El presidente anunció fin a la cuarentena en el AMBA y otras provincias. Dijo estar satisfecho con la gestión de la pandemia y que su gobierno logró que la crisis sanitaria “no se le vaya de las manos”. Apuesta a la disposición de una vacuna. Una decisión basada en la presión de sectores burgueses, no en certezas sanitarias ni en la seguridad de la gente.
Tras ocho semanas consecutivas de caída de contagios, el presidente anunció una nueva etapa que se extenderá hasta el 29 de noviembre. El centro estuvo puesto en el AMBA, pero incluyó a provincias como Córdoba y Mendoza. A partir del lunes 9 de noviembre se pasaría entonces de la situación de ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio o cuarentena) a DISPO (Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio). Lo hizo en pleno acuerdo con Rodríguez Larreta y Axel Kicillof. Si bien dijo que la cuarentena continuaba en los hechos significa el fin de la misma. Esto lo hizo, según él, basándose en el hecho de que la ciudad y la provincia llevan ocho semanas consecutivas de descenso de los casos.
Alberto dijo sentirse satisfecho con la gestión de la pandemia realizada y agregó que su gobierno había logrado que la crisis sanitaria no se le fuera de las manos. Palabras más que cuestionables si se tiene en cuenta que argentina está séptima entre los países con más número de contagiados, pero primera si se toma en cuenta la cantidad de contagiados por número de habitantes. Seguida de EEUU un país al que el presidente se cansó de mostrar, con razón, como un mal ejemplo en la gestión de la pandemia. Y si el sistema de salud aún no colapsó se debe, como todos reconocen, al enorme sacrificio y trabajo realizado por los equipos de salud, esencialmente de la salud pública estatal, hoy agotado por el ritmo de trabajo y sufriendo miles de contagios y centenares de muertes. Por eso desde el vamos, no podemos compartir ninguno de los conceptos de AF.
Tampoco compartimos la segunda justificación aludida, que ya estaría pronta a llegar al país (para diciembre) la famosa vacuna rusa que con la conformación de un “gran comando” entre distintos ministerios, incluído el de defensa, se lograría una logística de distribución masiva en poco tiempo.
¿Qué significa el fin de la cuarentena?
Viendo qué significa pasar del ASPO al DISPO, se entiende por qué insistimos que es una medida tomada cediendo a la presión de los sectores burgueses y no en la seguridad y salud de la gente. Por ejemplo, se habilitarán todos los bares y restaurantes, mientras que mayor cantidad de trabajadores necesarios para abrirlos deberá seguir viajando en colectivos y trenes, fuente clara de contagios, sin que se hayan implementado ningún programa masivo de testeos que permita el seguimiento del virus con estas aperturas.
En realidad, el gobierno siguiendo la misma lógica que fracasó en Europa y EEUU, y que los llevó a una segunda ola mucho más grave (con más de 120.000 contagios en EEUU por día) Alberto prepara el terreno para la temporada de vacaciones, para hacerle el juego a la ganancia capitalista del sector turístico. Simplemente, parece la “Crónica de una muerte anunciada”, con enormes posibilidades de replicar lo que pasó en el Norte, sólo que con el aditamento que aquí nunca los contagios ni los internados graves bajaron como allá, ni permitieron el descanso del personal de salud que, repetimos hoy se encuentra al borde de sus fuerzas en la mayoría de las provincias. Alertamos que, como sucedió en el hemisferio norte, el ceder por completo a las presiones económicas de los capitalistas que ven peligrar sus ganancias de verano, probablemente lleve a una segunda oleada de contagios en nuestro país, que se superpondrá con una primera que aún no desciende y esto puede llevar al temido colapso del sistema, entonces todo el falso optimismo presidencial sobre la gestión de la pandemia se habrá derrumbado.
El verso de la vacuna
Ya hemos escrito y sentado posición sobre las vacunas, su necesidad y utilidad. No se trata de cuestionar lo que seguramente sea la mejor herramienta para yugular la pandemia. Lo que sostenemos es que existe por parte del gobierno un manejo político, errado y nuevamente al servicio del gran capital del tema vacunas.
Esto es así, al afirmar que la misma estará disponible en diciembre y sostener que con un operativo comando de coordinación entre ministerio, se empezaría a vacunar en enero. Eso sí, previamente hacer mención a que hay un diálogo on line con Putin para seguir la evolución de los estudios y que también dispondríamos de las vacunas de Pfizer y de Oxford. Esto último por las críticas y alerta que generó la llamada “vacuna rusa”, al punto que también tuvo que aclarar que no sería obligatoria la administración de la misma, dando a entender que el que quiera puede optar por esperar la otras dos o tres, ya que también incluyó una probable de origen chino.
Todo esto constituye un desatino completo, comparable a las famosas “predicciones” nunca cumplidas del ministro Ginés. En primer lugar, porque no hay todavía resultados concluyentes de la fase 3 que, como ya hemos dicho son imprescindibles para su aprobación. En otro punto, Inglaterra, el país más golpeado y a la vez el fabricante de la vacuna de Oxford, con todo su sistema de salud y dinero, estima que dispondría de vacuna para los grupos de riesgo y vulnerables, recién a mediados de 2021. El resto de los países europeos ni se atreve a dar fecha firme. EEUU en plena campaña electoral y siendo la primera potencia mundial, habla del primer semestre de 2021, siempre y cuando las vacunas demuestren efectividad y seguridad. Sostenemos entonces que las declaraciones del presidente Alberto Fernández pretenden llevar una falsa sensación de seguridad y proximidad de cura, que no está asentada en ningún avance real y cualitativo actual en la lucha contra el virus y sólo al servicio, no nos cansaremos de repetirlo, de garantizar la ganancia de grupos económicos que poco le importa la vida de la gente.
Sin duda que compartimos la expectativa por una cura de la Covid-19, somos el personal de la salud y los trabajadores en general los que más sufrimos sus consecuencias, pero nos oponemos firmemente no sólo a este tipo de anuncios que generan, lo que pueden ser falsas expectativas, sino también a que se nos exponga anticipadamente en beneficio exclusivo de unos pocos. Lo que debiera hacerse es garantizar un ingreso digno a todo aquel que no tenga trabajo, multiplicar por 10 los testeos para lograr localizar y focalizar la circulación viral, imponer un impuesto significativo a las grandes ganancias y fortunas para sostener estos gastos y unificar el sistema de salud bajo control estatal, incluyendo la producción y distribución de vacunas y medicamentos para asegurar no sólo el acceso igualitario a la atención y cura, sino para poder soportar una segunda ola más fatal, a la que esta disposición de Alberto Fernández nos expone.