En lo que va del 2020 la lluvia en Córdoba lleva 459 milímetros de precipitación, acercándose a tener un mínimo histórico. Desde 1955 que esta medición la hace la Administración Provincial de Recursos Hídricos, cuyo registro mínimo anterior es 489 milímetros en 1975. Esta sequía se produce en consonancia con el proceso de cambio climático, por el cual todos los fenómenos climáticos se intensifican, y el efecto de las políticas extractivista, en pos de la ganancia privada, que produce un creciente y severo deterioro del ambiente a nivel mundial.
En los últimos doscientos años la temperatura promedio del planeta creció más de lo que había aumentado en los diez mil años previos. Este periodo coincide con el desarrollo del capitalismo en su fase decadente, donde hay sobreproducción e hiperconsumo bajo una matriz energética basada en los combustibles fósiles, que son la causa principal de la emisión de gases de efecto invernadero que generan el calentamiento global.
En estas condiciones de sequía, Córdoba se llenó de incendios en los últimos meses. El fuego tiene una doble implicancia, siendo que se puede expandir gracias a la sequía, pero a la vez genera contaminación, aportando al deterioro del ambiente. El gobernador Juan Schiaretti se rasga las ropas llorando por los incendios y culpando a la sequía, pero la verdad es otra. Se sabe que estos fuegos no son casuales, sino que son intencionales para poder beneficiar al agronegocio y el monopolio inmobiliario(1), priorizando las ganancias por sobre nuestra salud y el futuro del ambiente.
Por la noche del miércoles 14 de octubre se registraron en Córdoba las primeras lluvias en los últimos cinco meses. Estas lograron apagar el fuego que arrasaba con la provincia, cosa que no se había logrado antes por la ineficiencia del gobierno, al tener solo bomberos voluntarios con recursos escasos para una provincia con un clima semiárido donde las leyes de protección del bosque nativo no son aplicadas por el gobierno.
Queda claro que la responsabilidad de los fenómenos climáticos que nos acontecen no es del clima por sí mismo, sino que son resultado del modelo capitalista, extractivista y petrodependiente que produce cambios en el clima, y de gobiernos que con sus políticas avalan el modelo. La situación en Córdoba no es única, sino que se expande mundialmente.
En la fase actual del capitalismo la única forma de conseguir ganancias es explotando intensivamente los recursos naturales, es por eso que se desarrolla el extractivismo a través del fracking, la megaminería y la utilización de transgénicos y agrotóxicos en las cosechas. Estas formas de explotación de la naturaleza contaminan y destruyen el ambiente.
En la medida en que el sistema siga explotando la naturaleza en los niveles en que lo está haciendo, la situación seguirá empeorando, siendo que ya se considera irreversible. Sólo un nuevo modelo productivo, donde se prohíba cualquier actividad contaminante, se cambie la matriz energética y la forma de producción, puede acabar con el desastre del cambio climático.
Gabriela Perri y Candela Gambuli Castrilli