domingo, 9 marzo 2025 - 11:19

Corte Suprema. Se rechazó la licencia de Lijo

El órgano votó en contra del pedido del juez. Por lo tanto, si no renuncia a su cargo en el juzgado, deberá esperar las definiciones del Senado.

Judas y Pedro


El pasado 26 de febrero, el gobierno nacional, vía decreto, designó a Ariel Lijo y Manuel García Mansilla como jueces de la Corte Suprema de Justicia. Este hecho representa un nuevo capítulo de la prepotencia con la que Milei gestiona e impone sus DNU, siempre con cómplices que se lo permiten.

Rápidamente, el órgano judicial le tomó juramento al académico, pese a que su pliego no consiguió ni siquiera los avales necesarios para ser debatido en el Senado. En otro caso, el de Lijo, este debía esperar una resolución sobre su pedido de licencia como juez federal.

Sin embargo, la resolución se tornó en su contra, y los supremos no aceptaron su licencia extraordinaria (que ya había maniobrado en su juzgado). Lijo no piensa renunciar a su juzgado y arriesgarse a quedarse “sin el pan y sin la torta”, por lo que espera una decisión del Senado.

En la votación de la Corte, solo Ricardo Lorenzetti aprobó la licencia. En cambio, Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Manuel García Mansilla, en su debut, votaron por denegarla.

El movimiento de García Mansilla lo termina colocando como el Judas de la Corte, que traicionó a su secuaz cuando obtuvo su nombramiento. Pero, si de personajes religiosos habláramos, el académico tiene muchas más similitudes con Pedro, el negador, ya que, durante su presentación en la Comisión de Acuerdos del Senado, García Mansilla había sentenciado: “Yo no hubiera aceptado una nominación en comisión porque, más allá de que la Constitución la prevé, evidentemente hay un gran sector de la población que, con buenas razones, resiste este tipo de decisiones”.

Ahora, lo vemos ocupando su lugar en el Palacio de Justicia sobre la calle Talcahuano. Una nueva estafa por decreto de un presidente que se cree todopoderoso.

Esta situación configura otro golpe que incomoda al gobierno y desnuda los pasajes llenos de corruptelas y maniobras que posee el máximo órgano decisorio de la Justicia argentina.

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