Un nuevo discurso de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) se hizo presente en el debate político. Esta vez la aparición fue en El Calafate, provincia de Santa Cruz, junto a Alicia Kirchner y el ministro de Educación, Jaime Perczyk para inaugurar el Cine Teatro Municipal de la ciudad.
Tras la crisis que se abrió el fin de semana pasado con la renuncia de Guzmán mientras la ex presidenta daba su discurso en Ensenada, la nueva presentación de Cristina era muy esperada para ver qué dirección tomaba. Más allá de las discusiones internas de la coalición gobernante, la esencia del discurso de la vice volvió a estar marcado por un notable giro conservador. CFK, una vez más habló hacia un destinatario específico: el empresariado. Ya no son sólo reuniones con Melconian, Cristina está buscando dar señales al círculo rojo de que quiere ser el artífice a futuro de un nuevo proyecto político en donde exista un “consenso” político-económico con ellos y la oposición de derecha (Juntos por el Cambio).
Entre las principales definiciones, se encontraron nuevos reproches a Martín Guzmán por los métodos escogidos para abandonar su cargo en la gestión. Advirtió que la renuncia fue: “un inmenso acto de irresponsabilidad política”. Y, también agregó: “También creo que en cierto punto fue un acto de desestabilización institucional. Con el mundo como está no parece bien hacerle enterar al presidente de una renuncia por Twitter. Y creo que fue un acto de ingratitud hacia el presidente. Este presidente había bancado a este ministro de Economía como nadie, ¿se merecía eso?”.
Las palabras que apuntaron contra Guzmán pareciera que Cristina las enuncia con un doble sentido. En primer lugar, marcar algo así como una pesada herencia del ex ministro de Economía del gobierno que conforma. Esto se dejó ver cuando resaltó que: “Cuando se negoció con el FMI, todos los medios, todos los partidos, todo el establishment, planteaba que el ministro era racional y la postura era enfrentarnos, porque se discuten personas, no políticas”. Difícil la tarea de la vicepresidenta, ya que la memoria popular sabe que todos los sectores del Frente de Todos, votando a favor o con otras maniobras -como no participar de las comisiones donde se discutió el nuevo acuerdo con el Fondo- hicieron todo lo posible para legalizar la estafa macrista.
En segundo lugar, las palabras de CFK muestran un tono reparador para con la alianza que había montado con Alberto Fernández. Busca así formular una nueva estabilidad con quien, hasta el sábado, no era capaz de empuñar la “lapicera”.
Debatamos proyectos, ¿debatamos el de la UIA?
Otro de los puntos en los que Cristina se encargó de hacer énfasis fue en que hay que dejar de discutir nombres y pasar a discutir proyectos políticos. En ese marco, dando una nueva muestra de ser opción para los sectores más concentrados de la economía, se refirió al nuevo proyecto de la UIA. Remarcó lo siguiente: “La UIA elevó su propuesta para los próximos 4 años, en producción industrial, empleo industrial, empresas industriales, exportaciones e inversión. En producción industrial proponen un aumento del 27 por ciento para llegar al 2011, que fue el punto más alto. Proponen un 22 para llegar al 2012. El máximo de industrias fue en 2008, plena crisis. En exportaciones, el tipo lo tuvimos en 2011. Y la meta de inversión es de 2013. Hay que crecer en 30 mil millones de dólares para llegar a eso, y lo dice la UIA”.
Una expresión que denota las prioridades de las gestiones anteriores, años en donde los empresarios tuvieron ganancias récords y las herencias neoliberales no se fueron. Durante ese marco temporal la pobreza nunca se redujo de los niveles cercanos al 30%; sin embargo, sí existieron ganancias monumentales para los integrantes del colectivo hoy representado por Funes de Rioja.
Sólo admite un interrogante esta afirmación de CFK: ¿los está invitando (a los empresarios), nuevamente, a pesar de la crisis existente, a ser el sector social privilegiado en lo que queda del mandato de Alberto y de cara a 2023? Todo parecería que sí, y no por una suposición propia, sino por el halago que recibió Wado de Pedro por parte de su jefa política: “Me gustó mucho la intervención que tuvo Wado de Pedro en el Cicyp”. Una declaración que hacía referencia a la actuación del ministro del Interior, quien llamó a Juntos por el Cambio a consensuar un modelo de país en común.
9 de julio: el proyecto de los trabajadores va a estar en la calle
Cristina también hizo mención al actual estado crítico de las reservas en el país y el constante riesgo de corrida cambiaria que está latente en la cabeza de los especuladores. Sin embargo, a pesar de que la situación que se vive es creada por los mecanismos del capitalismo dependiente y semicolonial que detenta Argentina, CFK remarcó: “No voy a renunciar a mi ideología ni le voy a pedir a nadie que renuncie. Tenemos que encontrar un punto de coincidencia común porque si no, no va a haber Argentina para nadie”.
El problema es ideológico, el problema es el capitalismo. Capitalismo que, en este caso, no tiene más que reservado para nosotros el rol de un país sometido a la deuda de los países imperialistas y ubicado como un país exportador de commodities. Modelo que además profundiza el saqueo extractivista.
Lejos de la “paz social” que Cristina busca configurar con los grandes patrones y la oposición de derecha, necesitamos una salida propia, de clase. Un proyecto que contenga la idea de un gobierno de trabajadores. Ese proyecto político, solamente se presenta en la izquierda. Un proyecto que, como indicó Cele Fierro, busca: “(…) romper con el FMI y nacionalizar todo el sistema financiero y el comercio exterior, volcando los recursos a las necesidades sociales. Por eso la izquierda, con las y los trabajadores a la cabeza, este 9 de julio vamos a llenar Plaza de Mayo para plantear la ruptura con la entrega y el imperialismo”.