El presidente Javier Milei recibió en la Casa Rosada al presidente electo de Chile, José Antonio Kast, referente de la ultraderecha chilena y dirigente ligado históricamente al pinochetismo. El encuentro, presentado oficialmente como un gesto de fortalecimiento de los vínculos bilaterales, tiene un marcado contenido político e ideológico, en la búsqueda de conformar un eje regional de gobiernos alineados con el ajuste, la represión y las recetas del mercado.
La reunión se produjo este martes a pocos días del triunfo electoral de Kast y antes de su asunción formal, en un gesto poco habitual que refuerza la sintonía entre ambos mandatarios, unidos por un discurso común contra el Estado, los derechos sociales y las conquistas del movimiento obrero y popular.
Afinidad ideológica y agenda compartida
Desde el gobierno argentino destacaron la “coincidencia de valores” entre Milei y Kast, basada en la defensa irrestricta del libre mercado, la criminalización de la protesta social y una agenda conservadora en materia de derechos. Kast, exponente del Partido Republicano chileno, ha reivindicado abiertamente aspectos del legado de la dictadura de Augusto Pinochet, incluyendo su modelo económico neoliberal y su política represiva.
El encuentro no incluye anuncios concretos en materia de acuerdos bilaterales, pero sí funciona como una puesta en escena política: Milei busca proyectarse como referente regional de una nueva derecha radicalizada, mientras Chile se prepara para un gobierno que promete retrocesos profundos en derechos laborales, sociales y democráticos.
Hicieron foco en la seguridad, la política migratoria y la relación comercial entre los dos países. Desde la Rosada calificaron de “excelente” la cumbre en la que también participaron el canciller Pablo Quirno y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Un giro regional que preocupa a los pueblos
La visita de Kast a la Casa Rosada se inscribe en un contexto donde sectores de derecha intentan capitalizar el desgaste social provocado por años de crisis económica. Sin embargo, lejos de ofrecer soluciones estructurales, estos proyectos avanzan con ajuste fiscal, flexibilización laboral y recorte del gasto social, trasladando el costo de la crisis a las mayorías populares.
En Argentina, Milei impulsa una reforma laboral regresiva, una amnistía fiscal para evasores y un ajuste brutal sobre salarios, jubilaciones, educación y salud. En Chile, Kast anticipa un programa similar, con endurecimiento represivo, beneficios a los grandes grupos económicos y retrocesos en conquistas logradas tras años de movilización social.
Derechos humanos y memoria, ausentes
Uno de los aspectos más cuestionados del encuentro es la naturalización del vínculo con un dirigente que relativiza los crímenes de la dictadura chilena. La recepción oficial a Kast por parte de Milei envía una señal preocupante en materia de derechos humanos y memoria histórica, especialmente en una región marcada por el terrorismo de Estado.
Mientras los gobiernos hablan de “libertad”, avanzan políticas que restringen derechos, persiguen la protesta social y buscan disciplinar a quienes resisten el ajuste.
La reunión entre Milei y Kast no es un gesto diplomático inocente. Representa el intento de consolidación de un bloque político reaccionario que pretende gobernar para los mercados, el gran capital y los sectores más concentrados, a costa del salario, el empleo y las libertades democráticas.
Frente a este escenario, crece el desafío para los trabajadores, las organizaciones sociales y los sectores populares de Argentina y Chile: organizar la resistencia y defender las conquistas históricas frente al avance de la ultraderecha en la región.

