jueves, 21 noviembre 2024 - 18:45

Charla en la UNQ. La rebeldía es de izquierda

Desde la Secretaría de Conocimiento Crítico del CECSEA, el jueves 20 se realizó la charla “La rebeldía es de izquierda” con estudiantes de distintas carreras de la UNQ. Tratar de entender la crisis crónica que estamos viviendo a nivel mundial nos lleva a cuestionar las bases mismas de este sistema. Por eso, tomar al marxismo como herramienta para analizar la realidad se vuelve una hoja de ruta imprescindible.

Este sistema genera su propia crisis

La charla comenzó a las 18 hs. con una pregunta: ¿es esta crisis producto de la invasión de Rusia a Ucrania? ¿Lo es producto de la pandemia por COVID?

Para responderla tuvimos que introducirnos en algunos conceptos básicos de la teoría marxista: entender cómo fueron evolucionando las fuerzas productivas a lo largo de la historia de la humanidad y, siguiendo esa evolución, como se relacionaron los hombres y mujeres entre sí para producir, es decir las relaciones sociales de producción.

Analizamos que esa relación, en el capitalismo, se da entre dos clases: una poseedora de las grandes fábricas, industrias, campos, la burguesía; y otra que sólo puede vender su fuerza de trabajo por un salario, nosotros los trabajadores, el 99% de la humanidad.

Ese mecanismo de explotación de una clase por otra, de ganancias que se concentran en cada vez menos manos, de imperialismos jugando con fuego en la disputa por mercados, es lo que, en última instancia, nos trajo hasta acá. En otras palabras, es el funcionamiento del propio capitalismo lo que explica la crisis que estamos viviendo.

Un sistema irracional

Esta época, que Lenin bautizó de crisis, guerras y revoluciones, se ha vuelto completamente irracional.

Pusimos en debate el hecho de que se producen alimentos para satisfacer las necesidades de tres veces la población mundial, y sin embargo asistimos a la peor hambruna de nuestra historia. Que con los avances en materia tecnológica y científica podríamos dar con la cura para muchas enfermedades conocidas, pero los grandes laboratorios que controlan el mundo prefieren inundarnos de fármacos que debemos comprar mes a mes.

De la misma forma se tiran alimentos a los ríos y vertederos de basura; se quema ropa en el desierto; se fracturan montañas en nombre del progreso; y podríamos seguir enumerando otros ejemplos que pusimos en común durante la charla.

No hay atajos

Analizamos el panorama incierto en el que vivimos, donde surgen expresiones que nos venden espejitos de colores. En nuestro país, el reflejo de eso es Milei, que despotrica contra la misma casta política de la que forma parte; que ofrece salidas “mágicas” como la dolarización sin explicar que significaría seguir concentrando la riqueza en el 1%, que nos llevaría a una hiperinflación, corrida cambiaria y bancaria y arrojaría a millones a la pobreza e indigencia.

Es parte de los mismos sectores que niegan el cambio climático a nivel mundial, negacionistas de la pandemia y que se presentan como la rebeldía.

Pero la rebeldía es de izquierda

Lo que se pone de manifiesto es la necesidad de hablar de cambios de raíz. Cuestionar este sistema y sembrar las bases para uno distinto.

La jornada cerró hablando de socialismo: ese modelo que se basa en la economía planificada bajo decisiones verdaderamente democráticas, en la abolición de las clases sociales y la expropiación de la propiedad privada de los medios de producción.

Se remarcó la importancia de correr el velo de los mitos que lo demonizan, o que igualan socialismo con Venezuela, Nicaragua o la propia China, cuando en realidad no son más que capitalismos bajo otro discurso. Y de organizarnos para golpear a este sistema decadente con un solo puño.

Por eso continuaremos este trabajo a través de jornadas de estudio profundizando en el marxismo, convencidos de que el camino es poder comprender la realidad para transformarla.

“Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza.” – Antonio Gramsci

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