Luego de la publicación de un informe de The Bureau of Investigative Journalism, una organización de noticias sin fines de lucro con sede en Londres, en colaboración con Ojo Público, un medio de Lima, se dieron a conocer las condiciones que Pfizer les exigió a los países latinoamericanos para que puedan acceder a las vacunas. La empresa farmacéutica de capitales estadounidenses, pidió garantías como embajadas, bases militares y reservas bancarias, para cerrar los contratos con los países.
El trabajo que demostró esta petición de activos soberanos, por parte de Pfizer para realizar las ventas de las vacunas contra el Covid-19, también arrojó a la luz que el gigante farmacéutico imponía clausulas que lo eximan de responsabilidades ante demoras en la producción y efectos adversos de la vacuna. Toda una muestra de la orientación lucrativa por delante de una demanda sanitaria que impera para toda la población mundial.
Por más que personajes como Lawrence Gostin, director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud en Derecho de Salud Nacional y Global, declaren que “las compañías farmacéuticas no deberían usar su poder para limitar las vacunas salvadoras en países de ingresos bajos y medios” la avaricia empresarial subsiste por el mecanismo de las patentes privadas que ningún mandatario se pone a cuestionar seriamente.
Sin importar que la investigación para el desarrollo de esta nueva tecnología por parte de Pfizer fue financiada con fondos estatales en forma de subsidios, la empresa farmacéutica somete a los países a condiciones de chantaje de carácter colonial. En América Latina y el Caribe: Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay, son los países que firmaron contratos con Pfizer, pero con términos y clausulas que al día de hoy se desconocen.
Terminar con las extorsiones empresariales es necesario para realmente poder hacer uso de la única salida concreta que hay ante la pandemia del Covid-19. Pelear por la anulación de las patentes, terminar con la concepción de las vacunas como un nicho de negocios, son medidas a implementarse de manera inmediata para terminar con un desastre que puede agravarse, si la avaricia capitalista continúa primando ante el derecho a la salud de la población mundial.