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El topo en el Estado, continua su capricho privatizador, escalando en ataques contra los reclamos de los trabajadores.
Pisa el acelerador
El conflicto aeronáutico sigue en agenda, antes Aerolíneas Argentinas, ahora Intercargo. Milei mantiene su voraz ambición del desguace y la privatización de ambas empresas.
Por tal razón, ante una medida de lucha de los trabajadores que hacen el servicio de rampa, por el despido de uno de ellos, el gobierno avanzo con sus medios cómplices en el ataque teledirigido al conflicto.
Los titulares de los medios hegemónicos afines al gobierno y las declaraciones de los funcionarios iban en el mismo sentido: la denominación de la acción gremial de los trabajadores como un “paro salvaje”, acusando a los mismos de “delincuentes” y “terroristas”, que tenían a los pasajeros de “rehenes”.
“Ningún terrorista sindical podrá tomar de rehén nuevamente un pasajero y arruinarles su viaje, sus vacaciones, su viaje laboral o por temas médicos, ni negarse a hacer su trabajo. El terrorismo sindical no tuvo prurito en secuestrar a más de 2000 pasajeros en 10 aviones“, declaraba desvergonzadamente el vocero presidencial, Manuel Adorni.
El juego ya estaba transcurriendo y mientras construyeron su discurso contra la organización sindical y las medidas de lucha de los trabajadores, en la Casa Rosada se terminaba de cerrar una idea para ir un paso más.
Así es como Patricia Bullrich sostuvo que ante un paro la labor de los trabajadores la llevaría adelante la PSA o incluso gendarmería. Te pegan mediáticamente, mientras las fuerzas del orden te copan tus puestos de trabajo.
El gobierno puso el acelerador y ahora declara que aerolíneas se privatizara a menos que los trabajadores acepten su operación. En tanto al rol de Intercargo, la política de cielos abiertos y desregulación del sistema de rampas busca encontrar un beneficiario de ese gran negocio. En ese sentido, son carteles de neón los que están apuntando a Eduardo Eurnekian, quien es propietario de Aeropuertos Argentina 2000 y podría ser el gran beneficiado.
Milei esta convencido de tomar ese rumbo y por ende, se niegan a resolver el reclamo de los trabajadores del sector, poniendo en riesgo el transporte aéreo a corto plazo.
Entre Regímenes
La victoria de Milei en el diciembre pasado, no solo reconfiguro el mapa político electoral, sino que también con su llegada avanzo en un aumento de los rasgos autoritarios del régimen político.
El régimen político que se tuvo que reinventar posterior al estallido del 2001, venia siendo sostenido por un bipartidismo lavado apoyado en el kichnerismo impulsado por la ola de progresismos en Latinoamérica y la estructura del PJ, y el PRO como director de orquesta del ala burguesa que expresaba un alineamiento mucho más acentuado.
La irrupción de Milei con una estructura prestada por ambas fuerzas termina desarmando esa polarización bipartidista y configurando un nuevo mapa político. Aun así, los mayores cambios que intenta hacer Milei no se basan en los canales de representación que tiene la burguesía.
Sino que estos, buscan en profundidad impactar en el régimen democrático burgués con un formato mucho mas autoritario, en todos los sentidos. Por un lado, tensa la institucionalidad a la que estamos acostumbrado, y es la razón por la cual, franjas burguesas expresan su descontento.
La mayor demostración de ello es el funcionamiento mediante Decretos de Necesidad de Urgencia y vetos. Siendo esto incluso, fuertemente denunciados en la calle. Esta tensión va en contramano de lo que el peronismo y los radicales estuvieron pregonando a lo largo de este año, cada vez que el Congreso tuvo que intervenir, hizo aguas, quedo pintado, mientras los votos de los diputados se vendían al mejor postor.
En paralelo, no solo se precisa un marco legal de ajuste y desregulación, sino que no falto ocasión donde Bullrich muestre los dientes, mediante la represión e incluso deteniendo a manifestantes, como en la movilización contra la Ley Bases.
Por eso, no es sorpresa que “el topo en el Estado”, lo nutre todo el tiempo en el área de Seguridad. Se engrosa el Estado, con operativos y gases que valen más que una jubilación.
El fortalecimiento de las fuerzas de (in)seguridad y un intento de recomposición de la imagen de las fuerzas armadas, fueron una constante durante el gobierno de Milei.
Este hecho no solo se manifiesta en represión directa, sino que también aumenta el espionaje (incluso volviendo a la SIDE) y en persecución a quienes luchan en el terreno político, sindical y social.
De lleno contra los trabajadores
El avance de Milei en un intento de cambio de régimen, donde la democracia burguesa sea aún más limitada, y se exponga principalmente su rasgo autoritario no puede completarse sin el ataque a los conflictos laborales.
Como no podía ser de otra forma, el gobierno decidió confrontar directamente a los trabajadores que reclaman contra el voraz ajuste de la motosierra. No hay plan de ajuste como este, sin represión y persecución. Milei desconoce todo derecho laboral y avanza constantemente contra quienes los defienden.
Además, que se expresa en el lenguaje, no está escindido de los hechos políticos. Por un lado, se desarrolla un mecanismo de escarmiento público contra quienes luchan, que comienza con la reproducción de mensajes con altavoces en las principales estaciones del país, prosigue con la persecución sindical y los despidos y culmina con el ataque directo a quienes se movilizan.
Este mecanismo, está amparado en un discurso, el cual es reproducido por la mayoría de los medios hegemónicos donde se sostiene que los paros son “salvajes”, que no hubo represión sino “incidentes” y que quienes se movilizan son “terroristas”.
Un andamiaje político que se costea con el dinero de los contribuyentes para deslegitimar las medidas luchas y expresiones de descontento de la clase trabajadora.
Se monta el circo mediático, se ataca a los derechos de los trabajadores y en este caso se pone en riesgo un servicio con tal de cumplir el capricho privatizador de Milei.
A la acción
Lo primero es denunciar este nuevo ataque a la organización sindical y la lucha de los trabajadores. En ese sentido es necesaria la solidaridad de todos los sectores, principalmente de los espacios sindicales.
Ya se demostró que la presión de los trabajadores del sector empantanó la privatización de Aerolíneas y logró negociaciones en Intercargo.
Por eso mismo, es prioritario terminar con el letargo de las centrales sindicales y que la CGT y las CTAs convoquen a un paro y plan de lucha con continuidad. Exigiendo, pero no descansando la confianza en la burocracia sindical, que ha pactado reiteradas veces durante la gestión libertaria, creemos necesario impulsarlo y construirlo desde abajo.
Porque ante ataques tan categóricos se necesitan respuestas contundentes y no podemos dejar que la motosierra de Milei siga avanzando sobre todos nuestros derechos.
Paralelamente, nosotros luchamos por un Intercargo 100% estatal, bajo el control de sus trabajadores, que ni sueñen con los negocios de casta como el que quiere hacer Milei con Eurnekian.
A su vez, también estamos por una aerolínea de bandera estatal, controlada por sus trabajadores y profesionales, en virtud de las necesidades del país.