En segundo lugar luego de Patricia Bullrich, Javier Milei habló en el lugar que tiene como fundamento político la defensa y creencia que “los mercados libres y los emprendimientos privados ofrecen los medios más efectivos para lograr el crecimiento y la prosperidad económicos de la región”. Así, el liberfacho que consiguió ubicarse primero en las elecciones PASO del pasado 13 de agosto, dio su presentación delante de un empresariado que a pesar de contar a su bufón por excelencia, según lo que reflejaron los asistentes, cosechó pocos aplausos. En parte puede que este reflejo no sea porque las patronales presentes no acuerden en la voracidad con la que Milei propone avanzar sobre los trabajadores, sino porque no es la herramienta política que prefieren para hacerlo.
Como era obvio, Milei repitió todo su arsenal neoliberal que reivindica experiencias previas y fracasadas en nuestro país, centralmente la de Carlos Menem. Volvió a prometer, en caso de ser electo medidas como “bajar gastos, impuestos y eliminar regulaciones”; una “reforma” del Estado tal cual realizó el expresidente riojano. Y, de forma obvia, no sería más que para conseguir los mismos resultados. El propio candidato de la Libertad Avanza fue quien lo dijo al mencionar en su discurso: “Aquellos emprendedores que les va bien son héroes. Ustedes son los que tiene que poner de pie a la Argentina, yo me comprometo a sacarles el Estado de encima”. Rara promesa, ya que estos sectores, nos referimos a los más concentrados, son los que hoy más ganan y menos tributan en el país.
Esta reducción del Estado, como la llama el candidato presidencial, según lo que dijo constará de tres etapas en las que irá desplegando todas las contrarreformas que atentarían centralmente contra los derechos laborales y sociales de las grandes mayorías. A tal punto, que además de privatizar la educación y la salud como lo ha dicho en otras oportunidades, ahora sumó que quiere “terminar con la obra pública” y que las obras de infraestructura “sean como el sistema de Chile, que es de iniciativa privada”. Y también dijo querer “avanzar en la privatización de las empresas públicas”. Toda una oda a su ministro de Economía preferido en la historia del país: Domingo Cavallo.
También, para realizar a la perfección su cometido de derechizar todo debate, se refirió a la reforma laboral delante de su público privilegiado diciendo: “El mercado laboral formal son 6 millones de personas, en el informal hay 8 millones. Esto quiere decir que en principio hay una oportunidad para crear un mercado de seguros de 8 millones de personas. Es una posibilidad de negocio enorme y si lo complementamos bajándoles la multa de los juicios (laborales) es importante para el mercado laboral”. El mercado seguro de este liberfacho, no es más que el de la precarización laboral, donde no existirían más derechos como los aportes jubilatorios, indemnizaciones por despidos, entre otros.
La cantaleta ya conocida de Milei, que, insistimos, no es más que un grito de guerra para los sectores que menos tienen, al igual que lo hizo la candidata de Juntos por el Cambio, contempló una crítica a la decisión del gobierno de unirse a los BRICS.
Como con Bullrich y Massa, esta es una opción que nada bueno puede traer para los trabajadores, y ante su provocación constante, no queda más que organizar su repudio en la calle para terminar con cualquier vestigio conservador que quiera hacer brotar.