Tras la cena de anoche que Alberto Fernández mantuvo en la Quinta de Olivos con los gordos de la CGT (Héctor Daer y Carlos Acuña), más Martínez y la Mesa chica, Pablo Moyano, al no ser invitado, decidió renunciar personalmente del triunvirato de la central sindical.
En medio del conflicto del neumático, paritarias en curso y un ajuste de dimensiones extraordinarias que impulsa el gobierno de forma conjunta con el FMI, el dirigente de camioneros dejó su cargo como secretario general de la CGT. El convite del que participaron Daer y Acuña por más de tres horas con el presidente, del cual se lo excluyó a Moyano, fue el detonante de esta situación. Sin embargo, el sindicato de camioneros no dejaría su puesto en el Consejo Directivo de la central, reafirmando que no van a sacar los pies del plato de la central.
La renuncia de Moyano, de carácter “personal”, toma varios significados. Un claro mensaje hacia el interior de la CGT, mostrando las rispideces y conflictos intestinos que existen entre los burócratas sindicales. Una disputa que, a la vez, trasluce conflictos de carácter político dentro del Frente de Todos. Pablo Moyano, así como es un reconocido dirigente sindical más apegado al kirchnerismo, convive con otros dos dirigentes que, en el último tiempo, han respondido más al presidente.
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Lejos de ser esta una renuncia para la fundación de una nueva central sindical combativa, es una ruptura interburocrática, ya que camioneros seguirá dentro de la CGT. Resta saber, luego de la publicación de una carta que el dirigente de camioneros presentará esta tarde, cuál va a ser el camino propio y el de sus aliados como la Corriente Federal que conduce Palazzo.
Entre entrega y entrega, la CGT discute hacia el interior quién toma la posta de esa dirección que funciona como quinta columna para cualquier conflicto obrera que se desarrolla. Ni hablar de su carácter servil ante las peticiones del gobierno y hasta de funcionarios de los Estados Unidos. Mientras, las y los trabajadores, son quienes sufren la descarga de un ajuste que amenaza con seguir degradando el poder adquisitivo de los salarios.
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Construir otro modelo sindical se pone a la orden del día. Pensar una nueva propuesta tiene que darse en un sentido diametralmente opuesto al de las costumbres de estos burócratas que hoy, en crisis, se disputan cómo traicionar de mejor manera a la clase. Las organizaciones sindicales clasistas, en este momento, tienen que apuntalar un modelo sindical que parta de apoyar las luchas que emergen. En lo que la realidad nos arroja, debe colocarse como vanguardia que acompañe el conflicto que el SUTNA enfrenta ante las patronales del neumático. Llamando a dar más apoyo para derrotar la campaña de las empresas, el gobierno y los personajes derechistas de la oposición. Sumado, obviamente, a convocar un paro general y un plan de lucha para ganar un conflicto que va a ser bisagra para los trabajadores del país.
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Ese camino abonamos desde el MST y ANCLA para que el Plenario del Sindicalismo Combativo tome otro tenor para disputar las diferentes estructuras de los trabajadore contra direcciones conciliadoras y burocráticas. Apoyar esa política es la única manera de desembarazarnos de una dirección sindical traidora, representada por los “Moyanos” y “los gordos”, para poder derrotar el ajuste en curso.