Pasado más de un mes desde el último y grave episodio de robo y violencia sufrido por dos trabajadoras enfermeras del Hospital Neuropsiquiátrico Borda, el panorama no ha cambiado demasiado. Recordemos lo sucedido: el pasado 14 de julio, personas ajenas al hospital ingresaron sin ser controladas por el personal de seguridad privada. Se dirigieron al Pabellón siglo XXI y redujeron al personal de enfermería, las golpearon, amenazaron con armas blancas y les robaron todas sus pertenencias, dejándolas en ropa interior, encerradas y atadas a unas sillas.
Este tipo de situación no es nueva en el hospital y viene siendo sistemáticamente denunciada por los trabajadores, que junto a pacientes y sus familiares son las víctimas frecuentes de estos ataques.
La boca del lobo
Como todos saben, el Hospital Borda se encuentra emplazado en un gran predio de aproximadamente 15 hectáreas y hace muchos años sus instalaciones no cuentan con el mantenimiento ni cuidado debido. La falta de iluminación convierte varios sectores en bocas de lobo en horario nocturno. La falta de vigilancia torna el predio muy permeable para todo aquel que quiera ingresar.
Esto sucede en el marco de una evidente política de vaciamiento del hospital que se refleja en el cierre de servicios y la inhabilitación de ciertos edificios y sectores, pero principalmente en la gravísima falta de profesionales para sostener la atención de los pacientes y la contención a sus familiares. Esta sobrecarga de tareas, que se evidencia particularmente en la enfermería, los hace más vulnerables ante hechos como los ocurridos en el último tiempo. Hay un ejemplo específico que demuestra las difíciles condiciones en las que se trabaja: existe un servicio con 36 pacientes psiquiátricos a cargo de una sola enfermera. Esto no es más que una muestra de la falta de política activa por parte del Ministerio de Salud para mantener atención de calidad en un área tan crítica como lo es la salud mental.
Además, muchas de las cosas que suceden en el predio son secretos a voces. Por ejemplo, que hay personas que “arreglan con los de seguridad de la puerta” para ingresar carros llenos de comidas y bebidas -incluso alcohólicas- para venderle a los pacientes, que también les venden cigarrillos y que incluso entran personas a venderles drogas a los pacientes adictos en rehabilitación.
¿Seguridad o negociado?
Está claro que la tercerización del servicio de seguridad no ha aportado nada más que a un gran negocio para las empresas contratadas por el gobierno. No solo se comenta que hacen acuerdos con personas que pretenden ingresar “sin ser vistas”, sino que suele haber mucho menos personal del que figura en el contrato de provisión del servicio.
También es cierto que ante varios sucesos en donde los vigiladores son testigos de hechos de violencia hacia trabajadores o pacientes pero no intervienen, limitándose a decir que ellos están contratados solamente “para cuidar el patrimonio” del lugar. Ni hablar de los agentes de la Policía de la Ciudad, con los que tampoco se puede contar porque sólo están como consigna y guardia de internados judicializados.
Todo esto presenta el agravante de que los agentes de seguridad, sean públicos o privados, no reciben ningún tipo de capacitación para desempeñar su tarea en una institución tan específica y compleja como lo es un efector de salud mental. Esto ha provocado diversos episodios en los que situaciones violentas se agravan por el accionar del personal de seguridad, teniendo como el ejemplo más serio el de un agente de la Policía que terminó disparando su arma para dispersar a un paciente que se violentó mientras atravesaba un brote producto de su patología.
Alerta roja para la salud
Con el correr de los días y las semanas, vemos que las medidas anunciadas e implementadas por el Ministerio no solo son insuficientes, sino también ineficaces. No se puede suplir la falta de personal y las deficiencias en la infraestructura hospitalaria con botones antipánico. Botones que además requieren de contar con señal de internet que es muy escasa en muchos pabellones. También es ilógico decir que se asigna personal de seguridad en la puerta de diferentes sectores y al mismo tiempo decir que cada media hora se realizará un rondín, porque de esa manera se está asumiendo que gran parte del tiempo las puertas no contarán con el agente porque va a estar recorriendo el sector. Y tampoco hay solución si las medidas que toman las discuten y acuerdan solo con las cúpulas sindicales -y solo de algunos sindicatos- y no en asambleas escuchando a todos los trabajadores, quienes de verdad le ponen el cuerpo a sus tareas y conocen cada uno de los rincones del hospital.
Banca abierta a los trabajadores
Junto a nuestra diputada del MST en el FIT-U, Vanesa Gagliardi, recorrimos el hospital y corroboramos las pésimas condiciones en las que los trabajadores deben hacer sus tareas y también charlamos con ellos, ignorados por los funcionarios del gobierno porteño.
Ponemos nuestra banca a disposición de los trabajadores y hemos canalizado sus pedidos presentando dos proyectos (ver los adjuntos). Por un lado, realizamos un pedido de informes elaborado junto a los trabajadores para saber con qué datos cuenta el gobierno y entender por qué las cosas están como están. Por otro lado, presentamos un pedido de citación al ministro de Salud, Fernán Quirós, para que venga al recinto de la Legislatura a responder sobre los motivos por los cuales la situación del Borda y del resto de los hospitales y CeSACs de la Ciudad va de mal en peor y qué piensa hacer para revertirla a la brevedad.
Lo que sufren los trabajadores del Borda es algo que atraviesa la salud pública porteña y consecuencia de las políticas de un gobierno que ajusta, genera negocios con lo público (seguridad, comidas, limpieza, etc.) y lo perjudica para favorecer el negocio de la salud privada y la industria farmacéutica.
Esperamos que el resto de los diputados apoyen y aprueben estas dos iniciativas parlamentarias para que los trabajadores sean escuchados y se instrumenten medidas de fondo para revertir esta situación y fortalecer al sistema público de salud de la Ciudad. Seguiremos trabajando en defensa de la salud pública.