viernes, 30 mayo 2025 - 20:57

Cultura. Lali, un fenómeno popular en tiempos de ofensiva reaccionaria

Ni reina, ni emperatriz, ni bestia pop. Gladiadora del pop”.

Con altas probabilidades de lluvia, una derecha recalcitrante expectante y utilizando como campo de batalla los espacios culturales y artísticos, Lali dio show y respondió a la altura de los tiempos que corren.

Este fin de semana el estadio Vélez Sarsfield fue una fiesta. Con la presencia de aproximadamente 90 mil personas, Lali Espósito presentó en vivo su sexto álbum No Vayas a Atender Cuando el Demonio Llama.

Un proyecto personal a puro rock-pop, con colaboraciones artísticas de la mano de Julieta Venegas, BB Azul, Duki, Dillom y Miranda!, entre otrxs. Referencias a la cultura nacional, la televisión de los 2000, la comunidad LGBT+, la libertad sexual, los derechos humanos y la soberanía nacional atraviesan el espectáculo, que condensa una sensibilidad contemporánea.

Pero no es solo el talento lo que explica el fenómeno de masas que la rodea. La actual popularidad de Lali creció especialmente a partir del enfrentamiento directo que recibió por parte del gobierno de Milei, un gobierno que odia el arte, la cultura, las mujeres, las disidencias sexuales y la juventud. Ante esa ofensiva reaccionaria, Lali respondió desde el escenario, con ironía, música y provocación. Su figura creció en ese contexto: la atacaron por ser mujer, artista y popular; contestó haciendo del show una forma de resistencia.

Lali llevó adelante dos recitales de aproximadamente 3 horas, con una puesta en escena de alto nivel técnico (pantallas, luces, fuegos artificiales). En escena, 36 artistas: 16 bailarines, 11 músicos, instrumentos de viento, 7 cambios de vestuario, y participaciones como Dillom, Miranda!, Turf, Taichu. También hubo homenajes y reversiones.

El show se dividió en bloques performáticos que recorrieron su carrera, desde hits propios hasta covers del rock nacional. Uno de los momentos más intensos fue el bloque más introspectivo, con canciones como Ego, Perdedor y No hay héroes, donde la conexión con el público fue a flor de piel.

Tenés que cerrar el estadio, solo los genios hacen eso

Durante los recitales, los cánticos espontáneos contra el gobierno nacional se hicieron sentir con fuerza, expresando una bronca generacional. Lali no los cortó, pero tampoco los condujo. En cambio, tomó la palabra: “Esto no es contra los votantes. Banco el cantito, pero no importa a quién votás. Importa qué clase de persona sos con el otro. El corazón de alguien es lo que importa. Pero a veces hay que hacer canciones para devolver un poco la patada”.

En su canción Fanático, satirizó directamente a Milei con gestos y letras, marcando una posición sin necesidad de bajarse del escenario al barro político.

La apuesta estética también hizo lugar a las disidencias sexuales. A medida que avanzaba el show, tomaron más presencia en el escenario: desde las performances, el vestuario, la corporalidad y lxs artistas invitadxs, todo respiró orgullo queer y libertad.Si bien muchos fragmentos del show se viralizaron, lo interesante es que Lali ocupó una posición política sin convertirse en portavoz partidaria. Su discurso se filtró a través del arte.

En una industria musical híper procesada, dominada por estéticas hiperconsumistas o romanticismos patriarcales, ella propone una narrativa distinta. Rompe con el “para siempre”, plantea el placer y el amor libre como eje, reivindica el cuerpo, la sensualidad, los vínculos diversos. Y, aunque no se define como militante, su arte sí puede leerse como un espacio de disidencia, y su figura genera identificación, especialmente entre juventudes precarizadas que también buscan libertad.

No se trata de elevarla como heroína, sino de entender que en este contexto político y cultural su presencia representa un síntoma: lo que incomoda a los poderosos.

Abril Ledesma y Sofía Vega

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