Las y los trabajadores de la salud de la Clinica del Niño y la Familia de Solano en Quilmes, están viviendo una pesadilla.
Despedidos en forma arbitraria y testigos del desmantelamiento de la clínica a partir de manejos dignos de las películas de Cóppola, vienen haciendo reclamos por los salarios adeudados, por malos tratos, amenazas y ningún organismo competente en la materia hizo nada aún. Siguen en la espera.
Son casi cincuenta familias que quedan en la calle en el marco de una crisis económica y laboral donde ciertos protagonistas del arco político y sindical priorizan sus negocios descartando al personal de salud y a las y los pacientes.
Así nos fueron relatando algunos de los hechos:
Un sindicalista corrupto de manual
En diciembre de 2018, el sindicalista Claudio Alejandro Poli de la Federación Argentina de Trabajadores Remiseros llega a la clínica de la mano de María Eugenia Vidal. Poli es parte de lo que fue el espacio Fe del ya fallecido Momo Venegas como la pata sindical del macrismo.
Circula en algunos medios que fue parte de la comitiva del viaje escandaloso que realizara Jorge Triaca a distintos países europeos durante enero del 2018 gastando más de tres millones.
En una de las primeras reuniones, el flamante dueño de la clínica les prometió a las y los trabajadores que él venía con presupuesto para mejorar las condiciones del lugar directamente de la caja de la provincia bajo la gestión de Vidal.
Los trabajadores creyeron que esto era factible, pero a la inversa de lo prometido, lo que vieron ejecutar fue el cambio día a día de la planta. Se iban los conocidos, se encontraron con nuevos jefes a los que había que respetar y que se dirigían hacia ellos con malos modos. Cualquier excusa era buena para seguir despidiendo.
Pero eso no es todo
En enero de este año, el propio Martiniano Molina hizo tratativas para que el susodicho Poli fuera el presidente del Club Argentino de Quilmes.
Un señor multifacético, de remisero a dueño de una clínica y de ahí a presidente por presión política del club de fútbol. Multifacético y multado, ya que tiene una serie de causas judiciales de peso específico. Una de ellas se relaciona con la llamada “mafia de los medicamentos”, la otra por engrosar el padrón del Sindicato Único de Trabajadores de Remises y autos al instante (SURyA) con documentos falsos o sin los avales de los propietarios.
Durante la pandemia, en la clínica todo se tiñó de la exclusiva atención al COVID. El resto de las especialidades quedaron al margen; se sobre explotaba a enfermeros que tenían que hacer su trabajo incluso sin los materiales requeridos.
Los atrasos en los pagos y los despidos continuaron. El señor Poli desarmó el sector de facturación diciendo que se lo mudaba a sus oficinas de la calle Alem donde funciona el gremio del que es referente. Así es como se llevó al contador de la clínica y a dos facturistas. Quienes se negaron a este traslado, fueron despedidos.
Los médicos que se contrataban para cubrir las vacantes que iban dejando los despidos, eran los proporcionados mediante el DNU. Esto es, médicos extranjeros que si bien pueden ejercer la medicina se les limita la toma de decisiones, firma de certificaciones, etc. El decreto contempla estas incorporaciones de manera transitoria y excepcional, pero Poli, seguramente aprovechando subcontratos y pagos a la baja, hizo de la excepción la regla.
Mientras ocurrían estas irregularidades, todo lo que se firmaba y se sellaba era a nombre de un director anterior, que ya no estaba en funciones. El médico en cuestión había presentado su renuncia con antelación. Al enterarse de lo que sucedía, inició una demanda.
El clima de la clínica se enrareció. Con la espada de Damocles de la desocupación sobre las cabezas, los trabajadores siguieron mientras podían sostener estas condiciones adversas.
Con la nueva directora médica se intentó rearmar el equipo de cirugía, porque el que estaba y que tenía más de veinte años de trabajo en el lugar se retiró por falta de pagos. Los anestesistas hicieron una demanda por seis meses de deuda al igual que residuos patológicos que les anticiparon que no les iban a seguir prestando los servicios.
El colegio médico les hizo una demanda recolectando a distintos sectores: médicos de guardia, de piso, de UTI.
En ese marco de intentar el rearmado junto con la nueva directora apareció otro personaje: José Nicolás Basano, dando órdenes y sobre exigiendo a los trabajadores. Era el socio mayoritario entrante y les decía que él no se iba a hacer cargo de las deudas adquiridas por la gestión anterior, desentendiéndose de los reclamos.
Los abogados, en sus averiguaciones descubrieron en esto también una maniobra. Lo que hay es sólo un alquiler del nosocomio a nombre de dos testaferros: María Alejandra Mallorca y Cesar Ariel Albanese. Este último incluso llevó adelante un nuevo convenio con el PAMI.
Las irregularidades llegaron a puntos extremos de poner en riesgo la vida de los trabajadores como es el caso de haber armado la habitación de esterilización dentro de un solo cuarto donde se manejan materiales como gas natural, dióxido de etileno a pocos centímetros del piso de madera con el peligro de que todo se incendie. Se presiona a mucamas, enfermeras, médicos, laboratoristas, personal de administración para trabajar bajo este régimen arbitrario
Entre otras perlitas, hubo despidos a trabajadoras que estaban cerca de jubilarse y otro a una mamá de una chica discapacitada.
Respecto a los bonos del año pasado, sólo se les pagó una parte. Los afectados hicieron la denuncia ante el Ministerio de Trabajo para cobrarlo y se labró un acuerdo que tampoco se cumple.
Siguen esperando la respuesta de los organismos oficiales que deberían ya estar interviniendo y no aparecen.
Nada se puede esperar de los dirigentes del gremio de Sanidad, ATSA, que tienen acostumbrados a sus afiliados a perpetuarse en sus cargos para mantener sus privilegios e impidiendo la conformación de Comisiones Internas, haciendo negociados y acallando los reclamos de la primera línea tan castigada en todos los órdenes.
Por eso, desde el MST en el FIT Unidad de Quilmes nos solidarizamos con las y los trabajadores de la clínica. Los alentamos a seguir organizándose por sus reivindicaciones. Y nos ponemos a disposición de todo lo que se necesite para que se concreten.
Diana Thom