No puedo creer tener que escribir esto. Pero falleció nuestro compañero Luciano Campos, “Chimango”. Una enfermedad tan rápida como letal nos dio poco tiempo para asemejar el golpe que estamos viviendo, sus compañeros, amigos, familiares e hijos.
Un compañero querido por todos, alegre, abnegado, resuelto. Luciano se incorporó de joven al partido, en las jornadas de lucha estudiantil contra el ajuste de la entonces gobernante Alianza. Eran los primeros días de marzo de 2001, y nos estábamos preparando para lo que íbamos a vivir en diciembre. Asumía López Murphy, con un ajustazo demoledor de la educación pública.
En la Facultad de Derecho de la UBA, en asamblea habíamos resuelto enfrentar al gobierno realizando un corte de calle sobre la Avenida Figueroa Alcorta, y apareció Luciano, siempre dispuesto. Con un grupo de activistas y militantes del MST llenaron la avenida de bancos en un ratito para garantizar lo votado. Ese día, luchando, se incorporó como militante de base a nuestro partido hace más de 22 años.
La lucha por echar a la Franja Morada, la burocracia estudiantil, de los centros de estudiantes y la FUBA, lo forjó como militante. Y también participó activamente de cuanto proceso político o sindical se desarrollara por esos años, en especial el Argentinazo a fin de 2001, que lo tuvo en primera línea. Dejó su pequeña huella en la historia siendo parte de las movilizaciones que tiraron a los cinco gobiernos radicales y peronistas, y que con la revolución de las cacerolas, los piquetes de desocupados, las fábricas recuperadas y las asambleas vecinales parieron un nuevo país.
Fueron años de lucha donde se destacó, siempre en la primera línea, dispuesto a correr riesgos para que otros compañeros no los corran. Humilde en sus actividades, sin buscar el destaque personal, trabajaba para el equipo porque comprendía que la revolución y la construcción del partido era una tarea superior a su propia persona.
Chimango aportaba alegría a la militancia. Lo que aprendimos políticamente juntos esos años, él nunca lo olvidó. Se mantuvo unido al partido, aunque los derroteros de la vida no le permitieron activar como tanto disfrutaba. Que nos sirvan de ejemplo compañeros como Luciano, para las nuevas generaciones de militantes. Participar de las luchas, aportar sacrificio, priorizar al compañero, mantenerse en el clasismo aunque sea duro y hacerlo con alegría. Así era.
No puedo creer tener que escribir esto, estoy roto. Luciano, compañero querido, te vamos a recordar, te ganaste un lugar en nuestro corazón. ¡Hasta el socialismo siempre!
Pablo Sancho