A lo largo del mundo la palabra radical, en el lenguaje político, contiene una representación hacia algo más tajante y extremo. En cambio, en Argentina se denomina así a uno de los movimientos más longevos, que poco tiene de tajante y mucho de servil.
Revolución del Parque de Artillería
En el año 1890, el país atravesaba una de las más profundas crisis económicas y financieras. Además, había un profundo malestar en ciertas élites por el fraude electoral. Es por esa razón que la Unión Cívica lleva adelante una insurrección cívico-militar con el fin de lograr la renuncia del presidente (y yerno de Roca), Miguel Juárez Celman, perteneciente al PAN.
Fueron protagonistas de aquel hecho, Leandro Nicéforo Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y Francisco Barroetaveña. Los enfrentamientos comenzaron el 26 de julio y duraron tres días, dejando un saldo de más de 150 muertos. La gesta tuvo un efecto tardío. Juárez Celman primero se vio sin el apoyo de Julio A. Roca y de su vicepresidente Carlos Pellegrini, sumado a el empeoramiento de la situación económica. De este modo, el cordobés Juárez Celman tuvo que presentar su renuncia el 6 de agosto y en su reemplazo asumió Carlos Pellegrini para pilotear la crisis.
Un año después, en el “Café de la Paz”, Alem junto a Aristóbulo del Valle, Juan Carlos Belgrano, Bernardo de Irigoyen y Ricardo Levene, entre otros, redactaron el programa de la Unión Cívica Radical, dando origen a la UCR. Algunas de las demandas que expresaba aquel programa eran la reforma electoral que garantizara el sufragio universal, secreto y obligatorio, así como la separación de la Iglesia y el Estado, la autonomía municipal y la transparencia en la administración pública.
Sus primeros pasos en el poder
En 1912 se aprueba la famosa ley Sáenz Peña, que estableció una lista incompleta combinada con el secreto y la obligatoriedad del sufragio y el mecanismo plurinominal. Aunque seguía siendo exclusivo para varones argentinos, nativos y naturalizados, mayores a 18 años.
Unos años después, en 1916, asume el presidente Hipólito Yrigoyen ganando las primeras elecciones bajo la Ley Sáenz Peña. Tendría dos presidencias, una de 1916 a 1922 y otra en 1928 que fue interrumpida por el golpe de 1930, que inaugura la década infame, al mismo tiempo que también coloca las dictaduras como método de alternancia política para el régimen argentino.
Durante su gobierno, Yrigoyen reprimió el movimiento huelguístico que se dio en el sur de nuestro país denominado luego la Patagonia Rebelde. También fue responsable de la represión durante la Semana Trágica. En aquel levantamiento, conflicto sindical que redundó en un enorme levantamiento popular, las fuerzas represivas del primer gobierno radical mataron cerca de 700 trabajadores y dejaron un saldo de unos 4000 heridos.
Entre la primera y segunda presidencia de Yrigoyen hubo otro presidente radical, Marcelo Torcuato de Alvear. Su gobierno fue una etapa signada por el debate en la UCR entre Yrigoyenistas y antipersonalistas.
Mediados del siglo XX
Para mediados del siglo XX, el radicalismo ya es conducido por una generación nacida posterior a la revolución del parque, que además se había desarrollado ya bajo la ley Sáenz Peña y con la reforma universitaria en vigencia. Frondizi es parte de aquella generación, su inicio en la militancia política coincide con el golpe a Yrigoyen. Constituyó la corriente interna “Movimiento, Intransigencia y Renovación” (MIR) y luego, cuando las diferencias se acentuaron, conformó la fracción Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), que se enfrentaba a la UCR del Pueblo, conducida por Balbín.
Las diferencias que tornaron inevitable esta división fueron debido a la posición que debía tener la UCR con respecto al peronismo, movimiento que había emergido en 1945 y que 10 años después fue derrocado, tres meses después de los bombardeos en plaza de mayo, por la Revolución Libertadora.
En ese escenario de proscripción, Frondizi, quien había ganado fama por su libro Petróleo y política y su afán desarrollista, pensaba que había que insertar al peronismo en el esquema político, contrario a Balbín que estaba en contra de toda vinculación y mantenía a rajatabla los términos proscriptivos de la auto proclamada Libertadora.
Frondizi concreta un pacto con Perón mediante Rogelio Frigerio y de esa forma gana las elecciones de 1958 por una importante mayoría de votos. Su gobierno fue vacilante, pasaba de gestos al peronismo como la “ley de amnistía de presos políticos”, a ceder contra las presiones de la Iglesia y los militares. De oponerse en la conferencia de la OEA a la expulsión de Cuba del sistema interamericano, a romper relaciones con La Habana. De postular la defensa del petróleo como base del desarrollo del país, a permitir el saqueo atroz. En 1962, a sólo 4 años de asumir, no pudo “pasar el invierno”. Fue destituido por las fuerzas armadas y detenido en la isla Martín García.
En 1963 asumiría Illia por la UCR del Pueblo y gobernaría hasta 1966. Su gobierno sería interrumpido por el golpe de Onganía.
La vuelta a la democracia
Tras el parte aguas en la historia argentina que significo la expulsión a los militares posterior a la guerra de Malvinas, el radicalismo volvería al poder con la vuelta a la democracia en 1983 a través de la candidatura de Raúl Alfonsín. Último “prócer” de la historia radical. En esta etapa la lucha por 30.000 desaparecidos ardió en el pueblo por lo que se conformó la CONADEP y se le realizó el juicio a las juntas. Alfonsín, mediante los decretos de Obediencia debida y Punto final buscó cerrar ese proceso de enjuiciamiento a los represores.
Asimismo, esa posición no le evitó ninguna presión militar, tampoco el levantamiento de los Carapintadas en 1987, ni el acuartelamiento en La Tablada casi dos años después.
Desde el plano económico es donde más agua hizo el gobierno de Alfonsín. La hiperinflación es un evento que sigue atravesando el imaginario colectivo de los hogares argentinos debido a lo doloroso que fue mantenerse durante esos años. De ese modo, las urnas castigaron al radicalismo y Carlos Saúl Menem llegaría a la presidencia. El riojano va a asumir con cinco meses de antelación ya que debido a la crisis en su gobierno, Alfonsín se vio obligado a ceder la presidencia de manera anticipada.
El estallido del 2001
Luego de la década menemista, la alternancia del bipartidismo político le pedía al radicalismo ser quien tome el timón del barco y pueda conducir en las aguas de una Argentina golpeada por las privatizaciones, el desempleo y la precarización. La convertibilidad estaba llegando a su límite y las consecuencias de ella en el entorno del contexto neoliberal dejaban estragos es la sociedad argentina.
El radicalismo a través de La Alianza gobernará el país por dos años, en los cuales se repiten algunas de las figuras de la política actual, como Bullrich y Sturzenegger. El final de aquello es algo conocido por todos: el Estado rebajando sueldos a jubilados y estatales, confiscando ahorros mediante el “corralito” y generando un estado de caos total.
La respuesta del pueblo se hizo sentir con el piquete y la cacerola y aquel 19 y 20 de diciembre, desafiando el Estado de Sitio, se colmaron las calles linderas a la Plaza de Mayo y De La Rúa tuvo que aprender a volar.
Radicalismo del siglo XXI
El ingreso a este siglo para el radicalismo no fue nada fácil, el estallido social que obligo a De la Rúa a irse en helicóptero también tuvo grandes consecuencias en el régimen político. El bipartidismo que reinó la lógica política durante décadas fue herido de muerte y los dos partidos históricos del país tuvieron que reinventarse. El peronismo se “lavó” dentro del kirchnerismo, que aprovechó el auge de los progresismos latinoamericanos y formó parte de ese proceso. En cambio, el radicalismo no tuvo esa facilidad, estuvo más de una década con movimientos sinuosos sin encontrar donde acomodarse, refugiándose en algunas provincias donde el poder feudal podía ayudarlos o incluso siendo parte del gobierno kirchnerista.
En el 2015 volvieron a las canchas. El bipartidismo busco resurgir a través del PRO y el PRO necesitaba una estructura nacional para poder ser competitivo. Allí vuelven a entrar al juego siendo parte de Cambiemos, aportando esa estructura que ayudó a Macri a ganar en aquellas elecciones.
Como compañeros en la victoria, también son responsables de lo que significó el gobierno de Mauricio Macri: en cuatro años nos endeudaron a mas de 100 años y le pidieron una deuda al Fondo que se la fugaron con la bicicleta financiera. También bajaron el salario en términos reales y votaron la reforma previsional que fue el comienzo del fin para el macrismo.
Cambiemos perdió en el 2019, y cambió su nombre a Juntos por el Cambio, Mauricio se tomó unas vacaciones y cuando volvió, los radicales le estaban militando la campaña a Larreta, que finalmente perdió la interna contra Patricia Bullrich.
¿Y ahora? Las lágrimas de cocodrilo
El rol que ha jugado durante los meses de gestión que lleva adelante Milei es lamentable. La entrega servil y la complicidad son los rasgos que definen mejor a una UCR que se mostró muy crítica de las posturas de ultraderecha de Milei durante la campaña pero que, ni bien asumió, hizo fila para acompañarlo. Si bien no cumple el rol del PRO, quien prácticamente cogobierna, el radicalismo fue esencial para que Milei pueda arremeter con la motosierra contra los bolsillos y hogares de las familias trabajadoras.
Ya quedan en el pasado las lágrimas de De Loredo con el ceño triste tras no poder aprobarle el combo completo que significaba la ley ómnibus. Ya dejó de llorar De Loredo cuando le pudo aprobar la ley bases en Diputados y en Senadores. Incluso Lousteau, que discursivamente se posiciona en contra de Milei, fue quien garantizó el quórum en el Senado para que se pueda votar.
Sin que se les caiga la cara de vergüenza, fueron al Pacto de Mayo a besarle los zapatos al presidente y a firmar los 10 puntos de ese nefasto acuerdo. Sus gobernadores Alfredo Cornejo (Mendoza), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Leandro Zdero (Chaco), Leandro Sadir (Jujuy), Carlos Valdés (Corrientes), todos firmaron el pacto y fueron cómplices de lo que significa. Su llanto reformista no los exculpa de todos los ataques hacia los trabajadores que ejecuta Milei y de los cuáles ellos son cómplices. Ni hablar de cómo actúan anti democráticamente en las provincias en las que gobiernan como señores feudales.