Durante la última semana, el tema central de la política y de la sociedad fue la denuncia por violencia de género al expresidente Alberto Fernández, como así también sus actitudes en el cargo. La denuncia de Fabiola Yáñez trajo un rechazo absoluto al expresidente y opaca otros temas como la fuga de reservas en oro o el estadio recesivo de la economía, como así también la visita de “representantes del pueblo” a genocidas condenados por crímenes de lesa humanidad. Todo muy grave pero que quedó en segundo plano.
Festín de hipocresía
La situación expresó una enorme gravedad, los primeros chats derivaron de una investigación al expresidente por una causa de corrupción. Al empezar a extenderse la luz sobre el tema empezaron a difundirse imágenes de Fabiola Yáñez golpeada y cataratas de chats que expresaban un marco terrible.
Como nos referimos en anteriores artículos publicados en este sitio, el elemento que atravesó el ámbito político de la discusión fue la hipocresía de unos y otros.
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En primer lugar, que Alberto Fernández, quien se arrogaba ser el que había puesto fin al patriarcado sea la manifestación de “los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana”, como lo denominó Cristina Fernández de Kirchner, su vicepresidenta y la primera responsable en elegir al “Capitán Beto”, da cuenta de la hipocresía de muchos varones en el ejercicio del poder, que en vez de tomar seriamente la interpelación de los feminismos, montaron un “como sí” a conveniencia. Pero también muestra la hipocresía del espacio de Unión por la Patria, que ha enarbolado nuestras banderas feministas, pero es un espacio que poco tiene de feminismos. En primer lugar porque quien lo dirigió y sigue siendo una referente, dijo con toda claridad no ser feminista: Cristina Fernández en su declaración-alegato en la causa por el intento de magnicidio contra su persona; aunque le reclamó al feminismo no denunciar este episodio.
El doble discurso que se desarrollaba durante el gobierno del frente de todos también fue un componente de la reacción del bloque al hacerse pública la denuncia por violencia de género. Rápidamente, fueron saltando de un barco que ya quedaba con pocos marineros. Resulta que Alberto concentró la mayor responsabilidad de la pésima gestión que hubo durante el gobierno anterior (ahí dejó de ser el gobierno de “todos”). Ninguno quiso hacerse cargo de sus responsabilidades en un gobierno que no controló la inflación, no generó empleo genuino y validó la deuda ilegal de Macri.
En este sentido, aprovecharon la denuncia para tomar aún más distancia con quien era hasta hace unos días el presidente del PJ. Ahora bien, ni durante la gestión, ni al interior de su bloque actúan en consecuencia con la dureza que se despegan de Fernández. Alperovich y Espinoza son dos casos conocidos donde ninguno de los que hoy se expresan escandalizados se mostraron siquiera sorprendidos.
Por ende, tenemos de un lado el accionar hipócrita de un bloque de gobierno que permite actitudes de cualquier tipo mientras el sujeto en cuestión siga concentrando poder o siga siendo útil al entramado político, y se escandaliza ante los hechos cuando los comete un “muerto político” como es el caso de Alberto Fernández.
Por otro lado, tenemos la fiesta ultraderechista que Milei y su gobierno montaron sobre esta situación para eludir la discusión sobre la visita de los diputados de su bloque a los genocidas, como así también la gravedad de la situación económica que sigue multiplicando pobres y arrasando sobre los puestos de trabajo.
El cascarón vacío que es el discurso del gobierno anterior es el escalón donde se apoya la hipocresía libertaria. Milei, fundamenta el desguace de los organismos vinculados a desarrollar políticas de género con la inocuidad de estos.
Al mismo tiempo Milei, el hombre que decía barbaridades contra las mujeres en campaña se jacta de no ser violento al compararse con el expresidente Fernández. Aunque según sus propios dichos le cuidaría a Dylan y tuvo intercambios sobre mujeres y le pidió consejos al expresidente para dejar a Fátima, según los chats entre Fernández y Milei que se dieron a conocer este sábado. Por otro lado, la aparición de Yuyito González trae mucho aroma a conductas que ya vimos en los noventa, aunque ahora según se dice es “por amor” . Un amor que requiere una puesta en escena tan cara que se cierra el Centro Cultural ex CCK para un espectáculo cerrado para pocos.
Asimismo, no es para nada consecuente que el gobierno de Milei se horrorice por los actos de Fernández, cuando ellos desmantelan los mínimos mecanismos existentes para prevenirlos y a su vez, reivindican a los genocidas que secuestraron, golpearon, violaron y asesinaron a miles de mujeres.
Por supuesto que condenamos los hechos de violencia del expresidente, del mismo modo que denunciamos el accionar del gobierno actual.
El tratado de los medios hegemónicos
El goteo de información rápidamente transformó la noticia sobre violencia de género en un bombardeo de datos sobre las mujeres que iban a visitar al expresidente.
Una serie de videos filtrados involucran a la periodista Tamara Pettinato en el despacho presidencial. Allí se la veía dialogando afectuosamente junto al expresidente.
Luego de haber trascendido el primer video, el foco de los medios dejó de ser la violencia que denunciaba Fabiola Yáñez. Las tapas de los diarios empezaron a desenvolverse con la cara de Tamara Pettinato y los rumores de otras mujeres que habrían ido a visitar al presidente.
La columnista dijo que los periodistas se refirieron a ella de la siguiente manera: “Que soy puta, que soy gato, que soy prostituta VIP, que tengo una asociación ilícita, que fui a pedir por mi hermano para que me protejan, que también me quise levantar a Milei, que me escape, que me escondí, que me fui al sur del país para esconderme, que me voy a ir a vivir a otro país, que fue en pandemia cuando no se podía salir, que entré a la casa rosada escondida en un baúl, que cobré 4500 U$D por un trabajo que me consiguió el, por supuesto. Que el señor de 65 que conté una anécdota muy linda era él, que tengo contratos varios con el estado y saque provecho y mucha plata”.
De hecho, menciona que el propio Milei la llamó “prostituta” y que es “parte de una asociación ilícita”. Este combo involucró a otras periodistas y personalidades de la farándula y corrió del foco no solo la denuncia sobre violencia de género, sino que también al propio Alberto Fernández.
El funcionario en ejercicio del poder es él. La misoginia y el machismo en los medios no es nuevo, pero es absolutamente asqueroso que se trate esta situación sobre la base de juzgar a la mujer (que a menos que haya violado la cuarentena, no había cometido delito alguno) y no por sobre quien era el presidente que utilizaba los espacios de trabajo presidencial para desarrollar su vida privada.
En el mismo sentido, los medios compartieron las imágenes de los golpes que tenía Fabiola. La justicia llegó tardíamente solicitando que se deje de compartir esa imagen para evitar la revictimización, cuando ya era de dominio público.
El rol de las redes sociales
Si tuvo repercusión en los medios, no podía no tenerlo en las redes sociales, un ámbito de intervención social y política cada día más relevante. El desenvolvimiento de la temática en las mismas no escapa de cómo se desarrollan en los otros espacios de convite social bajo las lógicas del sistema capitalista y patriarcal.
Los memes no tardaron en llegar, y la popularidad de Alberto Fernández que había tocado los sótanos de la política con la denuncia por violencia de género, tuvo una levantada cuando se le adjudicó la imagen de “ganador”. Respondiendo a la lógica de que una mujer que anda con muchos hombres es una “puta” y un hombre que anda con muchas mujeres es un “campeón”.
Así mismo, uno de los elementos que se deben observar en el mundo digital es la propia intervención de Milei y la ciberpatrulla libertaria, que ponen muchas fichas en su desarrollo en las redes sociales. De hecho, durante la última semana el presidente obtuvo un promedio que supera las dos horas de tiempo de navegación en X (ex twitter).
Tuvo varias publicaciones acerca de este tema, la primera de ellas titulada La hipocresía progresista apunta directamente hacia el gobierno anterior y utiliza el hecho para fundamentar el desmantelamiento de los organismos relacionados al tema. En la publicación utiliza 6 veces la palabra estafas/negocio al referirse a las políticas de género.
LA HIPOCRESÍA PROGRESISTA
— Javier Milei (@JMilei) August 7, 2024
A pesar de sufrir constantes ataques y difamaciones, siempre tuvimos el coraje de decir la verdad. Sin importar las consecuencias. Porque ese es nuestro compromiso con la sociedad. Compromiso que cumplimos el día 1 de gobierno terminando con esta estafa…
En otro de sus posteos arremete contra el periodismo:
PREGUNTA PARA LOS IMBÉCILES DEL CENTRISMO "BIENPENSANTE"
— Javier Milei (@JMilei) August 10, 2024
Dado que para Uds. todo lo correcto es lo que está en el centro, pregunto: si matar está mal y respetar la vida está bien (aunque se toman una licencia poética para con el aborto) ¿las golpizas de AF a FY para Uds…
En la última de sus publicaciones referidas al tema, le propone a Alberto Fernández, en tono sarcástico, cuidar a su perro ante una posible detención.
.@alferdez Alberto, del mismo modo como te he ofrecido cuando te fuiste a España cuidarte a Dylan, vuelvo a reiterarte que él será bienvenido para que lo cuidemos en la familia de las fuerzas del cielo. https://t.co/8F5bbAadAQ
— Javier Milei (@JMilei) August 15, 2024
La justicia
La justicia como el resto de las instituciones del sistema está atravesada por los vectores capitalistas y patriarcales del mismo. Posiblemente, si la investigación no se tratara de un expresidente con la imagen por el subsuelo al que se lo acusa de corrupción, no se hubiese indagado lo suficiente, ni mucho menos actuado con la velocidad que se actuó.
Es otra pata más de este sistema podrido que en general garantiza la impunidad de femicidas y violentos. Por otro lado, colabora con la exposición revictimizante de los medios, ya que solicitó que se tenga precaución con la difusión de imágenes de la víctima cuando estas imágenes ya eran de dominio público.
Bipartidismo y el viejo PJ
Otro de los elementos que merece análisis es el propio estadio del Partido Justicialista, sostén fundamental de los restos del bipartidismo en el país. Sería inevitable pensar que el partido no se viera afectado por los hechos que involucran directamente a quien lo presidía hasta hace instantes.
La renuncia de Alberto a la presidencia solo es un alikal aplicado a una terrible enfermedad en la que se ve subsumido el PJ hace años. Si bien pudieron reinventarse posterior al 2001, bajo el manto kirchnerista, la propia crisis del progresismo terminó de debilitarlo.
Cuando terminó la época del viento de cola para los commodities, y en paralelo los progresistas empezaron a mostrar sus límites irreconciliables, el corrimiento a derecha fue inevitable. Seguido de eso, sus banderas se terminaron reduciendo a la militancia por el mal menor. Y hoy asistimos al resquebrajamiento de la política malmenorista , vimos como primero Scioli, luego Alberto y al final Massa, fueron mostrando la degradación de las banderas que levantaba el “proyecto nacional y popular”.
En medio de un PJ todavía sin reacción luego del triunfo de Milei, recibieron este duro golpe que no solo desacredita a este espacio político desde lo desarrollado en su gestión en términos económicos sino que le suma la dimensión moral. Hay quienes sostienen que este elemento puede ser más desgarrador que incluso el descontrol sobre la inflación, ya que se pierde la confianza que podría haber con su base social. El capitán Beto que “te cuidaba en la pandemia” terminó siendo un golpeador.
Aunque prefieran mirar para otro lado, los dirigentes peronistas que hoy salen a desligarse de Alberto son totalmente corresponsables de la pésima gestión de gobierno.
El corrimiento a derecha llegó a tal punto, que mientras los libertarios buscaban atacar al movimiento feminista con el típico “¿y donde están las feministas?” como forma de buscar que siempre decaiga la responsabilidad sobre las mujeres y embarrar al feminismo, mucho mejor, una de las figuras mas importante del peronismo como lo es CFK salió a decir que ella “no era feminista” porque las feministas nunca la defendieron.
Cabe recordarle a la ex vicepresidenta que en varios 8M se expresó la consigna de repudio al magnicidio hacia su persona. De igual modo, hay que sostener que ese hecho repudiable no tenía su matriz de origen en el hecho de que sea mujer, sino en el poder político que concentraba.
Ni poses, ni negación
Ni los ministerios de cartón, ni el negacionismo del patriarcado van a solucionar la desigualdad estructural y la violencia hacia las mujeres. El desmantelamiento del que posa orgulloso Milei solo profundiza la violencia machista.
Es necesaria una perspectiva de género que realmente lleve adelante políticas que busquen prevenir y erradicar la violencia, y para eso debe haber un presupuesto acorde a ello.
No es el momento de bajar ninguna bandera, la negación del patriarcado no lo hace desaparecer, solo produce que sus consecuencias sean más salvajes. El gobierno actual se desenvuelve en esa perspectiva.
Los organismos desarrollados por el gobierno anterior, si bien inocuos a la violencia machista, principalmente por falta de recursos para poder abordar esta problemática social y de definición político para cuestionar las raíces de desigualdad que genera el sistema, cumplían algunos roles progresivos, como por ejemplo la existencia de la línea 144 que el gobierno libertario desguazó, dejando solo a dos trabajadores en el sector.
De las dos maneras, terminan siendo dos caras de una misma moneda, la del tratamiento de la problemática de la violencia de género durante los gobiernos capitalistas. Algunos se muestran más humanos, otros son fanáticos de la motosierra, pero ninguno cuestiona ni resuelve los problemas estructurales que presenta el sistema, terminan retroalimentando una vorágine donde terminan colaborando entre sí.
Exigimos la necesidad de restitución de las políticas de género que permiten aplacar las consecuencias del patriarcado, pero tenemos claro que para erradicar de fondo la violencia machista y patriarcal, es necesario cuestionar el sistema que la engendra y el siguiente paso a cuestionarlo es combatirlo. No hay una lucha coherente contra las consecuencias del patriarcado sin una batalla consciente contra él, y por ende, contra el capitalismo que lo complementa.