sábado, 21 diciembre 2024 - 10:46

Crisis pos electoral. Cristina y Guzmán debaten por el déficit

En los últimos días fue un tema de debate público entre la vice presidenta y el ministro de Economía la situación del déficit fiscal y el gasto público. Para cumplir con los compromisos del FMI y como era de público conocimiento, Guzmán venía realizando un ajustazo sobre las cuentas públicas. Ahora, frente al fuerte revés electoral, Cristina que había avalado con Fernández esta política intenta despegarse criticando al ministro y reclamando “la platita” para poner en los bolsillos de la gente y revertir el resultado en noviembre. Mientras discutían, el miércoles 22 de septiembre le pagaron al FMI U$S 1.884 millones en detrimento de la mayoría de los argentinos.

Primero fueron los audios “filtrados” de la diputada K Fernanda Vallejos, luego vino la carta de Cristina en la cual afirmó: “El año pasado, con ocasión de presentarse el mismo (refiriéndose al presupuesto) se estableció que el déficit fiscal iba a ser del 4,5% del PBI sin pandemia a partir de marzo del 2021 -situación que no se verificó como es de público y notorio conocimiento-. Cada punto del PBI en la actualidad es alrededor de $ 420.000 millones. A agosto de este año, a cuatro meses de terminar el año y faltando apenas unos días para las elecciones, el déficit acumulado ejecutado en este año era del 2,1% del PBI. Faltan ejecutar, según la previsión presupuestaria, 2,4% del PBI más del doble de lo ejecutado y restando solo cuatro meses para terminar el año… con pandemia y delicadísima situación social…”.

La respuesta no se hizo esperar, Guzmán replicó: “En la carta ella manifiesta que considera que hay un ajuste fiscal, aunque le digan que no; pero yo soy uno de los que le dice que no: en Argentina ha habido una política fiscal expansiva”. Para continuar dando una “clase” de macro economía y explicar que una cosa es el déficit y otra el gasto. Que él habría respetado el gasto público pactado en el presupuesto 2021 y que el déficit fue menor (1,1% del PBI) porque subió la recaudación impositiva.
Lo único que reconoce el ministro es que el presupuesto de obra pública está subejecutado en un 50%. Pero lo que no dice este maestro de la sarasa es que al gasto social lo licuó la inflación que fue mucho mayor que los aumentos que otorgados. Tampoco dice que, si ingresó más recaudación de la prevista, esa plata debería ir a compensar la terrible degradación de jubilaciones, asignaciones y gasto social.

Como en una obra de teatro, cada personaje juega su papel. El ministro inventa y miente abiertamente para defender su gestión. Cristina, que avaló con el presidente los ajustes del ministro, dice como si fuera una espectadora sin poder “yo se los advertí”, y exige el dinero necesario pare remontar el castigo electoral de las PASO.

Lo cierto es que los números son categóricos:

  • El déficit primario (1) hasta agosto de este año fue de $ 431.504 millones (1,1% del PBI), incluyendo el ingreso del Aporte Solidario de unos $ 23.000 millones.
  • El déficit primario de 2020 fue de 6,5% del PBI. El presupuestado para 2021 en acuerdo con el FMI fue de 4,5%. El realizado hasta el momento es de 1,1% contando ingresos extras como el aumento de la recaudación impositiva por el aumento de los precios de las exportaciones, el ingreso del Aporte Solidario, el aumento de recaudación por la reactivación económica y la inflación, y los “ahorros” en el gasto social y el destinado a la pandemia de Covid.
  • Según la Secretaría de Hacienda, mientras hubo un incremento en la recaudación interanual del 70%, bajaron el gasto en prestaciones sociales un 31,9%. E la medida de que el gasto previsional, que está incluido en este ítem es el más importante del presupuesto, hubo un recorte categórico. Eliminaron directamente el IFE y otros gastos destinados a la pandemia, retrasaron la actualización de los salarios de empleados estatales, también bajaron las transferencias a las universidades y subejecutaron el presupuesto para la obra pública, entre otros recortes.
  • La Oficina del Presupuesto del Congreso señala que las transferencias a las provincias bajaron del 37,7% al 23,7%. Además, subieron los subsidios a las empresas de energía eléctrica y el transporte público en un 30%, las cuales siguen sumando pingües ganancias. Recibieron $ 820.000 millones, dinero con el cual se podría haber aumentado el gasto social un 4% por encima de la inflación.

Refiriéndose a esta polémica, el editorialista Carlos Pagni escribía en La Nacion del 23 de septiembre: “La confianza en sí mismo, o en Giorgieva, llevó a Guzmán a discutir con Cristina Kirchner que haya habido, como ella dijo, un ajuste fiscal. Guzmán sostiene que se redujo el déficit por aumento de la recaudación. Ninguno de los dos dice la verdad. Existió un fenomenal ajuste fiscal, que no lo ejecutó Guzmán sino la inflación, al licuar uno de los principales rubros del gasto público: los ingresos de los jubilados. Es decir: hubo un ajuste, el más regresivo”.

Ahora, haciendo alharaca de que van a poner “platita” en los bolsillos de la gente están lazando algunas pequeñas medidas como el aumento del salario mínimo a $ 32.000 (apenas por encima de la canasta de indigencia), el incremento del mínimo no imponible de ganancias de 150.000 a 175.000 pesos, un posible bono a los jubilados por $ 6.000, el ingreso a una pre jubilación de los adultos mayores que tengan 30 años de aportes (apenas 33.000 personas), un posible aumento de la AUH y algunos créditos pequeños a tasas bajas, entre otras medidas. Muy poca cosa para enfrentar la catástrofe social que estamos viviendo y el continuo enriquecimiento del 1% de la población del país a costa del resto. Tan exiguo es lo aportado, que los analistas dicen que con estos nuevos gasto Guzmán podría terminar con un 3,5% a 4 % del déficit al fin del ejercicio 2021. Incluso menos, el ministro habría adelantado a empresarios que el paquete no excedería entre 100.000 o 150.000 millones de pesos, con el argumento de que tienen que cuidar que no se dispare del dólar. Así cierra el relato y el teatro entre Cristina y Guzmán.

Más allá de “gastar” un poco más para estos meses de campaña, no tienen ninguna intención de tomar las medidas estructurales necesarias para terminar con el 50% de pobres y el desastre social que atraviesa a nuestros jóvenes. A los U$S 1.884 millones que le pagaron al FMI en concepto de amortización de capital le sucederá una cifra similar en diciembre. A esto deben sumárseles U$S 1.032 millones de intereses que corresponden a este año. Solo este año se pagará al Fondo U$S 4.800 millones. Con ese dinero se podrían construir 140.000 viviendas populares, darles trabajo a 420.000 trabajadores o lanzar un IFE de $ 40.000 a 10 millones de personas durante dos meses.

Difícilmente el Frente de Todos revierta así el total descrédito que en esta elección demostró que tienen entre amplios sectores del pueblo trabajador. Su verdadera política puede observarse en el sincericidio de los audios filtrados de la diputada K Fernanda Vallejos, quien al criticar al presidente confiesa que “no se asistió a la gente como se la debió haber asistido, eso impidió además tener una política sanitaria mucho más efectiva y evitar un montón de muertes porque tuvimos que abrir antes de tiempo y mal, porque justamente la gente se estaba cagando de hambre…”.

Martín Guzmán hizo un presupuesto en donde se partía de la premisa de que en marzo se terminaba la pandemia, era una mentira que todos sabíamos; pero no solo eso, cuando ocurrió lo obvio, que la pandemia no se terminó, no hubo políticas económicas que acompañen y tenemos equilibrio fiscal, en medio de una pandemia con un 50% de pobreza. Sabían que el pueblo se enfermaba y se moría de hambre y esperaron a las elecciones para decir la verdad. Por eso hay que cambiar, salir a luchar y reforzar a la izquierda, al FIT-U y al MST en las próximas elecciones y en todos los desafíos que vienen.

  • Se llama déficit primario al que se calcula sin los vencimientos de servicios de deuda.

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