hitos, esto incluyó la reforma del Código Minero (1995), el ingreso de la soja transgénica por Felipe Solá (1996), el despliegue de la sojización y la megaminería[6], el Acuerdo Federal Minero (2017) y el récord mundial de uso de glifosato (2018), lo que profundizó la entrega de nuestros bienes comunes, desestructuró las economías regionales y nos dejó un alto pasivo ambiental.
“Los jóvenes empetrolados de Mar del Plata”. Criticando esa foto de Greenpeace, según Duzdevich no hay tal riesgo: “las áreas de exploración van estar una a 307 km y la otra a 443 km de Mar del Plata”. ¿No sabe que hay mareas? Y miente al decir que en la costa santacruceña y fueguina se extrae petróleo desde hace 30 años, pero “nunca hubo un derrame que pusiera en riesgo el medio ambiente”. ¿Y el derrame de 2019 en Bahía San Sebastián?[7]
“Nos quedamos debatiendo sobre la salud mental de los pingüinos”, ironiza, “pero en Mar del Plata hay miles de niños pobres que jamás conocieron el mar porque sus padres no tienen posibilidad económica de llevarlos”. Falso otra vez. El extractivismo no combate la pobreza: la aumenta.
A gusto del FMI, luego el autor canta loas al Neuquén petrolero: 25 mil obreros con sueldos del primer mundo, 150 pymes de servicios a las petroleras, todo el comercio y servicios que reciben el impacto positivo y casi el 50% de los recursos del Estado provincial. ¿La contracara? Sobre 800 mil habitantes, uno de cada cuatro navega entre la pobreza y la indigencia. Los sueldos estatales son de terror. Persiguen a los mapuches. Hay una base yanqui y otra china. Y encima el gobierno de Alberto alienta una ley de “promoción” para garantizarles a los pulpos petroleros buenos precios, mayores saldos exportables, mayor disponibilidad de divisas y consolidar la baja de retenciones que inició Macri y continuó Alberto. Si esto no es entrega…
“Si le hubiéramos hecho caso a Pino Solanas sacando una ley anti-fracking, como hizo Mendoza, hoy estaríamos esperando que los bienaventurados cuestionadores nos expliquen de qué vamos a vivir… Aquellos que son anti-todo: ¿qué tipo de actividad productiva proponen?”, desafía Duzdevich.
Aunque excede en mucho el alcance de esta nota, desde la izquierda claro que tenemos todo un plan económico alternativo. Sólo por dar un ejemplo: con los 6.000 palos verdes que este gobierno nacional pagó por deuda trucha se podrían construir 100 mil viviendas, generar 500 mil empleos y alojar a otro tanto de personas. Insistimos: “en la vida hay que elegir”…
“Las concesiones de exploración en el mar bonaerense” y “Los estudios de impacto ambiental”. Duzdevich promueve el modelo de explotación off shore de Brasil y nos cuenta que el proyecto CAN100 traería una “inversión” de 6.000 palos verdes y crearía 22.000 empleos. YPF sería socia menor de las transnacionales Shell (anglo-holandesa) y Equinor (noruega), que según él “presentaron un Plan de Gestión Ambiental que se compone de 13 programas”.
Es el verso de siempre: empleo, prosperidad, cuidado ambiental… Falso por completo. Según el informe de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Centro, “para la plataforma argentina la ocurrencia de derrames es del 100%, incluso de derrames de gran magnitud”[8]. Ningún derrame de riqueza: sólo de petróleo y gas. Es que en esta etapa de franca decadencia, el capitalismo imperialista sólo es depredación: extracción de ganancias lo más rápido posible, a costa de niveles inéditos de saqueo y contaminación.
“Ya es hora de que los militantes peronistas demos el debate sobre estos temas”, implora Duzdevich al final de su texto. Pero lo suyo no es un debate real: es propaganda extractivista. Mientras, el ministro de Ambiente Juan Cabandié, quien hace unos años veía “bancos de peces” en el Riachuelo, ahora “no ve” los incendios, la zonificación minera en Chubut ni la exploración sísmica en la costa bonaerense. Meses atrás confesó: “No podemos conseguir dólares para pagar deuda sin contaminar”.
Duzdevich, la Paco Urondo, Alberto, Cabandié y todos los voceros de esta política deberían registrar el Chubutazo victorioso, el reciente y masivo Atlanticazo, las puebladas en Mendoza por el agua, las luchas en defensa de los humedales, contra Monsanto y demás cerealeras, contra los agrotóxicos y transgénicos, el cambio climático, los desmontes e incendios, la cementación urbana especulativa y por tantas otras causas socioambientales justas. “En la vida hay que elegir”…
[1] https://www.agenciapacourondo.com.ar/debates/carta-la-militancia-peronista-greenpeace-no-puede-decidir-nuestra-politica-economica-por
[2] Duzdevich rompió con Montoneros en 1974 y fundó la JP Lealtad, es amigo del Papa, ex diputado neuquino y miembro del PJ. La APU nació en 2005 con cierto aire crítico, pero ya poco y nada queda.
[3] Doctrina peronista, Juan Domingo Perón, 1948.
[4] Tierra sublevada (2 partes), La guerra del fracking, Viaje a los pueblos fumigados, muy recomendables.
[5] https://inta.gob.ar/documentos/la-fijacion-biologica-de-nitrogeno-un-avance-en-clave-ambiental-para-optimizar-los-rindes-en-la-soja
[6] De 12 millones de hectáreas de monocultivo de soja se pasó a 20 millones en 2013. Y en ese mismo período se pasó de 40 proyectos megamineros a 600.
[7] https://www.revistapetroquimica.com/tierra-del-fuego-importante-derrame-de-petroleo-en-la-bahia-de-san-sebastian/
[8] https://lu32.com.ar/08-2021/bee18604eac006a3e10ef02b164f06fe.pdf
[9] https://twitter.com/revistacitrica/status/1424812460796780552?lang=en